Una revolución hacia la izquierda
La izquierda se ha apropiado de la palabra
revolución. De hecho, ese sector se ha identificado y ha glorificado la
Revolución francesa, cuando fue un río de sangre y si lo pensamos fríamente,
dicho evento saco lo peor de los franceses. En cambio, poco o nada se habla de
la Revolución estado unidense. ¡Y qué decir la revolución rusa! Esta última
también constituye un paradigma para la izquierda. Ahí tenemos la expresión 'asaltar al Palacio de Invierno', o en Chile tomarse La Moneda. En el primer
gobierno de Piñera vimos cómo los estudiantes liderados por la joven dirigente
comunista, Camila Vallejo hicieron varias actividades para manifestar su
disconformidad no sólo al frente de la cabeza del gobierno, sino alrededor.
Hasta hicieron una corrida alrededor de la casa de gobierno. No les funcionó la
primera vez y ahora intentaron hacerlo de nuevo. Por eso pedía que Piñera
renunciara. Desde luego que tomarse el Palacio de Invierno, si gobierna un
gobernante tiránico al estilo de Salvador Allende o Nicolás Maduro no vale.
Menos si dicho gobierno se ha salido de la ley y la Constitución.
En nuestra historia reciente de Chile, hemos
tenido tres revoluciones. La Revolución en Libertad de la Democracia Cristiana
que sabemos que fracasó, luego vino la Revolución marxista de Salvador Allende
cuyo propósito era una instalar una dictadura comunista por el Acuerdo de la
Cámara de Diputados de agosto de 1973 y que fue la luz verde que emplearon las
Fuerzas Armadas y de Orden para derrocar la Unidad Popular. Y finalmente, el
Gobierno cívico militar que gobernó el país entre 11 de septiembre de 1973 y
marzo de 1990, hizo una revolución económica que fue exitosa. De hecho, el
sociólogo Manuel Antonio Garretón se burlada del título del renegado político
de la ex derecha, Joaquín Lavín La Revolución Silenciosa, quien ahora es
partidario de una nueva constitución.
Le puse
como título ‘Una revolución hacia la izquierda’, pues la palabra ‘revolución’
antes de la Revolución francesa tenía otra connotación. Antes del motín y la
insurrección estaba leyendo el libro Sobre la revolución de la filósofa judía
alemana, Hannah Arendt, quien analiza la revolución francesa y americana. Y
también habla sobre el uso justificado de la violencia. Esa palabra significó restauración y no crear
algo nuevo desde la nada. Así pone como ejemplo, la restauración de la
monarquía en Inglaterra, luego de la muerte de Cromwell. Ese acontecimiento se
llama la “Gloriosa Revolución”. Dicho sea de paso, el libro lo recomiendo.
Basándome
en ese criterio, puedo decir que los chilenos tuvimos una rebelión contra el
gobierno de Allende y luego tuvimos un gobierno de restauración nacional y una
revolución económica.
La
revolución marxista de Allende fracaso, con todo, gracias a la cobardía de la
ex derecha, que le han hecho creer que la gente humilde de este país era
partidaria de él, cuando fue la que más salió perjudica. Lo mismo que ahora con
el ataque del 18 y de 19 de octubre al Metro y el posterior atentado a los
supermercados. Los más humildes de este país son los que más han sufrido, ya sea
porque le incendiaron el supermercado, destruyeron los semáforos y las
estaciones del Metro aledañas a sus hogares.
Como bien
hizo observar el diputado Ignacio Urrutia -el día nefasto en que la cámara baja
aprobó el Proceso Constituyente- que continuó la violencia, el saqueo y los
incendios, después de que las directivas de los partidos firmaran "Acuerdo por
la Paz Social, la Democracia y los Derechos Humanos". No sirvió de nada.
Cuando fui a
Valparaíso, vi un rayado a un costado de línea de Metro que decían que se
oponía al acuerdo y lo importante era la revolución: "Sin acuerdo ni oposición el pueblo avanza hacia la revolución". Luego, días más tarde
apareció otro grafiti en que decía “No hay Break”. La violencia y el saqueo han
continuado. Miles de alumnos egresado de cuarto medio no pudieron rendir la
PSU, porque una minoría se “tomo” los establecimientos educacionales y de paso
aprovecharon de saquear casas y comercio de los alrededores.
Cuando
firmaron ese Acuerdo entre los que estaba Gabriel Boric se supo que el grupo
que lo apoyo, estuvo en desacuerdo que el dirigente lo hubiese suscrito. O sea,
apoyaron la violencia, el saqueo y los incendios. Entonces, es absurdo que el
alcalde de la ciudad puerto, Jorge Sharp que pertenece a la misma tienda que ‘El Mechero’ Boric,
se haya quejado por el 27 de noviembre del 2019 por la destrucción de la ciudad: “Lo que está sucediendo en
sectores del plan de Valparaíso en este momento no tiene nombre. Es solo destrucción,
pura destrucción, que no tiene ningún sentido, valor o justificación.
Ninguno. Son acciones criminales puras y duras que NO TIENEN NINGUNA
RELACIÓN con las manifestaciones sociales, ni con las marchas ni las protestas
pacíficas". Varios parlamentarios de su sector se mostraron contrarios a
Ley Anti Capucha.
Estamos en
enero del 2020. Los vándalos han destruido peajes. Quemaron la iglesia de
Carabineros de Chile.
En Osorno, quemaron el Edificio Kauak a fines del
año pasado, mientras los manifestantes, según el diario El Mundo, gritaban “¡Se
están quemando vuestros pisos!”
Asimismo, han destruido varias esculturas que están
alrededor del Museo de Bellas Artes. En Valparaíso los monumentos están todos
rayados o con un baño de pintura.
El último incendio intencional en Valparaíso, en
plena Noche Buena, donde un centenar de persona perdieron sus casas. Y el
reciente incendio en La Araucanía.
Según el diario español El Mundo a veinte y seis
días de la insurrección, que el medio llama ‘protestas’, titula Orgía de fuego
y destrucción en Chile contra los símbolos de poder en un reportaje. El periodista
escribe: “Los edificios en altura, así como las iglesias, han sido tomados como
símbolos de un poder opresor por los manifestantes”.
Los único que no han destruido son las tres
estatuas de Allende en la capital y el Museo de la Memoria.
El 4 de noviembre la periodista de la BBC cuenta la
historia de una señora en la comuna popular de La Pintana, que nos recuerda
cuando los partidarios de la Unidad Popular entraban en propiedades privadas.
La señora Ema Sepúlveda de 43 años en el patio delantero de su casa con su hijo
Joaquín de 19 años le dice a la reportera: "Tengo grabada la imagen de mi hijo con un palo
tratando de defender mi casa. Esto fue un caos, una guerra sin autoridad".
De nuevo aparece la palabra guerra. En eso estamos. En el informe de la BBC, aparece una foto de un lugar quemado y destruido con las siguientes palabras
abajo: “La falta de presencia de agentes del orden público durante los
disturbios causó temor en los habitantes de muchas zonas periféricas de
Santiago”. Carabineros no puede hacer nada, porque tiene el gobierno cobarde le
tiene amarrada las manos y los distintos organismos de derechos humanos, ya sea
nacionales e internacionales los tiene en la mira. Los violentistas y vándalos
no les interesa.
No tiene sentido buscarle
una explicación a la violencia que la extrema izquierda y la izquierda
supuestamente moderada apoya como lo dejo ver el ex ministro de Relaciones
Exteriores del segundo gobierno de Bachelet, Heraldo Muñoz, quien dijo para la
Radio Agricultura a fines de diciembre pasado: “si se llegara a frustrar una nueva
Constitución, evidentemente que la movilización que ha ocurrido se
incrementaría y no tendríamos la paz social que todo el mundo anhela».
Los supuestos abusos que los
dirigentes de la izquierda esgrimen no justifica la violencia, el saqueo a
supermercados, farmacias, destrucción de colegios, hospitales y profanación de
iglesias. Los únicos templos que han arrasado han sido los de la Iglesia
Católica, la cual durante el Gobierno Militar protegió a los terroristas del
Mir y del FPMR a través de la Vicaría de la Solidaridad. Esos dirigentes son
parte del problema, pues la queja se debió a políticas que ellos implementaron
o han resuelto como en la educación estatal o, simplemente, han agravado como
en la salud estatal. Además, para solucionar las demandas no se necesita una
nueva constitución. El propósito de ésta
última es, pues, cambiar el modelo económico que la izquierda echo a perder. Y los ataques a las comisarías.
Si fuesen un poquito más racional, se darían
cuenta hace rato que el país ha perdido con la violencia, el vandalismo y las
marchas que no son nada pacíficas, pues lo único que pretenden es crear un
clima de miedo, inseguridad, entre otras cosas. No les interesa el aumento del
desempleo provocado por la extrema izquierda.
Pretende
destruir todo para refundar el país con la vista gorda de las Naciones Unidas.
Etiquetas: BBC, Camino a Venezuela, Gobierno Militar, Hannah Arendt, Heraldo Muñoz, Insurrección 18 y 19 de octubre, Jorge Sharp, Revolución en Libertad, Segundo Gobierno de Piñera, Unidad Popular
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