Escribo este artículo con el propósito deliberado para que Ricardo Lagos no vuelva a La Moneda. Un pequeño aporte. Si eso es ‘asesinato de imagen’, eso será. Después de todo, ellos lo han realizado con los militares procesados con los tribunales populares del nuevo periodismo chileno. El hecho es que Ricardo Lagos usó prácticas stalinistas con la historia reciente. Eso no tiene perdón de Dios, si es que existe. Lagos y la Concertación es responsable de que “se ha mantenido secuestrada la memoria de los chilenos, hasta el punto de creérsela ya muerta”, como dice el abogado Luis Valentín Ferrada. Le perdono la corrupción y el despilfarro, más no la tergiversación de la historia. Ricardo Lagos nunca ha sido ‘estadista’.
Cuando hace semanas salió el informe o los informes sobre el transporte público de Santiago, conocido como Transantiago, inmediatamente los peones de Ricardo Lagos comenzaron a defenderlo, por una parte. Incluyendo la Presidenta. Y, por otra parte, Ricardo Lagos comenzó su sermón típico acerca de las formas o trato que hay que tener en democracia. En efecto, el ex Presidente se expresaba así: "en democracia tenemos que ser capaces de tener una relación cívica adecuada y en último término no se está insultado a Ricardo Lagos, se está insultando a alguien que desempeñó la Presidencia de la República y eso le hace mal a Chile" (3-12-2007).
Cuando Ricardo Lagos habla de esa forma, lo único que hace esconderse. Lagos utiliza la ‘figura de la Presidencia’ para sancionar toda crítica. Chile es una república, no una monarquía absolutista. Más aún si comparamos las críticas que han recibido los Presidentes norteamericanos George W. Bush y Ronald Reagan, veremos que ellos nunca se han escudado en la ‘figura de la Presidencia’. Nadie critica la figura de la Presidencia, sino al individuo que la ocupa.
Lagos crítica a ciertos políticos (la oposición) por la manera en que se expresan. Menos mal que no crítica la prensa servil a la Concertación. Ahora bien, compárese esta cita sacada de La Democracia en América, de Alexis de Tocqueville por el 1830: “En todo este asunto, el lenguaje usado por Jackson (El Presidente) ha sido el de un déspota sin corazón, preocupado únicamente de conservar el poder. La ambición es su crimen y en ella encontrará el castigo” (Vincenn’s Gazette). Supongo que en aquella época el Presidente Jackson si es que leyó ese tabloide, no se escudaría ‘en la figura de la Presidencia’.
Puesto que los proyectos emblemáticos del gobierno de Lagos han fracasado y ha salido a la luz la corrupción, el despilfarro en Ferrocarriles del Estado, Codelco, los programas empleo y otras empresas estatales, entonces hay que defender la Obra de la Concertación en los últimos 20 años. No importa que se haya despilfarrado más de US$ 1000 millones. Después de todo, paga Moya, como dicen en Chile. Me parece que, cuando hablan de la Obra con mayúscula veo una imitación burda al Gobierno Militar. En un sitio, un bloguero se quejaba que la Obra con mayúscula del oficialismo le recordaba la Obra del Opus Dei.
Hay que decir la verdad. Por la verdad me refiero a lo que el filósofo alemán Edmundo Husserl, padre de la fenomenología hablaba de describir cómo son las cosas. En este caso cómo fueron las cosas. Y la verdad es que los logros de los 20 años de la Concertación se deben al Gobierno Militar. Hay que recordar que tanto Ricardo Lagos como Michelle Bachelet apoyaron un gobierno que promovió la violencia, el terrorismo con el objetivo claro de imponer un régimen totalitario y colectivista, donde ser empresario constituía un estigma. Y ese gobierno cuando fue derrocado dejó al país con una inflación del 600%; aunque otros lo aproximan a 1000%; Chile tenía reservas negativas en más de 230 millones de dólares; el déficit fiscal era del 25%. Como dice Alfonso Márquez de la Plata en su libro ‘Salto al futuro’ a propósito de que al Gobierno Militar le imputen una ‘deuda social’: “El Gobierno Militar se encontró con una situación realmente caótica. La gente debía formar interminables colas para obtener comida y muchas veces las personas más modestas no encontraban, luego de largas oradse espera, alimento alguno para satisfacer el hambre de sus hijos”. A lo anterior hay que agregar, las tomas de las fábricas y de los campos, los cuales no producían porque los tenían grupos terroristas de izquierda. Teniendo esos antecedentes, ¿cómo Lagos y Bachelet puede ufanarse de sus logros si no pueden explicar ese salto entre septiembre de 1973 y marzo de 1990?
La Concertación dentro del país critica el modelo liberal, sin embargo, en el extranjero se vanaglorian. La prueba de ello uno lo puede encontrar en la revista mexicana
‘Letraslibres’, la que en septiembre le dedicó a Chile. El título de ese mes era algo así: “Chile: modelo ha seguir”. En ese número escribieron los novelistas Rafael Gumucio y Carlos Franz actual embajador de Bachelet; el filósofo Martín Hopenhayn, el cientista político Patricio Navia y el propio Ricardo Lagos, entre otros. Todos ‘progresistas’. ¿Cuál es el mejor modo de inventarse el mito? Teniendo un ejército de novelistas, intelectuales, poetas y cineastas para que cuenten cuentos.
Así,
Lagos escribe en su artículo “Chile: creatividad para el desarrollo”, que lo primero que hizo fue abrir el Palacio de Gobierno como señal república. No explica por qué la Unidad Popular quería destruir la república burguesa. A continuación nos habla de los informes Valech y Rettig, más no nombra el ‘Acuerdo de la Cámara de Diputados’ de agosto de 1973 en que denunciaba la flagelación, tortura y la violación de la mayoría de los derechos humanos que realizaba el gobierno socialista, y ni siquiera la Revista Punto Final de ese año, en que afirmaba que la Investigaciones de la UP torturaba. Lagos habla de la apertura comercial. Leerlo es para matarse de risa: “
Del mismo modo, como Chile tiene un mercado pequeño, nos atrevimos a decir: “Abrámonos al mundo; si el mundo se va a globalizar, atrevámonos a competir. Ya que la globalización viene para quedarse, más nos vale prepararnos para ella.
Así que bajamos los aranceles e hicimos acuerdos con los distintos bloques económicos del mundo”. Sin embargo, Chile se abrió en forma unilateral en 1976 tal como lo hizo Hong-Kong, sin aspavientos. Las palabras de Lagos se encarga de refutarla su predecesora, Michelle Bachelet, quien dijo que “
Chile vuelve de donde nunca debió haberse ido, [...]significa el reencuentro de mi país con uno de los procesos de integración más importantes de América Latina y porque permite acercarnos a nuestros países y pueblos ". O sea, la propia Presidenta le dice a Ricardo Lagos que la apertura comercial fue un error. Chile bajo Pinochet se salió de la CAN porque las políticas proteccionistas de altos aranceles contradecían la apertura económica, a la cual se opusieron quienes gobiernan hoy día Chile. Y también la Iglesia Católica. Igualmente, las palabras del primer Presidente elegido Patricio Aylwin contradicen a Lagos, pues el mandatario demócrata cristiano llamó ‘cruel’ al mercado.
Después Lagos agrega: “Entendemos que son ciudadanos y no consumidores los que van a plasmar la sociedad que los chilenos queremos construir. Y esto hace al ser humano el centro de nuestras preocupaciones públicas”. La típica falacia socialista de separar el ser humano entre ciudadano y consumidor, cuando uno es a la vez los dos. Diría que durante el gobierno de Lagos el ciudadano se convirtió en súbdito del Estado. Y donde escribe ‘hace al ser humano el centro de nuestras preocupaciones’ debió escribir ‘hace la burocracia o sea los políticos de la Concertación el centro de nuestras preocupaciones’.
Si en este año, los propios ministros del Gobierno llamaron a manifestarse contra el ‘neoliberalismo’ que ha mejorado el bienestar de los chilenos.
El filósofo
Martín Hopenhayn en esa oportunidad comenta el destape chileno con La Casa de Vidrio, el surgimiento del paskín ‘The Clinic’, el destape radial con la película ‘El Chacotero Sentimental’, reality shows, los desnudos Spencer Tunick, etc. ¿Todo ello que describe Hopenhayn se podría haber realizado bajo un gobierno socialista de corte marxista leninista como el Allende, donde toda la propiedad pertenecía al Estado? O esos fenómenos son productos del capitalismo o de un modelo que respeta la propiedad, la libertad y la vida como señala la Constitución del 80. Tal vez, los Padres Fundadores de los Estados Unidos no pensaron 150 años después, surgería el mundo del
Comic, la revista
Playboy y todas las manifestaciones de contrapunto a la Norteamérica conservadora.
Hablar del estafista y absolutista Ricardo Lagos da para mucho. Rafael Gumucio se equivoca cuando dice que las instituciones funcionan, pues funcionan para un lado del espectro político. En su imaginario de novelista exagera la figura de ciertas personas “en especial el hiperbuscado y siempre peligroso Manuel Contreras, el director de la DINA”. ¡Un viejo de setenta años él lo considera peligroso! Yo mismo podría decir del terrorista del Mir y actual ministro de Defensa, José Goñi.
El cientista políticoPatricio Navia alaba ‘modelo de la Concertación’. Dicho sea de paso, cada vez que intento escribir cientista en el Word, cientista se transforma en ‘cuentista’. ¿Será porque las columnas que escriben sobre la UP y los logros de la Concertación tienen mucho de fábula?
También Navia miente cuando dice: “Chile pasó de ser un país de enemigos bajo Pinochet a una república de ciudadanos”. Se equivoca, pues quienes introdujeron la categoría de ‘enemigo’ en la política con su revolución violenta de Ernesto ‘Che’ Guevara, la lucha de clases y al más puro estilo jacobino -sin haber leído al filósofo alemán Carl Schmitt - en Latinoamérica, fue la izquierda. Además, militarizó la política.
Con todo, Navia es el único que tiene la honestidad intelectual al escribir: “Si bien la Constitución ha sido modificada y “democratizada”, Pinochet sigue siendo el padre del Chile actual”.
Lo demás es puro mito.
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