¿Cuánto tiempo lleva fabricar una vacuna o cómo conseguir lo imposible?
4/05/2020
A la vista de
la multitud de noticias en las que se dice que se dispondrá de una vacuna
frente al SARS-CoV-2 en pocos meses y que, además, podrá fabricarse a gran
escala, un artículo de opinión de Stuart Thompson publicado el 30 de abril
en The New York Times aborda ese asunto con el sugerente
título: “How long will a
vaccine really take?
En noticias
previas publicadas en estas entregas ya se expuso la opinión del Dr. Anthony
Fauci en la que estando de acuerdo con que una vacuna sería el arma definitiva
frente al coronavirus, también afirmaba que no estaría disponible antes de 12 o
18 meses. La triste realidad detrás de esta esperanzadora predicción es que
probablemente la vacuna no llegue a tiempo: no se ha comercializado hasta ahora
una vacuna frente a coronavirus para humanos. El record en desarrollar una
vacuna completamente novedosa es de al menos cuatro años, lo que es más del
tiempo que en cuanto a la distancia social el público o la economía puede
tolerar.
Pero se
pregunta el autor que si hay alguna ocasión para acelerar, es precisamente
esta. Para ello recaba la opinión de expertos en vacunas para conocer si se
puede comprimir el calendario para disponer de una vacuna en los próximos meses
en lugar de años.
A la vista de
las 95 vacunas en fases clínicas o preclínicas, una primera medida sería poner
la mayor parte de las candidatas en primera línea de salida de modo que no se
“pongan todos los huevos en la misma cesta”; pero teniendo presente que menos
del 10% de las que entran a los ensayos clínicos serán aprobadas por la Food
and Drug Adminsitration. El resto se quedan por el camino por no ser
efectivas o por tener demasiados efectos adversos.
Algo positivo
es que se puede aprovechar la experiencia de las investigaciones previas con
vacunas frente a otros coronavirus (SARS y MERS) ya que tienen alrededor de un
80% de homología con el SARS-CoV-2 y usan la espícula S como antígeno vacunal.
Pero el ir tan rápido puede tener un coste motivado por el acortamiento de la
fase de investigación preclínica. En esa etapa de trabajo preparatorio ya
tendría que haber una “fábrica piloto” que estuviera preparadas para producir
una cantidad adecuada de vacuna a utilizar en los ensayos clínicos.
Una vez
finalizada la etapa preclínica, se plantean las opciones para acortar los
plazos de las fases clínicas, aunque la regla de oro de los investigadores es
no comenzar a probar el prototipo en humanos hasta que se hayan hecho las
pruebas de seguridad más rigurosas. ¿Cuáles serían las opciones?:
. Utilizar una
“velocidad pandémica”: comenzar una fase sin finalizar la precedente, aunque lo
habitual es que transcurran meses entre las distintas fases para estudiar
detenidamente los hallazgos. Si la velocidad no fuera pandémica y sí fuera
convencional, no finalizarían las fases antes de 18 meses.
. Combinar las
fases para pasar con rapidez a la fase III y utilizar un mayor número de
voluntarios participantes en los ensayos.
. Vacunar en
primer lugar a los trabajadores esenciales y de primera línea, lo que podría
ser una realidad para finales de este año, tal como se apunta desde la
Universidad de Oxford.
. Construir las
plantas de fabricación desde el primer momento supervisadas por la autoridad
regulatoria. Cada vacuna necesita una instalación y equipamiento distinto y a
la medida del producto que se va a producir. Estas plantas deben cumplir con
estrictas medidas para instalaciones biológicas, lo que lleva alrededor de
cinco años, y a un coste de al menos tres veces más que las plantas
farmacéuticas convencionales.
En este proceso
acelerado (fast-track), ¿qué pasaría si una prometedora vacuna hiciera
que empeorara la clínica de la enfermedad en caso de contraerla?, como puede
ocurrir con alguna vacuna por efecto del “Vaccine-Induced Enhancement”.
Este efecto, además, sería visible solo cuando se hubieran vacunado cientos o
miles de personas.
Por otra parte
hay que tener presente que para conocer la eficacia de una vacuna por los
métodos convencionales, los voluntarios de los dos brazos del ensayo tienen que
exponerse de manera natural al patógeno. Ello implica llevar a cabo los ensayos
ahí donde más esté golpeando la enfermedad o vacunar a los contactos de una
persona infectada, pero ¿qué pasaría si la enfermedad estuviera en retroceso?
Pongámonos en
la situación más favorable. Han pasado 18 meses y disponemos de una vacuna.
Surgirían las siguientes preguntas:
. El tener una
vacuna, ¿quiere decir que está disponible para vacunar a millones de personas?,
¿Que puede haber millones de personas en lista de espera?, ¿Qué ocurriría si no
fueran los Estados Unidos los fabricantes de una vacuna? En ese caso,
¿esperarían los ciudadanos a que su país productor los priorizara? En relación
a este punto, la Fundación Bill y Melinda Gates se ha comprometido a construir
plantas para siete vacunas diferentes, aunque al final solo queden dos vacunas
en el mejor de los casos. El antiguo responsable de fabricación de vacunas
de Merck comentó que los Estados Unidos tendrán capacidad para
producir masivamente no más de dos o tres vacunas.
. ¿Habría
interferencias con la producción de millones de dosis de las vacunas
sistemáticas?
. ¿Cómo puede
acortarse la aprobación por la F.D.A.? La aprobación no es una mera formalidad
y puede llevar un año entero durante el que los científicos y los comités
asesores revisan los estudios para estar seguros de que la vacuna es tan segura
y efectiva como dicen sus fabricantes. El no revisar en detalle el dossier
científico puede conducir a una situación como la vivida en los cincuenta con
la contaminación de un lote de la vacuna antipoliomielítica inactivada con
virus salvaje que provocó la muerte a varios niños. La cuestión que surge es:
¿por qué hay tantos equipos de investigadores que expresan unas predicciones
tan optimistas, cuando la mayoría de los expertos se muestran escépticos
incluso para los 18 meses? El periodista responde: “quizás porque no solo
escucha el público, sino también los inversores”.
. ¿Cómo se
podría acelerar el proceso de rellenar e inspeccionar los miles de millones de
viales y de sellar con los tapones, almacenar las dosis, embarcarlas en
transportes manteniendo la cadena de frío, liberación de lotes…..? En
definitiva, esta parte constituye un cuello de botella como lo ha sido la
escasez de respiradores, mascarillas y de otras medidas de protección personal
en la pandemia.
Otro punto a
considerar es el de las vacunas “novedosas” que no han sido utilizadas en
humanos hasta ahora. Y ahí surge el tema de la vacuna de ARN mensajero, a la
que Bill Gates la ha calificado como una de las seis innovaciones que pueden
cambiar el mundo. La pregunta es: ¿puede funcionar?, según el Dr. Ledley de la
Universidad Bentley “en términos de probabilidades de éxito, lo que dicen los
datos es que los ensayos llevarán más tiempo y será menor la probabilidad de su
comercialización.
¿Qué pasaría si
se cumplieran los pronósticos más pesimistas? El autor del artículo se remite
al caso del V.I.H. para el que tras 40 años de trabajo aun no hay una vacuna y,
aunque a diferencia de aquel el SARS-CoV-2 no parece mutar significativamente,
en el caso de que se retrase la consecución de la vacuna, los fármacos
terapéuticos en desarrollo frente al nuevo virus pueden hacer cambiar la lucha
pandémica.
Esos tratamientos,
junto al uso de pruebas diagnósticas rigurosas y el estudio, seguimiento y
cuarentena de contactos, pueden conseguir que “el futuro comience a parecer un
poco más brillante y la vida pueda retornar a la normalidad antes de que nos
inyecten una vacuna.
Fuente: https://www.vacunas.org/cuanto-tiempo-lleva-fabricar-una-vacuna-o-como-conseguir-lo-imposible/
BEtiquetas: Coronavirus-19, Vacunas
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