jueves, abril 30, 2020

Salvavidas de plomo a los militares presos




Los militares presos son rehenes de la izquierda gracias a la traición de la derecha. Perdón de la ex derecha. También incluyo el mundo académico de la ex derecha, ya sea de universidades, ya sea de centros de estudios o think tank que le han creído el relato de la izquierda.

 Escuché un audio por un celular en que político citaba el sesgado e inconstitucional ‘Informe Rettig’, en que los llamados ‘buenos hombres’ como se les decía en los noventa establecieron arbitrariamente que tanto los terroristas como los agentes del Estado eran violadores de los derechos humanos. Lo que es absurdo. Es una estupidez. Si usted acepta esa premisa, significa que si un delincuente, lo asalta, y si tiene la posibilidad de herirlo o matarlo, se convierte eo ipso en un violador de los derechos humanos. Las personas decentes estamos en el mismo nivel que delincuentes y terroristas.

  El tan alabado ‘Informe Rettig’ es el responsable de que a partir del 18 de octubre pasado, en que la extrema izquierda quiso hacer un golpe de Estado e insurrección, los civiles, carabineros y fuerzas armadas no tengamos derechos a ejercer el derecho de autodefensa. La abogada y demócrata cristiana, Soledad Alvear el Informe lo encontraba todo un mérito. Los peores son los abogados metidos en la política. Peor aún, ni como Estado atacado por otro país. El escritor y político Hermogénes Pérez de Arce reproducía en su blog las palabras de una madre, cuyo hijo era un joven militar a quien le pedía que no hiciera nada, pues si hacía algo, ya sea reprimir un grupo violento o simplemente autodefenderse, se convierte en un violador de los derechos humanos. Esto fue cuando Piñera sacó los militares a la calle y declaro un Estado de Excepción por una semana.

 El mismo político del audio recordaba que todos los terroristas están indultados: Mir, Frente Lautaro y Frente Patriótico Manuel Rodríguez. El fallecido presidente demócrata cristiano, Patricio Aylwin le conmuto la pena por un exilio dorado en Europa. ¡Qué terrible castigo! ‘El Informe Rettig’ los declaró a ellos como violadores de los derechos humanos. Sin embargo,  ninguno está en la cárcel. Otros jamás han sido llamados por los tribunales como Carlos Ominami aka el Carnicero de Queronque, Pascal Allende responsable del asesinato del general Carol Úrzua y por último, el terrorista confeso del FPMR, el actual diputado del Partido Comunista, Guillermo Teillier. Ellos dictan cátedra sobre democracia y derechos humanos. Los mismos que querían una dictadura del proletariado.

  Los hombres buenos declararon asimismo el período donde se violaron los derechos humanos: Desde el 11 de septiembre de 1973 hasta el 11 de marzo de 1990. Obviamente, no incluyeron a la Unidad Popular, ni tampoco el momento en que la izquierda abrazo la vía armada y los crímenes que cometieron revolucionarios marxistas leninistas. A lo más se alude a la violencia política en general y no al sujeto que la comenzó. Una reseña histórica para que la derecha quede conforme. Todo al gusto y medida de los ex UP para quedar como víctimas.

 Entre los hombres buenos por la derecha estaban el historiador Gonzalo Vial Correa y el profesor de Derecho, Cristóbal Orrego. El profesor por la Universidad de los Andes previa a la última elección presidencial sentía la lástima por los ancianos presos políticos y el trato que tienen. Sin embargo, él contribuyo a la injusticia que padecen por ‘el Informe Rettig’.

 Se estableció como corolario de lo anterior a principios de los noventa con la llegada de los nefastos políticos, que se rechazaba la violencia viniera de donde viniera. Una reflexión que volvió aparecer después del ataque del 18 de octubre. Tal predicamento lo proponía, precisamente, personajes que apoyaron la Unidad Popular, que se fueron al exilio y que de paso se convirtieron en expertos en derechos humanos en universidades norteamericanas y europeas. Al fin y al cabo, se trata de blanquear a la izquierda, relativizar lo que hizo y minimizar el daño que le hicieron al país. Eso lo que han hecho en treinta años. Ese es el relato, mas no la verdad.

 También como consecuencia del ‘Informe Rettig’ es frecuente escuchar o leer que tal o cual cosa no se justifica siempre que el acto lo haya cometido un militar. Todo lo que ha realizado la izquierda en materia de asesinato, violencia, secuestro, internación de armas y terrorismo tenía una justificación. Ellos pueden justificar sus acciones, mas no nuestro lado.

  La verdad es que la Unidad Popular se violaron sistemáticamente los derechos humanos, no en el Gobierno Cívico Militar. Los terroristas o guerrilla lo hicieron, no los militares.

  De hecho, cuando el grupo terrorista Movimiento de Izquierda Revolucionaria quiso convertirse en un partido político, en uno de sus principios tenía rechazar la violencia venga de donde venga. Ellos son los que perdieron. Por eso, lo ponen en lo declaración de principios.

 Además, esa afirmación que repiten tanto políticos y académicos de izquierda y derecha supone desconocer la diferencia entre el uso de la fuerza y la violencia. He escuchado varios doctorados en filosofía o política chilenos que hablan que el gobierno usa la violencia. El ex satanista norteamericano, Mark Passio decía hay leve diferencia. La fuerza es defensiva, no la violencia. Esta es ilegal, aquélla legal. El general Augusto Pinochet lo tenía bien claro en la entrevista que lo tuvo un formato de libro Pinochet: Ergo Sum de las dos periodistas progresistas. El ex presidente dice que ellos usaron la fuerza para derrocar a Allende y acabar con el terrorismo.

  Suponen que aceptando la doctrina de los derechos humanos como lo entiende la izquierda, todos seríamos buenos. Esa la manipulación psicológica que quieren, mientras ellos siguen comportándose como matones. No hay bueno, ni malos como diría Patricia Navia. De ser buenos llegamos a la imposibilidad de que podamos reaccionar ante la violencia, pues eso nos convertiría en violadores de los derechos humanos. Ante una revolución dirigida por la extrema izquierda desde el 18 octubre pasado, nos quedamos inmóviles; de ese modo, se les allana el camino. Todo el discurso moralizador de los derechos humanos en estos treinta años ha sido para esperar el momento, con lo cual nos convertimos en rehenes de los derechos humanos o de la izquierda.

 Esa visión del hombre basada en derechos humanos es contraria la naturaleza humana. Y, por tanto, al pensamiento de derecha. Una visión de cómo es el hombre sería mejor el pecado original o creer que el hombre es un lobo para el hombre. Eso es más real que el buenismo. Esto último nos lleva a creer que afirmando una declaración como  ‘nunca más’, la historia no se va a repetir . La propia conducta de las personas de la izquierda refuta eso. A ellos más le interesa lo que haga un agente del Estado que por ley tiene el uso legal de la fuerza que los violentista como hemos visto desde el 18 de octubre. Al INDH dudo que le interese la muerte por del transportista Juan Barrios Farías a raíz de una bomba molotov en la localidad de Victoria.  Barrios murió quemado en marzo. Si hubiese sido un carabinero o un militar del Ejército, eso sería una violación a los derechos humanos. Preguntarse que debió y no debió haber hecho los militares que combatieron el terrorismo tiene sentido, pues no se formulan lo mismo por los terroristas. Además, muchos militares actuaron por su cuenta contrariando las consideraciones que el propio gobierno militar estableció.

   Los únicos presos políticos que hay en el país son los militares que están en Punta Peuco y en otros recintos que se les ha negado la igualdad ante ley y el mismo trato que recibieron los terroristas. Los gobiernos democráticos han violado los derechos humanos a los uniformados. Esa es la verdad, pues cuando una persona tiene las leyes a su favor y no les respeta, entonces, el Estado vulnera los derechos humanos.

  Los han convertido en parias de la sociedad.

  Los políticos y académicos de la ex derecha han preferido creerles a quienes practicaron el terrorismo, la violencia y la vía armada que a los militares. Por eso, ejemplo, Allamand prefirió reunirse con el terrorista del Mir, Max Marambio, cuando éste presentó un  libro que estar con oficiales asignados a la CNI o DINA, que el general del Ejército tenía como asesores. Le pidieron la renuncia a un sobrino del general Manuel Contreras  en el Ejército solo por tener un vínculo familiar. De igual manera, el escritor y abogado, Arturo Fontaine Talavera y el abogado óscar Godoy prefieron ser parte del directorio del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos, que abogar el mismo trato, defender la igualdad ante ley y el Estado de Derecho. Y sentarse a conversar con la ideóloga del tal institución que es la periodista y ex Mir, Marcia Scantlabury. Ambos no tienen nada de liberal. O al ex Mir, Mauricio Rojas quien como Ampuero son contrarios al derecho a la rebelión y la legítima autodefensa ante un gobierno que se salió de la ley y de la Constitución para imponer una dictadura comunista como el de Salvador Allende.

  Han preferido creerles a los hijos de los terroristas que a los hijos de los militares. Es más importante la opinión de Marco Enríquez-Ominami o Javiera Parada que al hijo del general Contreras.

 Han preferido creerles en unos políticos fracasados que destruyeron el país que a quienes levantaron la nación desde las  cenizas.

  La señora Scantlabury, Manuela Gumucio, Carmen Castillo Velasco eran las Carolina Cox del Movimiento Izquierda Revolucionaria en la década del setenta del siglo pasado, pues querían comunismo para Chile.

   Cuando le otorgaron un doctorado Honoris Causa a Bachelet por la Universidad Pompeu Fabra por el 2010, dijo: “Hubo una política deliberada de persecución y exterminio por parte del Estado” . Ls políticos y académicos ante semejante mentira, callan.En su segundo gobierno puso en trámite el proyecto de declarar patrimonio el lugar donde estuvo el comandante ‘Pepe’, quien como sabemos quería un millón de muertos.

¿En qué pensaban los parlamentarios, cuando dieron sus votos a la creación de la Museo de la Memoria y el Institutito Nacional de los Derechos Humanos? A este último lo facultaron para querellarse contra los militares que estuvieron trabajando entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, como si no bastara el Consejo de Defensa del Estado, la oficina del Ministerio del Interior encargada de esos temas y la subsecretaría de los derechos humanos. Creyeron que cargándole más la mochila a los militares, la izquierda los tratarían de forma distinta.

 Si alguien cree que en Chile existe el Estado de Derecho, se equivoca o es un mentiroso. Una diferencia que siempre se dice es que a la derecha, ya sea liberal o conservadora, el Estado de Derecho juega un rol importante en la convivencia, por no decir, democrática. Vean ustedes, que bajo el Gobierno Militar, los terroristas recibieron el mismo trato que los militares, cuando se dictó la Ley de Amnistía de 1978.  Los que ufanan de ser liberales dejan mucho que desean, pues le han hecho la vista gorda a los atropellos que han sufrido los presos políticos de Punta Peuco y otros penales. El Instituto Libertad y Desarrollo avala la figura ficticia del secuestro permanente. El resto, a saber, Evópoli y Fundación para el Progreso miran para al lado. No vaya ser que los tilden de pinochetistas. ¡Qué a los miliares los condenen por un delito que no es retroactivo como es de lesa humanidad tampoco los indigna! Y en que pensaban los parlamentarios que aprobaron la tipificación de ese delito al limitarlo o circunscribirlo a los agentes del Estado. No se les ocurrió incluir a un grupo particular como potencial genocida, por ejemplo, el Mir. Por ejemplo, a raíz del Corona virus 19, muchos piensan que hay acusar al empresario mutimillonario y principal financista de la Organización Mundial de la Salud, Bill Gates de genocidio o crímenes de lesa humanidad, ya que él habría creado el bicho sólo para enriquecerse con la vacuna. Con la legislación chilena no se lo podría llevar a las rejas. El señor Gates como la ONU, OMS no son del Estado.

   No se han dado cuenta los grandes pensadores y políticos de la ex derecha que liberando a los militares presos y poniendo fin a su persecución, se gana una batalla contra la izquierda. Como consecuencia de que ésta los tiene como rehenes, la mayoría de los chilenos desde hace un buen tiempo nos hemos convertido en rehenes de unos fanáticos. Hasta al punto que defender la verdad histórica se ha convertido casi en un delito, porque nadie puede decir que Allende nos quiso llevar a una dictadura comunista y que las llamadas ‘víctimas de la dictadura’ son en su mayoría guerrilleros o terroristas.

Una vez más vemos que a los militares presos políticos le niegan todo, aunque estemos en una pandemia mundial. A lo más le ofrecen más de lo mismo, a saber, un salvavidas de plomo. Lo que significa que saldrán libres si están contagiados con el Coronavirus-19. Estarán en sus casas, cuando estén medio muertos.

  A los militares se les continuado condenando y persiguiendo durante el golpe de Estado realizado por la extrema izquierda desde octubre pasado.

 Puesto que el Presidente de la República excluyo a los militares del beneficio por la pandemia junto su actual ministro de Justicia, lo único que merecen es que le llegue la justicia divina. Lo mismo para los políticos de la ex Concertación, que estuvo conformada por la Democracia Cristiana y los ex UP. No hay políticos decentes, pues si lo hubiese terminarían con la persecución.


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