La mentira de la quema de libros durante el Gobierno Militar
La Izquierda chilena les ha lavado el cerebro no sólo a los chilenos nacidos en los ochenta y siguientes, sino también a sesudos investigadores de think tank, periodistas o escritores que dicen ser de la derecha liberal en diversos países. Esa gente ilustrada con capacidad de ir al meollo de los asuntos, de separar el parecer del ser, le cree el cuento de los militares o Pinochet y las víctimas. Esta gente ahora es ‘experta’ en pacificar países y sacarse matones. En primer lugar, el típico razonamiento es que no se justifica o tal o cual cosa, refiriéndose a lo que la Izquierda llama ‘violaciones a los derechos humanos’. Ni siquiera son capaces de ver las dos cara de la moneda, ni que hubo un enfrentamiento. Un grupo uso la violencia. Por tanto, es ilegitima. Y otro grupo ante esa violencia respondió con la fuerza. La violencia no respeta al otro. El uso de la fuerza se refiere a la defensa. Siempre es legal. En segundo lugar, esas mismas personas por ellos que la Junta no hubiese hecho las reformas económicas liberales, pues eso sería manchar el liberalismo. Hubiesen preferido que las cosas quedaran como estaban. Al contrario de ellos, los jóvenes economistas de Chicago no se iban de quedar de brazos cruzados. Personas tan doctas no sepan distinguir en la violencia y la fuerza. Así el escritor chileno Axel Kaiser y otros de la Fundación para el Progreso escribe en su Carta abierta a la Izquierda a raíz de la muerte de Fidel Castro: “Espero que estén de acuerdo en que así como no es sano para la convivencia nacional justificar crímenes cometidos bajo el régimen militar chileno, tampoco lo es que hagan apologías a uno de los criminales más sanguinarios de la historia latinoamericana”. Estaba un lado la guerrilla o terrorismo del Mir y del FPMR, en el otro lado los militares. Puesto que la guerrilla fracaso, entonces esgrimen el argumento de que no se justifica. O sea, ante la violencia ilegítima no es bueno defenderse. ¿A qué le llaman ‘crímenes cometidos bajo el régimen militar? Dudo que le interese el atropello a los derechos humanos en democracia, que se les realiza a los militares en Punta Peuco partiendo que se les respeta la igualdad ante ley. Y eso que abogado y doctor en filosofía o economía.
No me canso de citar el libro Desde las Cenizas del periodista norteamericano, James R. Whelan, pues hizo un gran trabajo, no sólo basándose en documentos, sino asimismo entrevistando a los personajes involucrados. Así cuenta, por ejemplo, que a ‘la Payita’, la amante de Salvador Allende, cuando se exilió tenía prohibido decir que el presidente marxista leninista se suicido. Tenía repetir la mentira que había sido asesinado por los militares.
Después de la caída de Allende, se produjeron las llamadas ‘violaciones a los derechos humanos’. ¿Qué es eso? El enfrentamiento con el grupo terrorista MIR. Whelan dice: “Pero la existencia de armas clandestinas y la fanática resistencia de un grupo de dirigentes extremistas reunidos principalmente en el MIR fueron los principales responsables de buena parte del derramamiento de sangre en las semanas que siguieron al golpe”. Agrega: “…ese derramamiento de sangre nunca alcanzó las proporciones descritas en los horripilantes informes que aparecieron en muchos órganos de la prensa mundial”.
Una de las mentiras que se han transformado en verdad de tanto repetirla, es que los militares chilenos después del 11 de septiembre quemaron libros. En efecto, el autor de esa mentira fue el corresponsal inglés, John Barnes, cuyo artículo apareció en la revista Newsweek el 8 de octubre de 1973.Si es que no equivoco o la memoria no falla, el escritor Jorge Edwards cuenta que le llegó información de que se quemaban libros en su libro Persona Non Grata.
El artículo se titulaba “Matadero en Santiago”. Este es:
“Pablo Neruda, poeta chileno ganador del Premio Nobel, murió de cáncer, e incluso mientras se estaba bajando su cadáver a la tumba, sus compatriotas se dedicaron a la tarea de asesinar sus palabras. Libros de toda clase, no sólo los de Neruda sino también de Mao, Marx y Marcuse, fueron confiscados por decenas de miles en casas, librerías y bibliotecas, y quemados en fogatas en las calles de Santiago. Las universidades chilenas, otrora orgullosos bastiones de independencia, han sido purgadas de sospechosos izquierdistas, y la gente corriente aprendió a tener miedo cuando golpeaban la puerta a la medianoche”.
Ahora bien, cuando se refiero a los enfrentamientos que hubo en las poblaciones, en particular en La Legua cayó en la retórica política. Según él, en esas poblaciones había ‘terror’, debido a la venganza. Hubo combate en eso lugares, porque en la Unidad Popular quisieron convertirlos en bastiones de los terroristas armados al margen, naturalmente, de la ley.
Se metió en un lío al dar datos estadísticos de las muertes. Así escribe: “Los trabajadores de la morgue han recibido la advertencia de que serán sometidos a una corte marcial y ejecutados si revelan lo que está ocurriendo acá. Pero yo pude obtener un recuerdo oficial de cuerpos en la morgue a través de la hija de un miembro del personal: catorce días después del golpe, dijo ella, las morgues había recibido y procesado 2.796 cadáveres”. Sin embargo, el Washington Post le refutó: “El número de muertes violentas en la capital de Chile en las tres semanas desde el golpe militar parece ser de aproximadamente 750, cifra basada en una verificación hecha hoy en la morgue”.
Cuando cayó Allende, la mayoría de los chilenos pensaban tal como escribió un periodista extranjero: “Los chilenos lo detienen a uno en la calle para decirle: ¿Qué les parece nuestro nuevo Chile? Ahora somos libres. Esta es nuestra segunda independencia. Lo mejor de Chile está en el Gobierno; no se olvide decirle a la gente de Norteamérica que todo está bien en Chile”.
Sin más comentarios.
Etiquetas: Axel Kaiser, Gobierno Militar, James R. Whelan, John Barnes, Periodistas Progresistas, Unidad Popular
4 Comments:
Los zurdocarroñas vieron en la segunda guerra mundial una fuente de recursos para alimentar el imaginario y crear relatos que lo rememoran. Pero también, reflejan sus propias taras y sus propias conductas cuando se las achacan a otros.
La instauración del "relato" parte precisamente por el llanterío, la victimización y la casi comparación con quienes realmente si sufrieron abusos y persecuciones, como los judíos de la Alemania Nazi. Como no hay evidencia filmica ni fotográfica que pueda respaldar los dichos, entonces queda "el testimonio".
¿Que no se debía informar la verdad, porque estaban bajo amenaza? ¡Idiotas! En la misma Alemania Nazi, la quema de libros era practicamente un ingrediente de las grandes concentraciones donde Hitler realizaba sus discursos y era una "muestra de poder" en donde quedaba claro que la ideología estaba por sobre todo.
Eso si, lo unico cierto es que se silenciaron las radios afines al gobierno (eso está dentro de las tácticas de combate en todo el mundo) y requisaron editoriales afines al Allendismo, pero quema de libros... solo en el imaginario del zurderío con sindrome de Munchausen.
El tema de los falsos DDDD y los exonerados truchos, me recuerda a una clase de estafadores que hay en el mundo llamados los "stolen valor", personas que se hacen pasar por "militares" siendo que jamás han engrosado dichas filas, solo con el propósito de acceder a beneficios estatales que están reservados precisamente para quienes efectivamente si han servido en cualquiera de las ramas de las fuerzas armadas. Si investigamos más a fondo, a mi juicio un 90% de estos casos, son precisamente "stolen valor".
José Cornejo:
Así es. Se comparan con los judíos que estaban indefensos, cuando ellos estaba armados hasta los dientes. No sé por qué la Comunidad Judía en Chile jamás ha criticado esa comparación, cuando es injusta, falsa y arbitraria. En el primer gobierno de Bachelet si mal no recuerdo, la Comunidad Judía aplaudió esa ley contra discriminación. Y el año pasado, premiaron a líder de los gay que, según él estuvo, en el FPMR.
La Izquierda chilena no se compara con las víctimas del comunismo.
Cerraron diarios de izquierda, sin embargo, nunca cerraron el un instituto de los comunista, que tiene el nombre de un matemático alemán que editó un libro pequeño para aprender matemáticas. La versión chilena del Baldor. Y más adelante aparecieron revistas opositoras y los institutos de la Izquierda como la Arcis y la Academia de Humanismo Cristiano. Si hubiese sido como el régimen nazi, no habría los institutos mencionados y el FLacso.
Un ejemplo de ello fue la Editorial Quimantú, de la cual tuve en mi poder dos libros ("El diario de un Loco" de Nicolas Gogol y "La Sangre y la Esperanza I y II" de Nicomedes Guzman) que una vez requisada por el GM se transformó en la Editorial Gabriela Mistral hasta su desaparición.
Mas informacion en su website y está clara su tendencia marxistoide.
José Cornejo:
El libro "El niño que enloqueció de amor" era de esa editorial en papel roneo. Igualmente, el libro "Vaso de Leche" de Manuel Rojas. El primer libro lo tenía. El segundo libro un amigo lo tenía porque se lo pidieron en el colegio. Obviamente, su madre se lo compró durante el Gobierno Militar.
"El diario de un loco" también recuerdo haberlo visto en las librerías de viejo en Viña del Mar, cuando gobernaron los militares.
A mediados de los noventa, cuando estaba por salir de la universidad, encontré en una librería de viejos los dos tomos del libro de León Trosky "La Revolución Rusa", en que la dejaba mal parado a Stalin. Ese libro era traducción del libro en francés. De la Editorial Quimantú.
No recuerdo el nombre de la editorial que saco la Izquierda a fines del gobierno militar y a comienzos de los noventa, que reemplazó a la Quimantú. El objetivo es el mismo. Creo que tengo dos o tres libros de esa editorial.
Publicar un comentario
<< Home