Reflexión inútil I
Un rasgo de las personas de derecha, ya sea liberales, ya sea conservadores, es que desconfían de la naturaleza humana. El ser humano es malo. O también conocen la naturaleza humana. O creen que existe una característica inmutable del hombre al cual llamamos naturaleza. Siguen de hecho al filósofo inglés Thomas Hobbes, quien sostuvo que el hombre era un lobo para el hombre. La izquierda, por el contrario, sigue al filósofo francés Jaques Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza.
Los Padres Fundadores de los Estados Unidos eran hobbeianos en el sentido que había que proteger al ciudadano del gobierno. De ahí la democracia indirecta, el federalismo y el derecho constitucional de las personas de por armas por si el gobierno deviene en tiranía.
Un buen conocedor la naturaleza humana es nada menos, que Nicolás Maquiavelo con su libro El Príncipe.
Me he dado cuenta que tanto políticos como académicos de la ex derecha tiende, por así decirlo, a dispararse a los pies, cuando se trata de explicar la caída de Allende y la posterior derrota de la insurgencia terrorista o guerrilla. O como el político Andrés Allamand busca enemigos dentro de la propia coalición, en vez de identificarlos afuera. De allí la expresión los poderes fácticos, que tanto gusto a la izquierda. Existe un grupo de personas que conspiró contra el proyecto de él en la derecha. Después de la primaria entre el Pablo Longueira y Allamand quedo demostrado que los poderes fácticos eran un simple cuento, y que la mayoría de la derecha no se idéntica con la llamada ‘Patrulla Juvenil’ de los noventa.
Ahora bien, cuando los políticos y académicos supuestamente de derecha se refieren a los derechos humanos en seguida se les nota el lavado de cerebro o que emplean el lenguaje de izquierda. Obviamente, la violación de los humanos comenzó justo el 11 de septiembre de 1973 y termino en marzo de 1990, cuando los militares entregaron el poder a los civiles. Antes no ocurrió nada y dentro del período señalado los terroristas o guerrilleros que quisieron derrocar al gobierno militar no violaron a los derechos humanos. Se ponen el parche antes de la herida, o bien, empleando una jerga del boxeo, tiran el guante, asegurándonos que están dando la batalla de las ideas por nosotros. Por ejemplo, a raíz de la muerte del dirigente socialista, Carlos Altamirano, el señor Cristián Valenzuela escribió el artículo “La historia se escribe con la izquierda”, en la muestra como el fallecido socialista llevo al país a un estado de confrontación. No sólo él, sino toda la izquierda de la época. Pues bien, lo primero que dice: “No busco en estas líneas empatar lo inempatable. Las violaciones a los derechos no se justifican ni se contextualizan nunca”. Después señala que los terroristas disfrutan de la vida, mientras los militares presos se han convertido en parias de la sociedad.
El gobierno de la Unidad Popular torturó y flageló porque se justificaba. Las vejaciones que padecieron los opositores en manos de los grupos o fuerzas de choque que apoyaban a Allende también se justificaban. Igualmente, los asesinatos a civiles y militares. El contexto no era la Guerra Fría, sino la revolución marxista. Después durante el gobierno militar lo mismo. El asesinar, poner bombas, lanzar bombas molotov y secuestrar a personas también se justificaba.
¡Es increíble que alguien escriba esas líneas, luego de saberse que el Museo de la Memoria está dedicado a los terroristas que combatieron al gobierno militar en nombre del derecho a rebelión! Antes del linchamiento a Mauricio Rojas escribí un post, en que muestro que el Museo de la Memoria le había erigido un museo al Comandante ‘Pepe’ del Mir, en el Neltume, quien como saben quería una revolución con un millón de muertos. Esas son víctimas de la llamada ‘dictadura’. Además, no se ha enterado el columnista, que la extrema izquierda extorsiono al ex presidente Patricio Aylwin con el sesgado e inconstitucional Informe Rettig y los militares a la cárcel. El mismo sector político que elogia a Carlos Altamirano como artífice de la reconciliación, de la democracia y de la economía, según nos refiere él en su columna.
El único responsable del fracaso de la Unidad Popular y de la ruina del país es Salvador Allende. Echarle la culpa a Altamirano es ser benévolo con la izquierda, pues las Fuerzas Armadas intervinieron porque el gobierno marxista se salió de ley y la Constitución. Un mes antes del 11 de septiembre se había descubierto el motín en la Armada en que la estuvo involucrado el fallecido socialista. Las Fuerzas Armadas intervinieron, además, porque se venía en serio la dictadura comunista y no por el discurso incendiario del Altamirano: “Como dirigente socialista, presionó y presionó al fracasado Gobierno de Allende, atizó a las masas y jugó con las ilusiones de millones de chilenos al generar las condiciones para el colapso total de nuestro país”.
Tampoco era retórica: “¿Provocar con su retórica la guerra civil en Chile?”. Siguiendo a José Piñera y su libro Una Casa Dividida refuta la excusa de la retórica usada por la izquierda, porque están las acusaciones del Acuerdo de la Cámara de Diputados.
Acro seguido cuenta que hay terroristas confesos y otros que culpan a su juventud por sus delirios revolucionarios: “Varios de ellos, terroristas confesos, que caminan libremente por la calle y que fueron liberados de culpa por sus delirios de juventud. Algunos de ellos siguen dictando cátedra, participando del análisis político y plenamente integrados en la sociedad capitalista que tanto lucharon por derribar”. Tanto Carlos Ominami como Mauricio Rojas se excusan por sus delirios juveniles revolucionarios, con lo cual no asumen su responsabilidad. Ambos del Mir.
Por último, es exagerado hablar que ellos fueron responsables de sus horrores. No me queda claro. ¿A qué se refiere? ¿A lo que sucedió después del 11 de septiembre? Horror hubiese sido que en el país hubiesen muerto un millón de chilenos. El historiador demócrata cristiano, Cristián Gazmuri acuño la frase: “Pinochet cometió horrores, Allende cometió grandes errores”. El millón de muertos quería el comandante ‘Pepe’ hubiese sido un error. Sembraron odio, cosecharon tempestades.
La ex la derecha ha dejado que la historia se escriba con la izquierda.
Tengo o tenía pensado escribir sobre la teoría del empate, que es frecuente escuchar. Dicen que es una teoría, más la expresan como si fuesen hechos. En el deporte hay empate, cuando un equipo o una persona individual no puede derrotar al otro equipo u deportista. Aquí hubo un intento de eliminar a otro grupo humano. Esta la declaración del PS de Chillán: “acabar con la burguesía y su aparato militar”. En el contexto en que lo dice se supone que las personas que no eran de izquierda, no tiene derecho a defenderse en la Unidad Popular, ni tampoco el gobierno militar, cuando los grupos terroristas apoyados por países extranjeros (Cuba, URSS y RDA) cometían sus delitos. El famoso "¡Nunca más!" es para evitar otra rebelión.
No se les ocurre definir las violaciones derechos humanos. Existe una diferencia semántica entre la derecha y la izquierda, en cuanto a lo que significa democracia, estado de derecho y derechos humanos, vida, libertad, entre otras expresiones. Bachelet dijo que el gobierno venezolano había actuado arbitrariamente: “Autoridades han utilizado arbitrariamente la ley contra el odio para procesar a periodistas, opositores y cualquiera que exprese opiniones disidentes”. La palabra clave es arbitraria. Cuando José Antonio Kast sufrió agresión, el INDH definió violación de los derechos humanos como agresión psíquica y física.
Bajo las dos características dadas, la izquierda violo los derechos humanos y lo seguí haciendo cuando a los militares presos se les niega todos los derechos. Y se los condena en forma arbitraria, ya sea por delitos ficticios, ya sea por delitos que no son retroactivos. También bajo ésta última la ley es torcida.
Una manera de dispararse a los pies es, pues, recordando, que algunos militares actuaron por su cuenta, mencionado algunos casos como Los hornos de Lonquén, el asesinato de un carpintero Alegría, el caso de los degollados, o que los militares lanzaron cuerpos al mar. Los militares no debían haber violado los derechos humanos, según el abogado y ‘hombre Rettig’, Cristóbal Orrego.
Si ocurrió eso. Lamentable. Nunca le recuerdan a la izquierda sus crímenes. Los mismos políticos y académicos que esgrimen la ética del deber con respecto a los militares, no dicen lo mismo con respecto a la izquierda. Es frecuente escuchar en las películas o cómics llevados al cine la siguiente expresión: “Siempre hay una elección”. Lo que significa que ante una situación dada, el ser humano tiene dos opciones: opta por el bien o el mal. La izquierda hace más de cuarenta años podría haber actuado de otra manera, sin embargo, ellos eligieron sin temor, sin coacción ni amenaza el sendero equivocado o el mal. Estaban tan seguros que podían ganar. Su plan para el autogolpe fracaso. Y funcionó los planes que tenían los militares.
Cuando se habla del tema de los derechos humanos, lo que brilla por ausencia en la ex derecha es la defensa del Estado de Derecho y el principio de la igualdad ante la ley. La única igualdad que importa es ésta, no la igualdad de punto de partida o igualitarismo o la igualdad de oportunidades. Por cierto, excluyo a los que sí denuncian la abierta discriminación que sufren los presos políticos militares. Parte de la derecha apoya la figura ficticia del secuestro permanente. Los llamados ‘jueces de derechos humanos’ contaron con el beneplácito de la derecha. En nuestra legislación no tal juez. Se hacen los lesos con la abierta prevaricación de los jueces. Como también con respecto al delito de lesa humanidad, el cual sabemos no es retroactivo. A los abogados metidos en la política parece que no les importa.
La cita de Valenzuela supone a Rousseau, en obligar a las personas a ser buenas. Lo que se conoce como el buenísmo en política. Hay videos de psicología y motivacional que tratan de ‘dejar ser bueno’. Lo no significa comportarse como un matón, sino de parar de decir ‘sí’ al otro. A los políticos de la ex derecha hay que decirles ‘deja ser bueno con la izquierda’.
En los foros siempre saco a colocación la guerra civil de 1891. Los políticos de aquella época, creo, que conocían mejor la naturaleza humana que los académicos y políticos de la ex derecha. Por eso, amnistiaron a ambos lados. Jamás dirían las palabras del señor Cristián Valenzuela u otras parecidas, pues son absurdas. El país cuarenta años después casi se sumerge en otra guerra civil. Fue el tiempo en que la izquierda realizó su primera infiltración a la Armada, en 1931. Luego 80 años después, la izquierda intento llevar al país a una guerra civil y una revolución marxista armada para instalar una dictadura comunista, que sabemos fracaso.
Este mundo es dual. Por tanto, existe el bien y el mal. La afirmación que he comentado supone nada menos que negar el mal. Y ante esa circunstancia los buenos tienen derecho a defenderse de los malos.
Etiquetas: Carlos Altamirano, Cristián Gazmuri, Cristián Valenzuela, Estado de Derecho, Gobierno Militar, Igualdad ante la ley, Michelle Bachelet, Rousseau, Teoría del Empate, Thomas Hobbes, Unidad Popular
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