domingo, enero 12, 2020

Una revolución hacia la izquierda


  


  La izquierda se ha apropiado de la palabra revolución. De hecho, ese sector se ha identificado y ha glorificado la Revolución francesa, cuando fue un río de sangre y si lo pensamos fríamente, dicho evento saco lo peor de los franceses. En cambio, poco o nada se habla de la Revolución estado unidense. ¡Y qué decir la revolución rusa! Esta última también constituye un paradigma para la izquierda. Ahí tenemos la expresión 'asaltar al Palacio de Invierno', o en Chile tomarse La Moneda. En el primer gobierno de Piñera vimos cómo los estudiantes liderados por la joven dirigente comunista, Camila Vallejo hicieron varias actividades para manifestar su disconformidad no sólo al frente de la cabeza del gobierno, sino alrededor. Hasta hicieron una corrida alrededor de la casa de gobierno. No les funcionó la primera vez y ahora intentaron hacerlo de nuevo. Por eso pedía que Piñera renunciara. Desde luego que tomarse el Palacio de Invierno, si gobierna un gobernante tiránico al estilo de Salvador Allende o Nicolás Maduro no vale. Menos si dicho gobierno se ha salido de la ley y la Constitución.

   En nuestra historia reciente de Chile, hemos tenido tres revoluciones. La Revolución en Libertad de la Democracia Cristiana que sabemos que fracasó, luego vino la Revolución marxista de Salvador Allende cuyo propósito era una instalar una dictadura comunista por el Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973 y que fue la luz verde que emplearon las Fuerzas Armadas y de Orden para derrocar la Unidad Popular. Y finalmente, el Gobierno cívico militar que gobernó el país entre 11 de septiembre de 1973 y marzo de 1990, hizo una revolución económica que fue exitosa. De hecho, el sociólogo Manuel Antonio Garretón se burlada del título del renegado político de la ex derecha, Joaquín Lavín La Revolución Silenciosa, quien ahora es partidario de una nueva constitución.

  Le puse como título ‘Una revolución hacia la izquierda’, pues la palabra ‘revolución’ antes de la Revolución francesa tenía otra connotación. Antes del motín y la insurrección estaba leyendo el libro Sobre la revolución de la filósofa judía alemana, Hannah Arendt, quien analiza la revolución francesa y americana. Y también habla sobre el uso justificado de la violencia.  Esa palabra significó restauración y no crear algo nuevo desde la nada. Así pone como ejemplo, la restauración de la monarquía en Inglaterra, luego de la muerte de Cromwell. Ese acontecimiento se llama la “Gloriosa Revolución”. Dicho sea de paso, el libro lo recomiendo.

  Basándome en ese criterio, puedo decir que los chilenos tuvimos una rebelión contra el gobierno de Allende y luego tuvimos un gobierno de restauración nacional y una revolución económica.

 La revolución marxista de Allende fracaso, con todo, gracias a la cobardía de la ex derecha, que le han hecho creer que la gente humilde de este país era partidaria de él, cuando fue la que más salió perjudica. Lo mismo que ahora con el ataque del 18 y de 19 de octubre al Metro y el posterior atentado a los supermercados. Los más humildes de este país son los que más han sufrido, ya sea porque le incendiaron el supermercado, destruyeron los semáforos y las estaciones del Metro aledañas a sus hogares.

 Como bien hizo observar el diputado Ignacio Urrutia -el día nefasto en que la cámara baja aprobó el Proceso Constituyente- que continuó la violencia, el saqueo y los incendios, después de que las directivas de los partidos firmaran "Acuerdo por la Paz Social, la Democracia y los Derechos Humanos". No sirvió de nada.

 Cuando fui a Valparaíso, vi un rayado a un costado de línea de Metro que decían que se oponía al acuerdo y lo importante era la revolución: "Sin acuerdo ni oposición el pueblo avanza hacia la revolución". Luego, días más tarde apareció otro grafiti en que decía “No hay Break”. La violencia y el saqueo han continuado. Miles de alumnos egresado de cuarto medio no pudieron rendir la PSU, porque una minoría se “tomo” los establecimientos educacionales y de paso aprovecharon de saquear casas y comercio de los alrededores.

  Cuando firmaron ese Acuerdo entre los que estaba Gabriel Boric se supo que el grupo que lo apoyo, estuvo en desacuerdo que el dirigente lo hubiese suscrito. O sea, apoyaron la violencia, el saqueo y los incendios. Entonces, es absurdo que el alcalde de la ciudad puerto, Jorge Sharp que pertenece a la misma tienda que ‘El Mechero’ Boric, se haya quejado por el 27 de noviembre del 2019 por la destrucción de la ciudad:Lo que está sucediendo en sectores del plan de Valparaíso en este momento no tiene nombre. Es solo destrucción, pura destrucción, que no tiene ningún sentido, valor o justificación. Ninguno. Son acciones criminales puras y duras que NO TIENEN NINGUNA RELACIÓN con las manifestaciones sociales, ni con las marchas ni las protestas pacíficas". Varios parlamentarios de su sector se mostraron contrarios a Ley Anti Capucha.

 Estamos en enero del 2020. Los vándalos han destruido peajes. Quemaron la iglesia de Carabineros de Chile. 

En Osorno, quemaron el Edificio Kauak a fines del año pasado, mientras los manifestantes, según el diario El Mundo, gritaban “¡Se están quemando vuestros pisos!

Asimismo, han destruido varias esculturas que están alrededor del Museo de Bellas Artes. En Valparaíso los monumentos están todos rayados o con un baño de pintura.

El último incendio intencional en Valparaíso, en plena Noche Buena, donde un centenar de persona perdieron sus casas. Y el reciente incendio en La Araucanía.

Según el diario español El Mundo a veinte y seis días de la insurrección, que el medio llama ‘protestas’, titula Orgía de fuego y destrucción en Chile contra los símbolos de poder en un reportaje. El periodista escribe: “Los edificios en altura, así como las iglesias, han sido tomados como símbolos de un poder opresor por los manifestantes”.

Los único que no han destruido son las tres estatuas de Allende en la capital y el Museo de la Memoria.

El 4 de noviembre la periodista de la BBC cuenta la historia de una señora en la comuna popular de La Pintana, que nos recuerda cuando los partidarios de la Unidad Popular entraban en propiedades privadas. La señora Ema Sepúlveda de 43 años en el patio delantero de su casa con su hijo Joaquín de 19 años le dice a la reportera: "Tengo grabada la imagen de mi hijo con un palo tratando de defender mi casa. Esto fue un caos, una guerra sin autoridad". De nuevo aparece la palabra guerra. En eso estamos. En el informe de la BBC, aparece una foto de un lugar quemado y destruido con las siguientes palabras abajo: “La falta de presencia de agentes del orden público durante los disturbios causó temor en los habitantes de muchas zonas periféricas de Santiago”. Carabineros no puede hacer nada, porque tiene el gobierno cobarde le tiene amarrada las manos y los distintos organismos de derechos humanos, ya sea nacionales e internacionales los tiene en la mira. Los violentistas y vándalos no les interesa.

No tiene sentido buscarle una explicación a la violencia que la extrema izquierda y la izquierda supuestamente moderada apoya como lo dejo ver el ex ministro de Relaciones Exteriores del segundo gobierno de Bachelet, Heraldo Muñoz, quien dijo para la Radio Agricultura a fines de diciembre pasado: si se llegara a frustrar una nueva Constitución, evidentemente que la movilización que ha ocurrido se incrementaría y no tendríamos la paz social que todo el mundo anhela».


Los supuestos abusos que los dirigentes de la izquierda esgrimen no justifica la violencia, el saqueo a supermercados, farmacias, destrucción de colegios, hospitales y profanación de iglesias. Los únicos templos que han arrasado han sido los de la Iglesia Católica, la cual durante el Gobierno Militar protegió a los terroristas del Mir y del FPMR a través de la Vicaría de la Solidaridad. Esos dirigentes son parte del problema, pues la queja se debió a políticas que ellos implementaron o han resuelto como en la educación estatal o, simplemente, han agravado como en la salud estatal. Además, para solucionar las demandas no se necesita una nueva constitución.  El propósito de ésta última es, pues, cambiar el modelo económico que la izquierda echo a perder. Y  los ataques a las comisarías.


 Si fuesen un poquito más racional, se darían cuenta hace rato que el país ha perdido con la violencia, el vandalismo y las marchas que no son nada pacíficas, pues lo único que pretenden es crear un clima de miedo, inseguridad, entre otras cosas. No les interesa el aumento del desempleo provocado por la extrema izquierda.

 Pretende destruir todo para refundar el país con la vista gorda de las Naciones Unidas.

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