domingo, abril 16, 2006

Comentario de libro: Ayn Rand










Pocas personas en el mundo literario chileno han oído hablar de la escritora y pensadora Ayn Rand. En el sitio de José Piñera, él la mencionó, porque un emprendedor le recordaba a un personaje de la novela “El Manantial”. En internet hay un sitio donde Xrisí Athina Tefarikis hace una reseña el 16 de febrero del 2004, en términos elogiosos y de la vigencia del pensamiento de Rand.

Ayn Rand nació el 2 de febrero de 1904 en la Rusia Zarista. A ella le tocó presenciar del terror creado por el golpe de estado de los bolcheviques, en el mes de Octubre. Su familia se empobreció.

En 1921, Alissa, que es su nombre original, se matriculó en la Universidad de San Petersburgo para estudiar Filosofía e Historia. La farmacia de los Rosembaum fue confiscada.

Cuando cumplió veintiún años en 1926, pidió permiso para viajar a los Estados Unidos, y así visitar unos parientes. Nunca más volvió a la Rusia Comunista.
Rand les recordó a los norteamericanos, como se dice a menudo, las bases morales del invidualismo en que se fundó los Estados Unidos.

Su nombre original era Alissa Z. Rosenbaum, que luego en los Estados Unidos se lo cambió por Ayn Rand con el fin de proteger a su familia residente en la URRS.

El movimiento libertario norteamericano comienza con ella. Las novelas de Rand no aportan un estilo novedoso en la forma, como James Joyce en “Ulises”, Marcel Proust en “En busca del tiempo perdido”, William Faulker en “Absalón, Absalón” y “El Sonido y la Furia” del mismo autor ,y Mario Vargas Llosa. El lector no tendrá ningún problema en leer.

El mérito de Rand como escritora fue defender el capitalismo y el individualismo en un siglo, en que la moda era el colectivismo ya sea el nazismo o comunismo. Rand defendió los derechos individuales frente al estado, no los derechos humanos, que son dos cosas distintas. Al revés de los intelectuales de izquierda que buscaban el paraíso en cada dictadura comunista, desde Moscú, Pekín, Hanoi, Camboya y La Habana, y no valoraban las sociedades en que vivían.

La novela que retrata ese período en que la familia Rosembaum se empobrece es, pues, “Los que vivimos” (We, the Living , 1936). En esta novela de corte autobiográfico Ayd Rand describe su alter ego, que es la joven Kira Argounova, quien desea estudiar ingeniería para disgusto de sus padres. En esta novela se perfilan las características de sus novelas siguientes: en los personajes como Kira se los representan seguro de sus convicciones filosóficas, la defensa del individualismo ante la tiranía de la mayoría y las primeras luces de su filosofía objetivista. Kira es una mujer fuerte, lo cual no quiere decir dominante. Kafka queda chico con sus novelas que reflejan la burocracia del Imperio Austro-Húngaro. Aquí se siente el poder del estado y la arbitrariedad, donde el individuo es un esclavo del Estado.

Si trata de la sociedad de la igualdad, que tanto le gustó retratar a la izquierda, Ayd Rand lo refuta con el arriendo en tiempos de la NEP: “Doubenko, obrero, cuarto número 12, 3.000.000 de rublos. Rilnikov, funcionario soviético, cuarto número 13, 6.000.000 de rublos.
Argounov, comerciante privado, cuarto número 14, 50.000.000 de rublos
”.

En otra parte del libro se ve que Ayn Rand a los 18 años era bastante madura y un adelanto de su obra posterior: “Niegan a los mejores el derecho a llegar a las palancas de mando, y luego no les quedará ninguno de ellos. ¿Qué son vuestras masas, sino barro que merecen que lo pisen, combustible que hay que quemar? ¿Qué es el pueblo sino millones de pequeñas almas desoladas que no tienen pensamientos propios, ni sueños profundos, ni voluntad propia? ¿Y para éstos hay sacrificar a los pocos que conocen la vida…, que son la vida? Odio vuestros ideales, porque no conozco peor justicia que la justicia para todos. Porque los hombres no han nacido iguales, y no sé por qué hay que querer que lo sean.”

Más adelante, Ayn Rand compara la autocracia zarista con el totalitarismo comunista por la experiencia de otro personaje: “Oídme muchachos. He pasado cuatro años en Siberia. Los pasé porque veía a la gente muriéndose de hambre y de miseria bajo una bota, y buscaba su libertad. Sigo viendo gente morir de hambre y de miseria bajo una bota. La única diferencia está en que ahora la bota es roja. Yo no fui a Siberia para unos locos, ebrios de poder y sedientos de sangre, que estrangulan al pueblo como no se le estrangulaba ni en tiempos del zar, y que están menos dispuestos que el mismo zar a oír hablar de la libertad”.

En otra parte realza el individualismo: “Nadie puede decir a los hombres para qué viven. Nadie puede arrogarse este derecho si no quiere encontrar ante sus ojos a un monstruo, un horror que ninguna mirada puede soportar. Porque, ¿veis, camaradas?, en los hombres, en los mejores de nosotros que están por encima de cualquier estado y de cualquier colectividad, hay cosas demasiado preciosas, demasiado sagradas, cosas que ninguna mano extraña debe atreverse a tocar. Miraos a vosotros mismos, sinceramente, sin miedo; miraos y no se lo digáis a nadie, a nadie más que a vosotros mismos: ¿para qué vivís? ¿Acaso no vivís por vosotros mismos, para vosotros mismos, única y exclusivamente para vosotros mismos? ¿Para una verdad más alta que ninguna, que es “vuestra” verdad? Llamadla como queráis: vuestra razón de vivir, vuestro amor, vuestra causa… ¿no es siempre ésta? Dais la vida, morís por vuestro ideal; ¿pero acaso este ideal no es “vuestro”? Todo hombre honrado vive para sí mismo y quienes no viven así no pueden decir que vivan. Contra esto no podéis hacer nada. No le podéis cambiar, porque el hombre nació así: solo, completo, como un fin en sí mismo. No podéis cambiarlo, del mismo modo que no podéis lograr que nazcan hombres con un solo ojo, o con tres piernas y dos corazones. No hay ninguna ley, ningún libro, ninguna G.P.U. que pueda hacer crecer una nariz suplementaria a ningún rostro humano. No hay decisión de Partido que pueda matar en un hombre aquello que es capaz de decir “yo”.

Años más tarde, en 1943 publicó la novela “El Mantantial” (The Fountainhead) en la que relata la historia del arquitecto Howard Roark que defiende el individualismo frente al colectivismo encarnado en los convencionalismo, las corporaciones y gremios, los cuales sacrifican el individuo por la sociedad. La novela tiene 685 páginas. En las novelas de Ayn Rand, los villanos son los que predican la igualdad, el colectivismo de cualquier tipo, ya sea laico o religioso. A Howard Roark lo acompañan una serie de personajes, como Dominique Wynand, Ellsword Monkton Toohey, Meter Keating y Gail Wynand. Cada uno de esta fauna de personajes representa una idea, por así decirlo. Así Dominique Wynand es la versión femenina de Roark.

A Ella le preguntan por la humanidad un personaje. Ella responde: “Nuestra idea de humanidad es una cosa muy peculiar. Todos tenemos una noción algo vaga y brillante y cuando hablamos de ella, pensamos en algo solemne, grande e importante. Pero, en realidad, todo lo que conocemos de la humanidad se reduce a las personas que encontramos en el curso de nuestras vidas. Míralas. ¿Conoces a alguna por quien sentirías algo grande y solemne? Lo único que hay son amas de casa que regatean con los vendedores ambulantes, muchachos traviesos que escriben palabras obscenas en las paredes y debutantes borrachos. O sus equivalentes espirituales. De hecho, se puede sentir algún respeto por la gente que sufre. Tienen una cierta dignidad. Pero ¿los has contemplado alguna vez cuando se divierten? Ahí es cuando se ve la verdad.

Howard Roark representa el individuo que se guía por su propio interés, que Rand llama egoísmo. Quizás ello choque al principio, mas luego se comprende.
Howard Roark defiende a los creadores: “Miles de años atrás, un gran hombre descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la misma estaca que había enseñado a encender a sus hermanos. Seguramente se le consideró maldito que había pactado con el demonio. Pero, desde entonces, los hombres tuvieron fuego para calentarse, para cocinar, para iluminar sus cuevas. Les dejó un legado inconcebible para ellos y alejó la oscuridad de la Tierra. Siglos más tarde un gran hombre inventó la rueda. Probablemente fue atormentado en el mismo que había enseñado a construir a sus hermanos.
Ese gran hombre, el rebelde, está en el primer capítulo de cada leyenda que la humanidad ha registrado desde sus comienzos. Prometeo fue encadenado a una roca y allí devorado por los buitres. Adán fue condenado al sufrimiento porque comió del fruto del conocimiento".

El interés del creador es conquistar la naturaleza. El interés del parásito es conquistar a los hombres.
El creador vive para su trabajo. No necesita de otros hombres. Su fin esencial está en sí mismo. El parásito vive de otros. Necesita de los demás. Los demás se convierten en su motivo principal
.”
Ellsword Monkton Toohey es el parásito que aboga por el sacrificio del individuo por la sociedad. Es una suerte de opinólogo de izquierda.

En 1952 publicó “La Rebelión de Atlas” (Atlas Shrugged), en la cual se muestra la pugna de dos maneras de pensar: los que se guían por el egoísmo y los que seguían por el altruismo. La novela tiene 1113 páginas. El título original del libro es The Strike (Huelga). Sin embargo, la huelga que muestra Ayn Rand no es una huelga de los trabajadores, sino de los empresarios. En vista de que la sociedad los desprecia, ellos poco a poco empiezan a desaparecer junto con sus empresas. La sociedad que describe Ayn Rand es la sociedad de los planificadores y burócratas que empiezan fijar las cuotas que deben producir las industrias, no respeta la propiedad privada, seguía por la necesidad, la equidad, lo social y la nacionalización de las empresas. O mejor dicho, Ayn Rand muestra una sociedad que hace suyo la frase cliqué de la izquierda en el siglo XX, que repetían como si fuese un rosario: “a cada cual su necesidad”. Los personajes son Dagny Taggart, la vicepresidenta de una línea de ferrocarril transcontinental, Francisco d’Anconia, un empresario dueño de minas de cobre por todo el planeta, Danneskjold un peculiar pirata, Hank Rearden un magnate del acero y creador de una nueva aleación, un inventor que detiene el mundo, además de un filósofo que cree en la razón y un compositor. Estos personajes fundan después una utopía capitalista.
Ayn Rand pone por boca de sus personajes, sin tapujos la actitud capitalista, que algunos les recordará los yuppies de la década de los 80: “La señorita Taggart afirmó: “Deseo ganar muchísimo dinero con la línea “John Galt”. Y ese dinero será exclusivamente mío”.

Al leer a Ayn Rand uno valoriza toda la cultura, desde el clavo o una tuerca hasta las grúas, maquinarias, rascacielos, aviones, etc. Todo lo que implica algún logro humano. La cultura no la reduce a manifestaciones artísticas, sino que éstas son productos de la industria: "Una vez, un anciano profesor de literatura, amigo de la señora Taggart, los vio sobre un montón de chatarra, en un patio, desmontando un coche viejo. Se detuvo, giró la cabeza y dijo a Francisco: “Un joven de tu posición debería pasar el tiempo en la bibliotecas, absorbiendo la cultura del mundo”. “¿Y qué cree usted que estoy haciendo?”, le contestó Francisco. "

También en Rand te hace ver las consecuencias de la moralidad del altruismo, equidad, etc: “¿No es acaso vil trabajar sólo para obtener una ganancia? Pues bien, yo hice lo contrario: acepté una pérdida. ¿No estamos todos de acuerdo en que el propósito y justificación de una empresa industrial no es la producción, sino el bienestar de sus empleados? Las minas de San Sebastián significaron un tal sentido la empresa más afortunada de toda la historia industrial; no produjeron cobre, pero proporcionaron sustento a millares de hombres que en toda su vida no hubieran podido conseguir jamás el equivalente a uno solo de los jornales pagados por un trabajo que no realizaron. ¿No estamos de acuerdo en que todo industrial es un parásito y un explotador, y en que son sus empleados y obreros los que realizan la tarea y hacen posible su ganancia personal? Pues bien, yo no exploté a nadie…Se la dejé a un especialista en minas que no era muy bueno, pero necesitaba con urgencia ese puesto. Generalmente se dice que al contratar a alguien, es su necesidad la que cuenta y no sus posibles cualidades….He puesto en práctica todos los preceptos morales de nuestra época…esperaba gratitud y una mención de honor. No comprendo por qué se me está recriminando ahora”.

Ayn Rand siempre agracede la nación que la acogió en sus novelas: “Para gloria de la humanidad, existió por vez primera y única vez en la historia un país del dinero y no me es posible dar mayor tributo a los Estados Unidos de América porque eso significa un país donde reina la razón, la justicia, la libertad, la producción y el progreso. Por primera vez, la mente y el dinero de los hombres quedaron libres”. “Si me pide que dé algún nombre a la distinción de la cual los estadounidenses pueden estar más orgullosos, yo elegiría, porque contiene a todas las demás, la de haber sido el pueblo que acuñó la expresión ‘hacer dinero’. Ninguna otra lengua o nación había utilizado semejante fórmula, porque los hombres consideraron a la riqueza como una cantidad estática que sólo podía ser arrebatada, mendigada, heredada, distribuida, saqueada u obtenida como favor. Los estadounidenses fueron los primeros en comprender que la riqueza debía ser creada. La frase ‘hacer dinero’ contiene la esencia de la moralidad humana.”

Ayn Rand murió el 6 de marzo de 1982, perdiéndose la caída del sistema político y económico que tanto daño le hizo a su país.
Me he extendido con el comentario de esta genial pensadora y novelista para tratar de cautivarlos. De hecho, los tres libros que he comentado me han gustado. Puedo decir que fue una buena inversión y que me ha permitido ver la sociedad de un modo distinto.

En el mundo hispanoamericano la editorial Grito Sagrado de Argentina es la que publica sus novelas. En Chile, las vende la librería Antártica. Si el libro no se encuentra en Antártica, ésta puede importarlo de Argentina.

Ayn Rand, La rebelión de Atlas, Buenos Aires, Grito Sagrado, 2004, 1113 páginas
Ayn Rand; El Manantial, Buenos Aires, El Grito Sagrado, 2004, 685 páginas
Ayn Rand, Los que Vivimos, Barcelona, Ediciones G.P, 1974, 509 páginas

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8 Comments:

Blogger Sine Metu said...

Javier,

Te mando dos artículos interesantes de Ayn Rand que puse en mi otro sitio:

Los fundamentos del gobierno (este está en castellano)

Playboy Interview, 1964 (Entrevista que le hizo Alvin Toffler para la revista de las conejitas)

12:20 a.m.  
Blogger Alvaro71 said...

Muy interesante, se vé bastante radical. Espero tener la oportunidad de leerla.
saludos,

11:52 a.m.  
Blogger Águila libre said...

Hola, no leo mucho, pero aquí si me entretengo y me encanta leer lo que escriben. Hoy apredí algo nuevo, gracias a tu post.

Un abrazo

María Paz

12:11 p.m.  
Blogger Koke said...

Tengo tanto que leer que tendré que poner a esta autora en la lista de los libros que debo leer. Sin embargo, no la conocía y es realmente interesante el hecho de que una mujer se haya puesto a pensar en el capitalismo y el liberalismo político en plena era soviética. Simplemente genial. Gracias a ti puedo aprender sobre pensadores que no son del statu quo izquierdista. Saludos.

6:01 p.m.  
Blogger Javier Bazán Aguirre said...

Koke:
Lee los links que me mando Sine Metu son buenos. Te van a dar una buena idea.

12:39 a.m.  
Blogger Patricia said...

Yo acabo de terminar "Los que vivimos" y la verdad me ha gustado mucho, muy entretenido de leer y de paso se aprende un poco de historia, teniendo en cuenta que está contada desde un punto de vista muy determinado, por lo que he leido de su biografía la autora no estaba de acuerdo con el regimen comunista y este le libro es lo más cercano a su biografía, un saludo

5:01 a.m.  
Blogger amaranta said...

ALGUIEN ME PUEDE DECIR AKE SE REFIERE? "ODIO VUESTROS IDEALES" A CUALES SE REFIERE?


“Niegan a los mejores el derecho a llegar a las palancas de mando, y luego no les quedará ninguno de ellos. ¿Qué son vuestras masas, sino barro que merecen que lo pisen, combustible que hay que quemar? ¿Qué es el pueblo sino millones de pequeñas almas desoladas que no tienen pensamientos propios, ni sueños profundos, ni voluntad propia? ¿Y para éstos hay sacrificar a los pocos que conocen la vida…, que son la vida? Odio vuestros ideales, porque no conozco peor justicia que la justicia para todos. Porque los hombres no han nacido iguales, y no sé por qué hay que querer que lo sean.”

7:51 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Mediocre como todos los blogs derechistas.

Jorge Guadalupe

11:16 a.m.  

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