martes, junio 04, 2013

El liberal que aún guarda rencor y odio de su pasado del Mir



Hace tiempo había leído el libro del ex mirista Mauricio Rojas ‘Diario de un reencuentro’ publicado por la editorial Aguilar de ‘El Mercurio’ en el 2007, que se exilió en Suecia, y que allá se convirtió al liberalismo, siendo ex parlamentario del Partido Liberal Sueco. También es conocido por sus diversas columnas en que demuele con pruebas primero el paraíso sueco socialista que tanto le gustaban a los izquierdistas chilenos, y luego sus críticas al Estado de Bienestar Europeo en general. Como asimismo, su crítica a la ideología marxista leninista en que se baso su tesis doctoral. Autor de los libros ‘La Pasión por la Libertad’ y ‘Las desventuras de la bondad extrema’. Asimismo ligado al think tank chileno Libertad y Desarrollo. Hasta ahí está bien.

                             

 Pues bien, cuando leí el libro mencionado hay una parte en relata que su madre, que era militante del Partido Socialista, cae presa y es llevada al centro de detención Villa Grimaldi, hoy convertido en un parque de la Paz. Según cuenta Rojas: Ella “en abril de 1975 desapareció por unas semanas en la oscuridad de la represión de aquellos tiempos”. Si para la Izquierda oscuridad, para la mayoría de la población civil fue un descanso ese período. Agrega: “Fueron día de espanto para mujer de ideas radicales, pero de un temperamento suave y una bondad que es difícil de olvidar”. La experiencia que tuvo su madre, lo llevan a escribir: “Pero fue lo más cercano para mí, la prueba más directa e innegable de aquellas violaciones a los derechos humanos que ensombrecerán para siempre la memoria del régimen de Augusto Pinochet”. Termina citando las palabras del derechista que le gusta a los terroristas de Mir y del FPMR, Arturo Fontaine Talavera, el ex director del CEP en 1992: “El pecado original de la transformación capitalista”. 

 Ahora bien, ese capítulo sobre su madre me dejó con sospechas. Primero, por qué se habrán de recordar las violaciones a los derechos humanos de Pinochet y no los de Allende. Recuérdese que la Cámara de Diputados acuso a dicho gobierno de flagelación y tortura, además, de violar la mayoría de los derechos humanos. Segundo, la expresión ‘violaciones a los derechos humanos’ se refiere a lo que hicieron los agentes de seguridad que combatían el terrorismo, y no a los terroristas que mataron ya sea civiles y militares, antes, durante el Gobierno Militar y después de éste, como el asesinado senador Jaime Guzmán. ¿Por qué no se han recordar los crímenes de la Izquierda? En fin, me dejó la impresión de que Mauricio Rojas aún conservaba el rencor típico del Izquierdista chileno, pese haber abrazado las ideas de la derecha liberal. Sería más fácil olvidar como ha ocurrido en más de una vez, cuando hemos tenido una confrontación interna. Con todo, no se le ocurre a Rojas. Cada vez que ha habido una guerra interna, desde el nacimiento de la República los políticos han amnistiado a los dos bandos. El ejemplo más paradigmático fue la Guerra Civil de 1891, donde murieron 10.000 personas. Nadie se preguntó cuarenta años después cómo llegamos a eso. 

 Mi sospecha la vine a confirmar recientemente al leer una columna suya en el diario español digital ‘LibertadDigital’, titulada La reconciliación aún no ha comenzado’,donde aparece una foto de Pinochet con lentes oscuros. Primer reparo, ¿Por qué no pusieron la foto de Allende con la metralleta AK 47, que le regaló Fidel? En ese artículo enfatiza las violaciones a los derechos humanos supuestamente cometidas bajo el Gobierno Militar, el por qué llegamos hasta ahí y por qué no nos hemos encontrado. Su propio artículo es sesgado y tendencioso, que lo podría haber escrito Camilo Escalona, los abogados de derechos humanos de Izquierda los dirigentes del Partido Comunista o Gonzalo Bustamante. En el artículo todavía le queda el remanente del odio del Mir. 

 

 En efecto, Mauricio Rojas se pregunta al cumplirse el “40º aniversario del golpe militar que llevó al general Augusto Pinochet al poder”, si nos hemos reconciliado. La formulación de esa afirmación es incorrecta, ya que la mayoría de la sociedad civil a través de la Cámara de Diputados le pidió a las Fuerzas Armadas que intervinieran, no al general Pinochet. Acto seguido lanza una definición reconciliación: “Reconciliar es recuperar la confianza en el otro, o en una parte de nosotros mismos, si se trata de una comunidad o una nación. Pero la confianza no puede restablecerse si no entendemos lo que nos llevó a la desunión y no realizamos un esfuerzo por enmendar lo que cada uno puso de sí para que ello ocurriese”. Con el propósito de que “podremos estar seguros de que no vuelva a repetirse”. No hay que ser Mauricio Rojas para darse cuenta que no estamos reconciliados, ni en paz, solo en tregua, si las dos primeras se basan en supeditarse a las demandas de los grupos terroristas, como ha sido desde 1990. 

 Ahora le sale lo mirista: “reconocer los crímenes y las violaciones de derechos humanos cometidos bajo la dictadura militar, así como hacer justicia y reparar a las víctimas, es la antesala necesaria de la reconciliación”. El típico discurso que daba la Concertación, la cual no tuvo problemas morales en indultar a los terroristas del Mir y del FPMR. Nos podría contar cómo se combate el terrorismo, ya que fue miembro de una organización de ese tipo, en primer lugar. Y en segundo lugar, cómo detener un grupo que desea instalar un gobierno totalitario.

 

 Luego hace una pequeña autocrítica muy suave: “no es seguro que emprendamos ese esfuerzo, ya que nos involucra a todos los que de una u otra manera aportamos algo a esa lamentable marcha de Chile hacia la destrucción de su vieja democracia”. O sea, él pone en el mismo nivel a los abrazaron el totalitarismo y la vía armada contra quienes se opusieron, y que ultima instancia o última ratio, no le quedo más recurso que llamar a las Fuerzas Armadas. Aunque más adelante rectifica un poco: “si uno proviene de esa izquierda radical que apostó por la destrucción de la vieja institucionalidad chilena y la lucha fratricida como medio para crear una sociedad acorde con sus ideales revolucionarios. Nuestra responsabilidad no fue pequeña, y de ella no nos exime el que después hayamos sido víctimas de las tropelías de la dictadura”. Los victimarios se convierten en víctimas. Con todo, Mauricio Rojas se olvida de las tropelías que cometió el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Mir), y que le costó la vida a civiles y militares. Las llamadas ‘víctimas’ del Gobierno Militar eran los terroristas de su Mir y luego del Frente. O sea, no se puede matar a terroristas. ¿Eso está diciendo? 
 A los militares que están presos se los condena por haberse enfrentado a los terroristas. Ese su delito. No es el homicidio ni el secuestro. Los terroristas cometieron asesinatos y están libres. Hablemos una vez por lo menos en serio de los derechos humanos.
 Posteriormente, aclara que el derrumbe de la democracia ya se avizoraba a mediados de los 60. Ese tema hace tiempo lo abordé y debatí. Sin embargo, hay que aclarar que una cosa es el “proceso de ideologización y división irreconciliable de nuestro pueblo que se inicia durante los años 60” y otra cosa es que la Izquierda a la cual él pertenecía haya optado por la vía armada y la guerra civil para alcanzar el socialismo marxista leninista. La historiadora Patricia Arancibia Clavel escribió un libro titulado ‘Los hechos de la violencia’,  muestra que el respeto cívico comenzó a perderse a principios de los 60 y que la violencia poco a poco fue en aumento hasta llegar a la Unidad Popular. Así, militantes de los partidos que habían en aquel entonces se enfrascaban en riñas callejeras. Una riña entre un militante de la DC con un del PS, o bien del Partido Conservador con un comunista no te va llevar una dictadura comunista y armar una guerrilla. Una cosa es un riña y otra cosa son actos terroristas que el Mir inició a mediados de los 60 y que aparecen en ese libro. Los electores que no eran de Izquierda en 1970, jamás imaginaron la intervención militar tres años después.  Así de ingenuos en creer que un presidente marxista leninista iba a respetar la institucionalidad. Muchos chilenos pensaban así.Tal vez unos pocos avizoraban el peligro comunista a la vuelta de la esquina. Los únicos ideologizados estaban en la Izquierda. Más bien habría que hablar de enajenamiento y no ideologización. 

 Continuará…..

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5 Comments:

Blogger Máximo said...

Pienso que no se le puede exigir mas a alguien que fue de extrema izquierda.

El tipo es realmente renovado. Y mas aun para haber vivido en Suecia.

7:34 p.m.  
Blogger Javier Bazán Aguirre said...

Maximo:
Creo que tienes razón. Parece que no se le puede pedir más.

Mas que renovado es un convertido.

12:54 a.m.  
Blogger cristian said...

Creo que le pusiste mucho con respecto a Mauricio Rojas, después de todo son escacsísimos los personajes de la izquierda que han tenido el valor de cuestionar sus ideas y pensamientos y han sido capaces, incluso de pasarse al lado opuesto, el correcto. Me imagino el alto costo social que esto significó para Rojas en medio de una sociedad, como la sueca, infestada de chilenos que aun suspiran por los metodos del Plan Z, el transformarse en simbolo visible de todo lo que ellos odian. No le podemos pedir que , por ejemplo, condene públicamente a su propia madre, independientemente como ésta haya sido ¡es su madre, después de todo!
Creo que Mauricio Rojas, con su pasado y todo, ha hecho mucho más que varios "próceres" de derecha por criticar el sistema socialista y el de bienestar. No seas tan critico con él.
A propósito, ayer en Emol se unieron dos grandes traidores a las ideas de derecha, de distintos partidos, Hernán Larrain y el lamentable Felipe Kast, para escribir una columna defendiendo a la derecha tibiona y atacar las ideas de Novoa. Dan pena el par de weones. Yo le escribi un comentario que decía "Asi mismo pensaba Kerensky en 1916", y no me lo publicaron.
Este es el link:
link

10:47 a.m.  
Blogger Javier Bazán Aguirre said...

Dudo Cristián que le interese recocer el Plan Z a Mauricio Rojas. El artículo lo delata.

Soy critico con él porque lo considero un hipócrita y porque no repara el costo en vidas humanas que hubiera sido implementar una dictadura comunista.

Lo de Hernán Larraín era previsible e igualmente el de Felipe Kast. Éste último dijo que además de enseñar a pescar hay que entregar un bono.

11:03 a.m.  
Anonymous Sebastián said...

Muy tendencioso su artículo señor, con fotos de Allende con la ametralladora que le regalaron (vamos, qué quiere decir con esa foto, si hay que reconocerlo, él nunca mató a nadie), y argumentos que te hacen ser parecido a los extremistas de izquierda, que si hay alguien que piensa distinto a ti se vuelve tu enemigo inmediatamente. Poco razonable.

Mauricio Rojas parece un liberal de profunda convicción, eso se nota en sus obras y charlas. Por lo mismo, si la libertad es el derecho básico que merece todo individuo, hay que oponerse a cómo se llevó la dictadura (no necesariamente oponerse al pronunciamiento en sí mismo), un período donde las libertades humanas se anularon en muchos sentidos.

No hay que ser cegado por los sentimientos, hay que ver los hechos: asumir que en la dictadura se produjo el milagro económico chileno, pero tuvo inevitablemente un costo social que le sigue cargando hoy en día, le quita legitimidad y es caldo de cultivo para que los populismos de ultra-izquierda se aprovechen. En ese sentido adhiero a Rojas, ya que la reconciliación es la vía más propicia para que el modelo chileno se legitime ante la sociedad, cerrando la puerta a movimientos de ultra-izquierda que siguen tomando estas grietas para instalar sus intereses con cierto respaldo.

5:43 p.m.  

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