Un conservador era más peligroso que un marxista
Al cumplirse cuarenta años del pronunciamiento militar y de nuestra segunda independencia
nacional, que nos libero de convertirnos en otra Cuba comunista, sabemos que la
Izquierda con su mirada pluralista y tolerante le gusta imponer su visión de la
Historia. La Izquierda chilena, desde hace más de veinte años saca a relucir la
supuesta intervención de la CIA en el derrocamiento de Allende, omitiendo a la
KGB rusa y la DGI cubana. Hay que
recordar que desde 1953 la KGB había establecido relaciones con Salvador
Allende. Desde 1970, el ex presidente recibió 50.000 dólares en forma permanente,
por parte de la KGB. Estados Unidos a través del embajador Nathaniel Davis
simplemente le entregaron dinero a los partidos políticos contrarios a la
Unidad Popular para mantenerlos vivos. La
decisión de llamar a las Fuerzas Armadas vino de los propios chilenos. De ese
modo, quieren dar la impresión que por capricho de la superpotencia, cayó la
Unidad Popular, sin explicar obviamente, que la Izquierda sin temor, libre y
soberanamente opto por el totalitarismo. Nadie le apunto con una pistola para
que abrazaran el Bloque Comunista. La verdad es que la CIA no tuvo nada que ver
en la caída de “líder”, que era el apodo que la KGB le dio Allende, luego que
éste aceptara ser agente de esa organización. Los chilenos quisieron
desembarazarse de un gobierno que salió de la ley y de la Constitución.
Es frecuente que la Izquierda saque a relucir el
Informe Church, del demócrata norteamericano, Frank Church y el libro del
izquierdista, también norteamericano, Peter Kornbluh.
Ahora bien, en el post anterior me olvide una cosa.
Ayer la Izquierda hablaba del ‘poder popular’, hoy es ‘la calle’ donde se
deciden las políticas, y no en el parlamento.
La semana pasada, en un programa de noticias de la quinta región, la vocera de la Nueva Mayoría insistía que esa coalición debía
tener una amplia mayoría en el Congreso para eliminar los supra quórum, y así
hacer las demandas de los ‘movimientos sociales’. O sea, la mitad del país o
menos desea quitarle las libertades resguardadas en la Constitución. Por eso,
es importante noquear a la oposición en esta elección. Ayer eran los únicos
representantes del pueblo, hoy lo son de la ciudadanía, como dijo la vocera, como
si los electores de derecha no tuviesen demandas ciudadanas, ni fuesen
ciudadanos.
Igualmente, entrevistaron al hijo del terrorista
del FPMR, Manuel Parada que decía a propósito del 11 de septiembre: “Las
heridas están aún abiertas”. La Izquierda es la que no quiere cerrar. El
periodista, Matías del Río no le formuló preguntas incómodas.
Así, el periodista norteamericano James Whelan
autor del voluminoso libro “Desde las Cenizas”, cuando aborda las relaciones de
Chile con Estados Unidos y la ITT, arguye que la política de Washington
relacionado con la política exterior se basaba en la Izquierda:”Al contrario de
la imagen que se vende habitualmente, aún la CIA estaba dominada por la misma
calaña de “progresistas” que la poblaba el Departamento de Estado, que se halla
mucho más cómodo con las ideologías y políticas de los socialdemócratas que con
las cualquiera otra tendencia de Derecha ”. Dicho con otras palabras, con o sin
Nixon, Estados Unidos tenía una política
exterior “progresista”. A continuación, Whelan relata las luchas que tuvo que
dar, el asesor para la Seguridad Nacional de Nixon, Henry Kissinger contra los
burócratas del Departamento de Estado.
El periodista cita las memorias del ex asesor en la que ilustra que las
pelea que tuvo dar: “un candidato (Alessandri) de impecables antecedentes
democráticos cuya principal falla, a los ojos de nuestro burocracia, era ser
conservador. Que se haya podido sostener esa opinión –y que aún llegara a
prevalecer- en la administración de Nixon, demuestra de nuevo cuán difícil es
para un Presidente imponer sus puntos de vista sobre la burocracia enquistada”.
Whelan cuenta que en la campaña de 1970, los
auspiciadores o representantes de los tres candidatos a la presidencia,
Alessandri, Tomic y Allende, fueron a pedirle financiamiento al embajador Korry.
El representante del candidato marxista pidió un millón de dólares.
Luego los
burócratas del Departamento de Estado sacaron al embajador de Estados Unidos en
Chile, Edward M. Korry, quien veía a
Allende como una amenaza por Nathaniel Davis, quien a diferencia de su
antecesor “se mostraría deslumbrado por Allende”. Lo peor que le podía pasar a Chile, según los
burócratas, era elegir a un conservador. Davis prefería que el gobierno de
Allende, le golpeara la mejilla. Hay que imaginarse ese ministerio de puros
Robert Redford y George Clooney.
Cuando se reunió el Grupo Superior de Evaluación
del “Comité del los Cuarenta” del Consejo de Seguridad Nacional, se emitió un
directiva para impedir que el gobierno de la Unidad Popular se consolidara. Sin
embargo, como hizo notar Kissinger: “la directiva era severa, pero menos
drástica y determinante de lo que sonaba…. (y) mucho menos de lo que fue la
política que se siguió más tarde adoptada contra de Augusto Pinochet, de Chile,
o Anastasio Somoza de Nicaragua”. Para los cuarenta, el gobierno de Allende era
amenaza para los Estados Unidos y, por tanto, para el resto del mundo libre.
Los pensadores “progresistas” norteamericanos
tenían la siguiente visión con respecto al rol que debía tener Estados Unidos
con el resto de la comunidad mundial, incluyendo a Allende, por su puesto.
Whelan lo resume así: “1) Si lo abofetean, ponga la otra mejilla, porque…..esas
bofetadas sólo habían sido administradas bajo la “ley” chilena (según la
interpretación que les daban los “progresistas”), y, además, Allende tenía que
llevar el programa electoral, 2) abran billeteras para facilitar el camino de
Allende hacia la tierra prometida de la revolución socialista; 3) pase lo que
pase, mantengan las manos fuera de Chile, porque, después de todo, el país
tiene efectivamente la madurez política para manejar sus propios asuntos,
encontrar su propio camino, sin mencionar a ambos principios cardinales
fundamentales, el de la autodeterminación y el no-intervención”. Como señala
más adelante, los mismos que sostenían la no injerencia en el Chile de Allende,
iban a sostener lo contrario con Pinochet: “1) castigar a Pinochet, tanto real
como simbólicamente; 2) cerrar todas las billeteras a ese régimen; 3) usar todos los medios
posibles para derribar el régimen, de modo de salvar a los chilenos de sí mismo: la autodeterminación y la
no-intervención son más un asunto de pasión y prejuicio que de principios”.
La
Izquierda internacional como la nacional quiso boicotear las exportaciones
chilenas durante el Gobierno Militar. De esa ensalada sobre el papel de Estados
Unidos con el resto de la naciones, surgiría la teoría de un conspiración, que
fue conocida como “el bloqueo invisible”, como la responsable de los problemas
económicos de Allende, y que éste la denuncio en su discurso de las Naciones
Unidas. Sin embargo, el político de Derecha, Sergio Onofre Jarpa desmintió lo
dicho por Allende en la Asamblea General:”La crisis que afronta, nuestro país
no ha surgido de presiones externas, sino de la aplicación forzada de un
sistema marxista anacrónico, injusto e ineficiente.”
A medida que la escasez de alimento aumentaba, el
programa Alimentos por Paz, de Estados Unidos aumento también de 16,8 millones dólares en más de
US$ 250.000 en asistencia especial para catástrofe durante el gobierno de
Allende. A propósito de lo mismo y de cómo el amigo alimenta al enemigo, de los
‘compañeros de ruta’ de los comunistas y de lo malo que son los subsidios, el
escritor y amigo Francisco Salinas escribe en su libro ‘La Libertad es gratis’:
“Sin el trigo que Estados Unidos subsidiaba
a la Unión Soviética, ésta no podría haber sobrevivido tanto tiempo. El
trigo subsidiado le permitía a los rusos gastar más recursos en expandir su
revolución que alimentar a sus habitantes; mientras los contribuyentes
norteamericanos alimentaban a los habitantes de la Unión Soviética, ésta se
dedicaba a invadir y ocupar gran parte del
tercer mundo”. Agrega: “Por un lado el gobierno del presidente Reagan
amenazaba a los soviéticos con su
proyecto “Star Wars”, mientras se mostraba frustrado por no poder vender trigo
subsidiado al enemigo”. Y así, Chile era una amenaza para Estados Unidos.
El nuevo
embajador norteamericano, Nathaniel Davis consideraba a Allende un demócrata
sincero y un reformista. ¿Alguien le habrá traducido lo que decía el presidente
marxista? El ex embajador escribe en sus memorias: “”…confío en que ningún elemento
de la Embajada de los Estados Unidos haya suministrado apoyo financiero a los
movimientos huelguísticos de octubre de 1972 y agosto-septiembre de 1973. Por
lo que yo puedo decir, ni dinero ni apoyo de ningún tipo fueron pasados a
Patria y Libertad en ningún momento de mi gestión. Yo evité las oportunidades
de encontrarme y conocer a Cumsille, dirigente de los comerciantes minoristas, a
Bazán, de los profesionales (CUPROCH), a Jara, del transporte terrestre, y
Villarín de los camioneros…”. Además, el mencionado embajador se dedico a
bloquear las actividades de la CIA.
Era tan izquierdista este embajador que muestra su
pena por no haber ayudado a escapar al socialista Carlos Altamirano.
Y así y todo, la secretaria de Estado del
presidente Bill Clinton, Madeleine Albrigtht, cuando hubo
acabado la Guerra Fría, dijo que apoyar a Pinochet fueron “terribles errores”. Y Colin
Powell afirmó después: “No es un capítulo de la historia de Estados Unidos del
que estemos precisamente orgullosos”. O sea, hubiesen preferido que cayese
Chile bajo una dictadura comunista y que muriesen un millón de chilenos, como
quería el comandante ‘Pepe’ del Mir.
Etiquetas: Augusto Pinochet, CIA, Departamento de Estado, Edward M. Korry, Gobierno Militar, Henry Kissinger, James R. Whelan, KGB, Madeleine Albrigtht, Nathaniel Davis, Política Exterior de Estados Unidos, Unidad Popular
4 Comments:
Los yanquis y sus extraños escrúpulos. ¿Sería que no teníamos petróleo para su industria y estilo de vida?.
Rolando el furioso:
La primera frase resume el post.
Los países hacen su propio negocio, hay todos se hacen los tontos porque el negocio ya no es el mismo que antes.
Cierto. Lo único que puedo decir.
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