miércoles, septiembre 15, 2010

Los extranjeros y el once de septiembre de 1973

Hace tiempo tenía pensado comentar algunos juicios tienen los extranjeros sobre Pinochet, para mostrar cómo repiten los clichés de la izquierda: los militares y las víctimas, sin darse cuenta. Tan bien ha funcionado la propaganda izquierdista, desde que fracaso su intento de instalar una dictadura comunista con el gobierno de la Unidad Popular, que creen por así decirlo, que las sombras que describe Platón en el Mito de la Caverna corresponden a los objetos reales. Dicho con otras palabras, no se dan cuenta que están inmersos en una especie de Matrix como en la película del mismo nombre. Así, si el progresismo o la vieja izquierda marxista leninista afirma que Pinochet tuvo contacto con hombrecitos verdes, los extranjeros de derecha lo van repetir tal como han hecho con el Informe Rettig y Valech, sin previo examen. Luego saber las opiniones del ex miembro de la Comisión Rettig José Zalaquett sobre quienes violan los derechos humanos , me no cabe duda que el Informe Rettig carece de seriedad. Lo mismo al saberse de las personas que se hicieron pasar por torturadas con el Informe Valech. ¿Cómo los miembros de la comisión Valech les pasaron gato por libre? Me convenzo, como decía el fallecido historiador, Gonzalo Vial Correa, que es imposible esa comisión haya tratado los 30.000 casos en el tiempo que tuvo.

La izquierda ha querido mostrar que los militares se fueron contra sus propios conciudadanos, por no decir, el pueblo, ya sea primero con la intervención militar, ya sea después en la lucha contra el terrorismo entre 1973 y 1990. El periodista Mario Spataro en “Pinochet: las ‘incómodades’ verdades” sin embargo lo refuta, que cuando hubo caído el régimen de Allende: “En un amplio recorrido por Santiago, el Canal 13 mostró las poblaciones marginales cubiertas de banderas chilenas”.Basta recordar las palabras de la abogada del ex CDE mencionadas anteriormente: "La especificidad de los delitos contra los derechos humanos perpetrados por fuerzas armadas y de orden contra habitantes del mismo país de pertenencia”.

Lo que ocurre con Chile lo mismo sucede con Argentina. Algunos de derecha liberal o conservadora de extranjero les encantan decir que murieron 30.000 personas en Argentina, cuando el Informe Sábato sostiene que murieron 8000. Desde luego, que no contabilizan a los muertos que dejó el terrorismo en tiempos de Isabel Perón, es decir, en democracia. Así, se convierten en tontos inútiles.

Un ejemplo de la desinformación que reina en Europa, uno lo puede ver en el columnista del diario LibertadDigital, José Carlos Rodríguez : “Recordemos que la dictadura comenzó por hacer en economía la correspondencia exacta de su política; el socialismo por otros medios. Sólo cuando el país, y con él el propio régimen, se vio en peligro, el Gobierno recaló en los técnicos. Con la suerte que éstos eran un grupo de jóvenes que venían de la Universidad de Chicago con muchas ideas y una sola: liberalizar la economía de su país”. Falso. Quien tuvo la visión de que se necesitaría un plan económico para sacar a Chile de la crisis en que lo estaba arrastrado la Unidad Popular, fue el almirante Tobirio Merino Castro, quien le encargó al oficial en retiro Richard Kelly. Éste, a su vez, fue capaz de reunir a los jóvenes economistas en la ciudad de Viña del Mar en tiempos del gobierno de Allende. Producto de ello, nació ‘El Ladrillo’. Luego, cuando se hubo instalado el Gobierno Militar, fue el almirante Merino, quien convenció a Pinochet de los Chicago Boys y de la apuesta por el mercado. Pues, hay recordar que dentro del Ejército había muchos oficiales convencidos que la economía socialista era todavía la solución. En tanto, la oposición a la Unidad Popular no sabía cómo sacar al país del callejón sin salida, a lo cual condujo el gobierno socialista. En fin, lo que dice el español José Carlos Rodríguez no deja ser una fantasía, un deseo. Luego más adelante habla: “Resulta incómodo hablar del éxito de Chile, porque el modelo se comenzó a forjar bajo una feroz dictadura”. Igualmente a este columnista le gusta atribuirle los “crímenes que se cuentan por tres millares”, olvidándose donde hubo una lucha entre 1973 y 1978, contra el terrorismo. Y concluye en otra parte: “Ha sabido instaurar una democracia después de una dictadura brutal, ha sabido mirar hacia delante más que hacia atrás, sin mirar por ello a otro lado frente a los crímenes del régimen de Pinochet”. Sin embargo, los tontos inútiles de la derecha extranjera, nada dicen de los crímenes de la izquierda con el terrorismo, que comenzaron en democracia. La violencia política que comenzó la izquierda en democracia solamente a afectó al menos del 1% de la población que había en 1973, ya sea con la había a principios de 1990. Y así, hablan de ‘feroz dictadura’, ‘dictadura criminal’, ‘violencia excesiva’ y ‘dictadura brutal’, entre otras expresiones. Además, si gran parte de la ciudadanía, por no hablar de la entelequia ‘el pueblo’, a través del Acuerdo de la Cámara de Diputados pidió la intervención militar, como ultima ratio. Después de todo, el ex Presidente Eduardo Frei Montalva en el Acta de Rivera, sostiene: “Esto problema sólo se arregla con fusiles”.
Por su parte, el economista argentino Alberto Benegas Lynch justifica la rebelión del 11 de septiembre, basándose en tres aspectos. Notése que usa la palabra ‘rebelión’, no golpe de estado para referirse al levantamiento civil y luego militar: “En primer término, la justificación al derecho de resistencia tan caro a las tradiciones liberales, contemporáneamente desde Sidney y Locke, a la Declaración de la Independencia estadounidense que enfatiza que si cualquier forma de gobierno atenta contra las libertades de las personas "está en el derecho de la gente alterarlo o abolirlo e instituir un nuevo gobierno". Lo mismo había ocurrido en Inglaterra con la sublevación contra Jacobo II y, posteriormente, contra el despotismo español en Sudamérica o la invasión aliada contra Hitler”.

Algo parecido dice José Piñera en su libro ‘Una Casa Divida’.

En el mismo tono de Rodríguez, aunque más objetivo es el mejicano Ricardo Valenzuela , quien afirma: “Se iniciaba así un capítulo de nuestra historia que enfrentaría con pasión a la comunidad internacional durante las siguientes casi dos décadas: la férrea dictadura de un hombre que, en lo político, se le llegaría a considerar el verdugo de opositores y de la democracia chilena y, en un confuso contraste, el arquitecto del milagro económico del país andino que hoy día lo clasifica como el único desarrollado en América Latina”. Obsérvese la expresión ‘se le llegaría a considerar verdugo de opositores’. Es la típica expresión de izquierda, aun cuando Valenzuela no es de izquierda, para referirse a la lucha contra la subversión. O la otra que repite que los perseguían por pensar distinto.

Otro ejemplo de lo que hablo, lo ilustra el periodista conservador norteamericano, Robert D. Kaplan en ‘El retorno de la antigüedad: la política de los guerreros': “El dictador chileno Augusto Pinochet, por otro lado, empleó una violencia excesiva y, por lo tanto, carece de la virtud maquivélica”. Creo que si hubiese estudiado la Guerra Civil del 1891, sabría lo que es violencia excesiva. Si hubiese conocido la opinión del dirigente socialista chileno, Clodomiro Almeyda, quien dijo que tendríamos una guerra civil como la española, que costó un millón de vidas, agradecerían a los militares por reducir la mortandad: “Yo me inclino a creer que es más probable que tome la forma de una guerra civil revolucionaria, a la manera española, con intervención extranjera, pero de curso más rápido y agudo”. Naturalmente, la culpa la tiene Pinochet.
No sé que les molesta más, que los militares hayan hecho una transformación económica liberal y política, mientras combatían la subversión. Lo que significa, naturalmente, muertos por uno u otro lado o que asocien a Pinochet con el liberalismo o la derecha. Pinochet, simplemente, tomó una decisión y acertó, mucho antes que Thatcher o Reagan. Nadie dijo que sería fácil. De lo que estoy cierto de que extranjeros como Rodríguez o Kaplan, si lo trasladáramos en un viaje en el tiempo, sin los conocimientos que se tiene ahora, no sabrían cómo sacarnos del callejón sin salida que llegó el país. Lo más fácil es ser general después de la batalla.

Se entiende porque personas de derecha están tan desinformadas, pues el periodista inglés Paul Johnson lo aclara: “Pero al evitar la transformación de Chile en un satélite comunista, el general se granjeó el furioso odio de la unión Soviética, cuya maquinaria propagandística le demonizó con éxito entre los intelectuales de todo el mundo. Fue el último triunfo del KGB antes de desvanecerse en la papelera de la historia. Pero Pinochet sigue siendo un héroe para mí porque conozco los hechos”. Pocos son valientes como este inglés al defender a Pinochet.

Agradezco a los militares que nos hayan salvado de la esclavitud comunista, que por cierto, el actual progresismo no se niega aún reconocer su pasado totalitario, fascista, guerracivilista y terrorista.

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4 Comments:

Blogger Makeka Barría said...

Si no fuera por los militares, no sé qué país sería este....

1:20 a.m.  
Blogger Javier Bazán Aguirre said...

Así es. Si no fuera por los militares, la clase política no tendría donde caerse muerta.

11:52 a.m.  
Anonymous Vicente Olazaran said...

Si no fuera por la clase política hoy seríamos desarrollados

9:23 p.m.  
Blogger Javier Bazán Aguirre said...

En el caso partícular de Chile, Vicente tienes razón.

11:56 a.m.  

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