La vida normal en la ciudad ucraniana de Kyiv
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El
Arzobispo Carlo Maria Viganò ha hecho público un nuevo comunicado con fecha de
hoy, 8 de noviembre del 2020, en el cual expresa sus opiniones sobre los
acontecimientos en las elecciones de EEUU y el Estado Profundo.
El mundo en el que nos encontramos viviendo
es, para usar una expresión del Evangelio, “in se divisum” (Mt 12,
25). Esta división, me parece, consiste en una separación entre la realidad y
la ficción: la realidad objetiva en por un lado, y la ficción de los medios por
el otro. Esto ciertamente se aplica a la pandemia, la cual se ha utilizado como
una herramienta de ingeniería social que es fundamental para el Gran
Reseteo, pero se aplica incluso más a la situación política
surrealista estadounidense, en la cual la evidencia de un colosal fraude
electoral está siendo censurada por los medios, que ahora proclaman la victoria
de Joe Biden como un hecho consumado.
La realidad de Covid contrasta descaradamente con lo que
los medios masivos quieren que creamos, pero esto no es suficiente para
desmantelar el castillo grotesco de falsedades al que la mayoría de la población
se conforma con resignación. De manera similar, la realidad del fraude
electoral, de flagrantes violaciones de las reglas y la falsificación
sistemática de los resultados contrasta con la narrativa que nos dan los
gigantes de la información, que dicen que Joe Biden es el nuevo presidente de
los Estados Unidos, punto. Y así debe ser: no hay
alternativas, ya sea a la supuesta furia devastadora de una gripe estacional
que provocó el mismo número de muertes que el año pasado, o a la inevitabilidad
de la elección de un candidato corrupto y subordinado al estado profundo. De
hecho, Biden ya ha prometido restaurar el encierro.
La realidad ya no importa: es absolutamente
irrelevante cuando está entre el plan concebido y su realización. Covid y Biden
son dos hologramas, dos creaciones artificiales, listas para adaptarse una y
otra vez a las necesidades contingentes o a respectivamente ser reemplazados
cuando sea necesario con Covid-21 y Kamala Harris. Las acusaciones de
irresponsabilidad lanzadas a los partidarios de Trump por celebrar mítines
desaparecen tan pronto como los partidarios de Biden se reúnen en las calles,
como ya ha sucedido en Demostraciones BLM. Lo que es criminal para algunas
personas está permitido para otros: sin explicaciones, sin lógica, sin
racionalidad. El mero hecho de estar en la izquierda, de votar por Biden, de
ponerse máscara es un pase para hacer cualquier cosa, mientras que el
simplemente estar en la derecha, votar por Trump o cuestionar la efectividad de
las máscaras es suficiente motivo de condena y ejecución que no requiere
ninguna pruebas o juicio: ipso facto son
etiquetados como fascistas, soberanistas, populistas, negadores, y aquellos
etiquetados con estos estigmas sociales se supone que simplemente deben
retirarse silenciosamente.
Volvemos así a esa división entre gente buena y gente
mala, que es ridiculizada cuando la usa un lado, el nuestro, y viceversa,
sostenido como un postulado incontestable cuando es usado por nuestros
adversarios. Nosotros hemos visto esto con los comentarios despectivos en
respuesta a mis palabras sobre los «hijos de la luz» y los «hijos
de las tinieblas«, como si mis «tonos apocalípticos»
fueran el fruto de una mente loca delirante y no la simple observación de la
realidad. Pero al rechazar con desdén esa división Bíblica de la humanidad, de
hecho lo han confirmado, restringiéndo sólo para ellos mismos el derecho a
aprobar la legitimidad social, política y religiosa.
Ellos son
los buenos, incluso si apoyan la matanza de inocentes, y se supone que debemos
superarlo. Ellos son
los que apoyan democracia, incluso si para poder ganar las elecciones siempre
deben recurrir a engaño y fraude, incluso fraude que es descaradamente
evidente. Ellos son
los defensores de la libertad, incluso si nos privan de ella día tras día. Ellos son
objetivos y honestos, incluso si su corrupción y sus delitos son ahora obvios
incluso para los ciegos. El dogma que desprecian y del que se burlan en otros
es indiscutible e incontrovertible cuando en realidad son ellos quienes
lo promocionan.
Pero como he dicho anteriormente, se están
olvidando de un pequeño detalle, una cosa particular que no pueden comprender:
la Verdad existe en sí misma; existe independientemente de si hay alguien que
la crea, porque la Verdad posee en sí misma, ontológicamente, su propia razón
de validez. La Verdad no se puede negar porque es un atributo de Dios; es Dios
mismo. Y todo lo que es verdad participa de esta primacía sobre las mentiras.
Por tanto, podemos estar teológica y filosóficamente seguros de que esas horas
de engaños están contadas, porque será suficiente el alumbrar luz sobre ellos
para hacerlos colapsar. Luz y oscuridad, precisamente. Entonces dejemos que se
arroje luz sobre los engaños de Biden y los Demócratas, sin dar ni un paso
atrás: el fraude que han conspirado contra el presidente Trump y contra Estados
Unidos no permanecerá en pie por mucho tiempo, ni el fraude mundial de Covid,
la responsabilidad de la dictadura china, la complicidad de los corruptos y
traidores, y la esclavitud de la iglesia profunda. Tout se tient [Todo encaja].
En este panorama de mentiras construidas sistemáticamente,
difundidas por los medios con inquietante descaro, la elección de Joe Biden no
es sólo deseada, sino se considera indispensable y por lo tanto verdadera y por
lo tanto definitiva. Aunque no se hayan completado los recuentos de votos; a
pesar que las verificaciones y recuentos de votos solo están comenzando; a
pesar de que las demandas legales que alegan fraude acaban de ser presentadas.
Biden debe convertirse
en presidente, porque ellos ya han
decidido eso: el voto del pueblo estadounidense es válido solo si ratifica esa
narrativa, de lo contrario, es «reinterpretado», descartado como desviación del
plebiscito, populismo y fascismo.
Por tanto, no es sorprendente que los demócratas tengan
una actitud tan burda y entusiasmo violento por su candidato in
pectore, ni que los medios y los comentaristas oficiales tengan una
satisfacción tan incontenible, ni que los líderes políticos de todo el mundo
estén expresando su apoyo y sujeción aduladora al estado profundo. Estamos
viendo una carrera para ver quién puede llegar primero, codeandose y
extendiéndose para presumir, para que se vea que siempre han creído en la
aplastante victoria de la marioneta demócrata.
Pero si entendemos que la adulación de los
jefes de estado y secretarios de partido es simplemente una parte del guión
trillado de la izquierda global, quedamos francamente, bastante perturbados por
las declaraciones la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos,
inmediatamente compartida por Vatican News, que con
inquietante mirada bizca se atribuye el haber apoyado al “segundo presidente
católico en la historia de los Estados Unidos ”, aparentemente olvidando el
detalle nada despreciable de que Biden es ávidamente pro-aborto, partidario de la ideología LGBT y del globalismo anti-católico. El
arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, profanando la memoria de los mártires
cristeros de su país natal, dice sin rodeos: «El pueblo estadounidense ha hablado«.
Los fraudes que han sido denunciados y ampliamente probados importan poco: la
molesta formalidad del voto del pueblo, aunque adulterado de mil maneras, debe
ahora considerarse concluido a favor de el abanderado del pensamiento
convencional y alineado. Hemos leído, no sin vomitar, los mensajes de James
Martin, S.J., y todos esos cortesanos que manosean para subirse al carro de
Biden con el fin de compartir su efímero triunfo. Los que no están de acuerdo,
los que piden claridad, quienes recurren a la ley para que sus derechos estén
protegidos no tienen ninguna legitimidad y deben guardar silencio, resignarse y
desaparecer. O más bien: deben estar «unidos» con el coro jubiloso, aplaudir y
sonreír. Aquellos que no acepten son amenazantes a la democracia y deben ser
condenados al ostracismo. Como puede verse, todavía hay dos lados, pero esta
vez son legítimos e indiscutibles porque son ellos los que los imponen.
Es indicativo el que tanto la Conferencia de Obispos
Católicos como Planned Parenthood expresen su satisfacción por la presunta
victoria electoral de la misma persona. Esa unanimidad de consenso recuerda el
apoyo entusiasta de las Logias Masónicas con motivo de la elección de Jorge
Mario Bergoglio, quién tampoco estaba libre de la sombra del fraude dentro del
Cónclave y fue igualmente deseado por el estado profundo, como sabemos
claramente por los correos electrónicos de John Podesta y los lazos de Theodore
McCarrick y sus colegas con los demócratas y con el propio Biden. Un pequeño y
muy agradable grupo de compinches, sin duda alguna.
Con esas palabras de la USCCB el pactum
sceleris [complot para cometer un crimen] entre el estado
profundo y la iglesia profunda está
confirmada y sellada, la esclavitud de los niveles más altos de la jerarquía
católica al Nuevo Orden Mundial, negando la enseñanza de Cristo y la doctrina
de la Iglesia. Tomar nota de esto es el primer paso imperativo para comprender
la complejidad de los eventos presentes y considerarlos en una perspectiva
escatológica sobrenatural. Sabemos, de hecho creemos firmemente que Cristo, la
única Luz verdadera del mundo, ya ha conquistado la oscuridad que trata de
oscurecerlo.
Los católicos estadounidenses deben multiplicar sus
oraciones y rogar al Señor por una protección especial para el presidente de
los Estados Unidos. Les pido a los sacerdotes, especialmente durante estos
días, el recitar el Exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas, y el
celebrar la Misa Votiva Pro Defensione ab hostibus. Pidamos confiadamente la
intervención de la Bendita Virgen María, a cuyo Inmaculado Corazón consagramos
los Estados Unidos de América y el mundo entero.
Etiquetas: COVID-19, El Gran Reseteo, Elecciones presidenciales en USA 2020, Estado Profundo, globalismo, monseñor Carlo María Viganó, Nuevo Orden Mundial, Plandemia, Planned Parenthood
CARTA
ABIERTA
AL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA
DONALD J. TRUMP
Domingo,
25 de octubre, 2020
Solemnidad de Cristo el Rey.
“Señor
Presidente,
Permítame
dirigirme a usted en esta hora en la cual el destino del mundo entero está
siendo amenazado por una conspiración global contra Dios y la humanidad. Le
escribo como Arzobispo, como Sucesor de los Apóstoles, como el ex Nuncio
Apostólico para los Estados Unidos de América. Le estoy escribiendo en medio
del silencio de las autoridades tanto civiles como religiosas. Acepte mis
palabras como la «voz del que llora en el desierto» (Jn 1:23).
Como
dije cuando le escribí mi carta en junio, este momento histórico ve las fuerzas
del Mal alineadas en una batalla sin cuartel contra las fuerzas del Bien; las
fuerzas del Mal que aparecen poderosas y organizadas mientras se oponen a los
niños de la Luz, quienes están desorientados y desorganizados, abandonados por
sus líderes temporales y espirituales.
A
diario sentimos multiplicarse los ataques de aquellos que quieren destruir la
base misma de la sociedad: la familia natural, el respeto por la vida humana,
el amor por el país, libertad de educación y negocio. Vemos a los líderes de
naciones y líderes religiosos complacientes a este suicidio de la cultura
Occidental y alma Cristiana, mientras los derechos fundamentales de los
ciudadanos y creyentes son negados en el nombre de una emergencia de salud que
se está revelando completamente más y más como instrumental al establecimiento
de una tiranía inhumana sin rostro.
Un
plan global llamado el Gran Reseteo está en marcha. Su
arquitecto es una élite global que quiere dominar toda la humanidad, imponiendo
medidas coercitivas con las cuales limitar drásticamente las libertades
individuales y a aquellos en poblaciones enteras. En varias naciones este plan
ya ha sido aprobado y financiado; en otras está aún en una etapa inicial.
Detrás de los líderes mundiales quienes son cómplices y ejecutores de este
proyecto infernal, hay caracteres inescrupulosos que financian el Foro
Económico Mundial y el Evento 201, promoviendo su agenda.
El
propósito del Gran Reseteo es la imposición de una dictadura
sanitaria apuntando a la imposición de medidas liberticidas, ocultas detrás de
promesas tentadoras de asegurar un ingreso universal y cancelando la deuda
individual. El precio de esas concesiones del Fondo Monetario Internacional
será la renuncia a la propiedad privada y la adherencia a un programa de
vacunación Covid-19 y Covid-21 promovido por Bill Gates con la colaboración de
los principales grupos farmacéuticos. Más allá de los enormes intereses
económicos que motivan a los promotores del Gran Reseteo, la
imposición de la vacunación será acompañada de un pasaporte de salud y un ID
digital, con el consecuente rastreo de contacto de la población del mundo
entero. Aquellos que no acepten esas medidas serán confinados en campos de
detención o puestos bajo arresto domiciliario, y todos sus activos serán
confiscados.
Sr.
Presidente, me imagino que usted ya está consciente de que en algunos países,
el Gran Reseteo será activado entre el final de este año y el
primer trimestre del 2021. Para ese propósito se han planeado más encierros,
los cuales serán oficialmente justificados por una supuesta segunda y tercera
ola de pandemia. Usted está muy consciente de las intenciones que han sido
desplegadas para sembrar el pánico y legitimizar las limitaciones draconianas a
las libertades individuales, provocando ingeniosamente una crisis económica a
nivel mundial. En las intenciones de sus arquitectos, esa crisis servirá para
hacer irreversible el recurso de las naciones al Gran Reseteo,
dando por lo tanto el golpe final a un mundo cuya propia memoria y existencia
ellos quieren cancelar completamente. Pero este mundo, Sr. Presidente, incluye
personas, afectos, instituciones, fe, cultura, tradiciones e ideales: personas
y valores que no actúan como autómatas, quienes no obedecen como máquinas,
porque están dotados de un alma y un corazón, que están enlazados por un
vínculo espiritual que obtiene su fortaleza de arriba, de ese Dios que nuestros
adversarios quieren retar, igual como hizo Lucifer al comienzo de nuestro
tiempo con su «non serviam«.
Mucha
gente – como bien sabemos – está fastidiada por esa referencia al choque entre
el Bien y el Mal y el uso de términos «apocalípticos», los cuales de acuerdo a
ellos exasperan los espíritus y agudizan las divisiones. No es sorprendente que
el enemigo esté enojado al ser descubierto justo cuando cree que ha alcanzado
la ciudad que piensa conquistar sin perturbaciones. Lo que es sorprendente, sin
embargo, es que nadie hace sonar la alarma. La reacción del estado profundo a
aquellos que denuncian su plan es rota e incoherente, pero comprensible. Justo
cuando la complicidad de los Medios Masivos han tenido éxito en la transición
al Nuevo Orden Mundial casi sin dolor e inadvertidos, están saliendo a la luz
todo tipo de engaños, escándalos y crímenes.
Hasta
hace pocos meses, era fácil desprestigiar como «teóricos de conspiración» a
aquellos que denunciaban esos planes terribles, los cuales ahora vemos se están
llevando a cabo al más pequeño detalle. Nadie, hasta febrero pasado, habría
pensado que, en todas nuestras ciudades, los ciudadanos serían arrestados por
simplemente querer caminar por la calle, respirar, por querer mantener sus
negocios abiertos, por querer ir a la iglesia el domingo. Sin embargo
ahora está ocurriendo en todo el mundo, incluso en la pintoresca Italia que
muchos estadounidenses consideran ser un pequeño país encantado, con sus
antiguos monumentos, sus iglesias, sus ciudades encantadoras, sus
características villas. Y mientras los políticos están protegidos dentro
de sus palacios promulgando decretos como sátrapas persas, los negocios están
fallando, los talleres cerrando, y previenen que la gente viva, viaje, trabaje
y ore. Las desastrosas consecuencias psicológicas de esta operación ya se están
viendo, empezando con los suicidios de empresarios desesperados y de nuestros
niños segregados de sus amigos, compañeros de clases, diciéndoles que sigan sus
clases mientras se sientan solos en casa frente a un computador.
En la
Sagrada Escritura, San Pablo nos habla de «el que se opone» a la manifestación
del misterio de la iniquidad, el kathekon (2 Tesalonicenses
2:6-7). En la esfera religiosa, ese obstáculo al mal es la Iglesia, y
en particular el Papado; en la esfera política, son aquellos que impiden el
establecimiento del Nuevo Orden Mundial.
Como
es claro ahora, el que ocupa la Silla de Pedro ha traicionado su papel desde el
mismo inicio para poder defender y promover la ideología
globalista, apoyando la agenda de la Iglesia profunda, que lo eligió de sus
rangos.
Sr.
Presidente, usted ha declarado claramente que quiere defender a la nación – Una
nación bajo Dios, libertades fundamentales, y valores no negociables que hoy
son negados y contra los que se lucha hoy. Es usted, querido Presidente, quien
es «el que se opone» al estado profundo, el asalto final a los niños de
la obscuridad.
Por
esa razón es necesario que todas las personas de bien sean persuadidas por la
importancia de época de las inminentes elecciones: no tanto por el
destino de tal o cual programa político, sino debido a la inspiración general
de su acción que encarna mejor – en este particular contexto histórico – ese
mundo, nuestro mundo, el cual ellos quieren cancelar por todos los medios del
encierro. Su adversario es también nuestro adversario: es el Enemigo de la raza
humana, El quien es «un asesino desde el principio» (Jn 8:44).
A su
alrededor se reúnen con fe y coraje aquellos que lo consideran la guarnición
final contra la dictadura mundial. La alternativa es votar por una persona que
está manipulada por el estado profundo, gravemente comprometida por escándalos
y corrupción, que hará a los Estados Unidos lo que Jorge Mario Bergoglio está
haciendo a la Iglesia, el Primer Ministro Conte a Italia, el Presidente Macron
a Francia, el Primer Ministro Sanchez a España, y más. La naturaleza de
chantaje de Joe Biden – al igual que la de los prelados del «círculo mágico»
del Vaticano – lo expondrá para ser usado inescrupulosamente, permitiendo a
poderes ilegítimos tanto en política doméstica así como también en balances
internacionales. Es obvio que aquellos que lo manipulan ya tienen a alguien
peor que él listo, con quien lo reemplazarán tan pronto como se presente la
oportunidad.
Y aún
así, en medio de esa desolada imagen, de ese aparentemente imparable avance del
«Enemigo Invisible», emerge un elemento de esperanza. El adversario no sabe
cómo amar, y no comprende que no es suficiente el asegurar un ingreso universal
o cancelar las deudas de hipotecas para poder subyugar a las masas y
convencerlos de ser marcados como ganado. Esa gente, que por mucho tiempo ha
soportado los abusos de un poder tiránico y odioso, está redescubriendo que
tiene un alma; está entendiendo que no está dispuesta a cambiar su libertad por
la homogenización y cancelación de su identidad; está empezando a comprender el
valor de los lazos familiares y sociales, de los lazos de fe y cultura que unen
a la gente honesta. Ese Gran Reseteo está destinado a fallar
porque aquellos que lo planearon no entienden que aún hay gente lista para
tomar las calles y defender sus derechos, para proteger a sus seres queridos,
para dar un futuro a sus hijos y nietos. La nivelación inhumana del proyecto
globalista se destrozará miserablemente en el rostro de la oposición firme y
con coraje de los hijos de la Luz. El enemigo tiene a Satán de su lado, El
quién solo sabe cómo odiar. Pero de nuestro lado, tenemos al Señor Todopoderoso,
el Dios de los ejércitos arreglados para la batalla, y la Más Santa Virgen,
quien aplastará la cabeza de la antigua Serpiente. «Si Dios está con nosotros,
¿quién puede estar en contra nuestra?» (Rom 8:31).
Sr.
Presidente, usted está muy consciente que, en esta hora crucial, los Estados
Unidos de América son considerados el muro defensor contra el cual la guerra
declarada por los defensores del globalismo ha sido desatada. Ponga su
confianza en el Señor, reforzada por las palabras del Apóstol Pablo: «Puedo
hacer todas la cosas en El, quien me fortalece» (Fil 4:13). El ser un
instrumento de la Divina Providencia es una gran responsabilidad, por lo cual
usted recibirá todas las gracias de estado que necesita, ya que están siendo
fervientemente imploradas para usted, por mucha gente que lo apoya con sus
oraciones.
Con
esa esperanza celestial y la seguridad de mis oraciones por usted, por la
Primera Dama, y por sus colaboradores, con todo mi corazón le envío mi
bendición.
¡Dios
bendiga a los Estados Unidos de América!”
+Carlo
Maria Vigano
Título Arzobispo de Ulpiana
Ex Nuncio Apostólico para los Estados Unidos de América.
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7
de junio de 2020
Domingo de la Santísima Trinidad
Señor
Presidente,
En
los últimos meses hemos sido testigos de la formación de dos lados opuestos que
yo llamaría Bíblicos: los hijos de la luz y los hijos de la
oscuridad. Los hijos de la luz constituyen la parte más conspicua de la
humanidad, mientras que los hijos de la oscuridad representan una minoría
absoluta. Y Sin embargo, los primeros son objeto de una especie de
discriminación que los coloca en un situación de inferioridad moral con
respecto a sus adversarios, quienes a menudo sostienen posiciones estratégicas
en el gobierno, en la política, en la economía y en los medios. De una manera
aparentemente inexplicable, los buenos han sido tomados como rehenes por los
malvados y por aquellos que los ayudan, ya sea por interés propio o por miedo.
Estos
dos lados, que tienen una naturaleza Bíblica, siguen la
clara separación entre la descendencia de la Mujer y la descendencia de la
Serpiente. Por un lado están aquellos que, aunque tienen mil defectos y debilidades,
están motivados por el deseo de hacer el bien, ser honestos, formar una
familia, por trabajar, por dar prosperidad a su tierra natal, para ayudar a
necesitados y, en obediencia a la Ley de Dios, merecer el Reino de los Cielos.
Por otro lado, hay quienes se sirven a sí mismos, que no tienen nada de
principios morales, que quieren demoler la familia y la nación, explotan a los
trabajadores para hacerse excesivamente ricos, fomentan divisiones internas y
guerras, y acumulan poder y dinero: para ellos la ilusión falaz de el bienestar
temporal algún día, si no se arrepienten, cederá ante el terrible destino que
les espera, lejos de Dios, en condenación eterna.
En
la sociedad, señor presidente, estas dos realidades opuestas coexisten como
enemigos eternos , así como Dios y Satanás son enemigos eternos. Y parece que
los hijos de la oscuridad, a quienes podemos identificar fácilmente con el Estado
Profundo al cual usted se ha opuesto sabiamente y que está
librando una guerra feroz contra usted en estos días – han decidido mostrar sus
cartas, por así decirlo, revelando ahora sus planes. Ellos parecen estar tan
seguros de tener todo bajo control que han dejado de lado esa circunspección
que hasta ahora tenían al menos parcialmente de ocultar sus verdaderas intenciones.
Las investigaciones ya en curso revelarán la verdadera responsabilidad de
quienes manejaron la emergencia de Covid no solo en el área de la atención
médica, sino también en política, economía y medios de comunicación.
Probablemente descubriremos que en esta colosal operación de ingeniería social
hay personas que han decidido el destino de la humanidad, apropiandose del
derecho a actuar contra la voluntad de los ciudadanos y sus representantes en
los gobiernos de las naciones.
También
descubriremos que los disturbios en estos días fueron provocados por aquellos
quienes, al ver que el virus se desvanece inevitablemente y que la alarma
social de la pandemia está disminuyendo, necesariamente han tenido que provocar
disturbios civiles, porque serían seguidos por una represión que, aunque
legítima, podría ser condenada como una agresión injustificada contra la
población. Lo mismo también está sucediendo en Europa, en perfecta sincronía.
Está bastante claro que el el uso de protestas callejeras es fundamental para
los propósitos de aquellos que desean ver a alguien elegido en las próximas
elecciones presidenciales quien encarne los objetivos del Estado
Profundo y que exprese esos objetivos fielmente y con
convicción. No sorprendería si, en unos pocos meses, nos enteramos una vez más
que escondidos detrás de esos actos de vandalismo y violencia hay quienes
esperan sacar provecho de la disolución del orden social para construir un
mundo sin libertad: Solve et Coagula, como enseña el adagio
Masónico.
Aunque
pueda parecer desconcertante, las alineaciones opuestas que he descrito también
se encuentran en círculos religiosos. Hay Pastores fieles que cuidan el rebaño
de Cristo, pero también hay mercenarios infieles que buscan esparcir el rebaño
y entregar las ovejas para que sean devoradas por lobos hambrientos. No es
sorprendente que esos mercenarios sean aliados de los hijos de la oscuridad y
odien a los hijos de la luz: así como hay un Estado Profundo,
también hay una iglesia profunda que traiciona sus
deberes y renuncia a sus compromisos apropiados ante Dios. Así el Enemigo
Invisible, contra quien los buenos gobernantes luchan en los asuntos
públicos, también es contrarrestado por buenos pastores en la esfera
eclesiástica. Es una batalla espiritual, de la que hablé en mi reciente
Apelación que se publicó el 8 de mayo.
Por
primera vez, Estados Unidos tiene en usted un presidente que defiende
valientemente el derecho a la vida, a quien no le da vergüenza denunciar la
persecución de cristianos en todo el mundo, que habla de Jesucristo y del
derecho de los ciudadanos a la libertad de culto. Su participación en la Marcha
Por La Vida, y más recientemente su proclamación del mes de abril como
el Mes de Prevención de Abuso Infantil Nacional, son acciones que
confirman de qué lado usted desea seguir luchando. Y me atrevo a creer que los
dos estamos del mismo lado en esta batalla, aunque con diferentes armas.
Por
esta razón, creo que el ataque al cual usted fue sometido después de su visita
al Santuario Nacional de San Juan Pablo II forma parte de la narrativa orquestada
de los medios que no busca luchar contra el racismo y llamar al orden social,
sino agravar las disposiciones; no es para traer justicia, sino para legitimar
la violencia y el crimen; no para servir a la verdad, sino para favorecer a una
facción política. Y es desconcertante que haya obispos, como quellos a quienes
recientemente he denunciado – quienes, por sus palabras, prueban que están
alineados con el lado opuesto. Están subordinados al estado profundo, al globalismo,
al pensamiento alineado, al Nuevo Orden Mundial que invocan
cada vez con más frecuencia en nombre de una hermandad universal que no tiene
nada de cristiano, sino que evoca los ideales Masónicos de
aquellos que quieren dominar el mundo expulsando a Dios de los tribunales, de
las escuelas, de las familias, y tal vez incluso fuera de las iglesias.
El
pueblo estadounidense es maduro y ahora ha entendido cuánto los principales
medios de comunicación no quieren difundir la verdad sino buscan silenciarla y
distorsionarla, difundiendo la mentira que es útil para los propósitos de sus
maestros. Sin embargo, es importante que los buenos, que son la mayoría, se
despierten de su lentitud y no acepten ser engañados por una minoría de
personas deshonestas con propósitos no reconocibles. Es necesario que los
buenos, los hijos de la luz, se unan y hagan oír sus voces. ¿Qué manera más
efectiva hay para hacer esto, señor presidente, que en oración, pidiéndole al
Señor que lo proteja a usted, a los Estados Unidos y a toda la humanidad de
este enorme ataque del enemigo? Ante el poder de la oración, los engaños de los
hijos de las tinieblas colapsarán, sus complots serán revelados, se mostrará su
traición, su poder aterrador terminará en nada, sacado a la luz y expuesto por
lo que es: un engaño infernal.
Sr.
Presidente, mi oración se dirige constantemente la amada nación estadounidense,
donde tuve el privilegio y el honor de ser enviado por el Papa Benedicto XVI
como nuncio apostólico. En esta hora dramática y decisiva para toda la
humanidad, yo estoy orando por usted y también por todos los que están a su
lado en el gobierno de los Estados Unidos. Confío en que el pueblo
estadounidense esté unido conmigo y en oración al Dios Todopoderoso.
Unidos
contra el Enemigo Invisible de toda la humanidad, los
bendigo a ustedes y a la Primera Dama, a la amada nación estadounidense, y a
todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
+
Carlo Maria Viganò
Arzobispo Titular de Ulpiana
Ex nuncio apostólico a los Estados Unidos de América
Fuente:
https://s3.amazonaws.com/lifesite/Open_Letter_President_Donald_Trump.pdf
Etiquetas: Donald Trump, Estado Profundo, monseñor Carlo María Viganó, Nuevo Orden Mundial