lunes, junio 25, 2007

Comentario de libro: Herbert Spencer

Herbert Spencer es un filósofo inglés poco estudiado en las escuelas de filosofías, las que estudian más la filosofía de continente de la época. Herbert Spencer vivió entre 1820 y 1903. Estudió primero ingeniería y trabajó después en ferrocarriles. Hay que recordar que los ferrocarriles en Inglaterra decimonónica eran privados. Sin embargo, su verdadera vocación le apareció más tarde. También fue redactor de ‘The Economist’. Fue amigo de Stuart Mill, del padre del escritor Aldus Huxley, de la novelista George Elliot, de Darwin. Y polemizó con el historiador inglés Thomas Carlyle.

El libro que comentaré se llama ‘El hombre contra el Estado’ , que fue publicado en 1884. Este libro es una defensa de la libertad individual y una crítica feroz al intervencionismo estatal. Critica los impuestos como contrarios a la libertad de las personas: “Cada uno de estos impuestos supone una nueva coacción, una limitación mayor a la libertad del ciudadano” (p.37).

Igualmente es una crítica a la burocracia. Dice: “Y evidentemente, a medida que la intervención del Estado aumenta, más se robustece en los ánimos la creencia de su necesidad y con mayor insistencia se exige su intervención. Cada aumento de la política regulativa, significa un aumento de la burocracia y un creciente poder de los organismos administrativos” (p.60) .

Spencer defiende la política económica conocida como ‘dejar hacer, dejar pasar’ o ‘laisser faire’. Cada vez que el Estado interviene los mercados, genera el efecto contrario de lo que esperaban las autoridades.

Critica el exceso de leyes que promulgan los parlamentos, provocando más daños que beneficios. “Los males producidos por los legisladores sin instrucción, enormes son, en comparación con los causados por tratamientos médicos adecuados, son notorios a quienes arrojen una mirada sobre la historia” (p.89). De ahí que Spencer sostenga que la misión de liberalismo es limitar el poder de los parlamentos.

Debate con su compatriota Bethman, el filósofo que acuñó la expresión que el gobierno debe preocuparse por fomentar a la felicidad a todos, a través de la creación de derechos.

Spencer acuñó la frase: “todo socialismo implica esclavitud” (p.68). Si hubiese vivido un poco más o hubiera viajado con una máquina del tiempo, se hubiera dado cuenta que todo socialismo es criminal.

Critica un mal congénito que tiene los pueblos de América Latina, a saber, que el Estado es capaz de solucionar todos los males existentes. Dice: “Además, cada nueva ingerencia del Estado fortalece la tácita presunción de que es un deber del gobierno ocuparse de todos los males y asegurar el mayor número de bienes” (p.67).

Aun cuando el socialismo es un producto del siglo XIX, su propuesta de intervenir el mercado no es nueva. Para ello se basa, principalmente, en la legislación de su época y en la propia historia de Inglaterra. Pone el ejemplo que cada vez que los legisladores querían reducir la usura y el interés, empeoraba la condición del deudor y elevándose el interés. O cuando el gobierno inglés y francés intentó evitar el apacaramiento, durante quinientos, generaron más miserias y mortalidad. Entre paréntesis la palabra ‘apacaramiento’ estuvo de moda en la Unidad Popular y ahora está de moda en Venezuela, porque el gobierno impide comprar ‘más de dos fanegas de trigo en el mercado’. Otro ejemplo, en el año 1315 fijó o tasó los precios de los alimentos con el propósito de disminuir el hambre. Lo que provocó, además, del rechazó, fue la desaparición de algunos alimentos en el mercado, como en la Unidad Popular o como el desabastecimiento de gas y electridad que ahora hay en Argentina, porque el gobierno congeló los precios.

Critica la caridad obligatoria que se da a través del impuesto. De hecho, él se opondría al santo chileno que decía: “Dad hasta que os duela’. Dar por dar no soluciona la pobreza. Mejor dicho, si a los que tienen le quitamos casi todo su sueldo, terminan siendo ellos pobres. Spencer lo pone así: “De igual forma bajo la antigua Ley de pobres el trabajador previsor y diligente tenía que pagar para mantener al vago, hasta que finalmente a consecuencia del exceso de impuestos sucumbía y tenía que refugiarse también en un asilo”(p.125).

El libro es tan actual, pese a que fue escrito en 1884. Spencer critica es idea que le inculcan los gobiernos socialistas de todo es gratis, como si nada costará. Dice: “El pueblo, habituado a considerar los beneficios del Estado como gratuitos, alienta continuamente esperanzas de recibir otros nuevos” (p.67)

Spencer nos ilustra la manía que tienen los socialistas cuando expropian de decir: “con compensación o sin ella”. Eso proponía los Federacionistas Democráticos de Inglaterra.

Cuando alguien dice: los socialistas se enredan con sus propias regulaciones, Spencer lo expresa así: “cuando impone un derecho sobre seguros contra incendios y luego reglamenta el modo de extinguirlos, o dicta normas de construcción que, como demuestra el capitán Shaw, aumentan los riesgos” (p.102).
La falta de inventiva de la burocracia, Spencer lo ilustra así:“No es el Estado a quien se debe la multitud de inventos útiles, desde la azada al teléfono; no es el Estado quien ha hecho posible un aumento de la navegación desarrollando la astronomía” (p.112).

Spencer cree en la cooperación espontánea, que se realiza cuando los hombres persiguen sus intereses personales. Spencer continúa desarrollando las ideas del autor ‘La Riquezas de las Naciones’. La tarea del gobierno es no interferir esa cooperación voluntaria a través del respeto a los derechos individuales.

Un amigo de Spencer nos pueda dar claridad sobre el funcionamiento del gobierno: “Una oficina de gobierno es como un filtro invertido: se envían las cuentas claras y salen embrolladas”.

De paso, Spencer atribuye el origen del gobierno al pasado militar, de ahí las obligaciones de las personas hacia éste. Sin embargo, a medida que se produce la cooperación voluntaria, los hombres resisten los ‘controles’ gubernamentales.

El filósofo italiano Norberto Bobbio creador del socialismo liberal, que le gusta a nuestra izquierda renovada, critica a Spencer duramente en su libro ‘El futuro de la democracia’, por su liberalismo exacerbado y de derivar el derecho público al derecho penal. Se entiende que Bobbio esté en las antípodas de Spencer, en cuanto aquél justifica la existencia de la burocracia a través del Estado benefactor o Estado social, ya que se pedían, por ejemplo, escuelas gratuitas, entre otras cosas.

Álvaro Vargas Llosa escribió que sería bueno que en los colegios o liceos, los estudiantes leyeran los panfletos y novelas de Ayn Rand y los textos de Ludwig von Mises. Agregaría a Spencer.

Herbert Spencer; El hombre contra el Estado; Aguilar ediciones; 1953; Buenos Aires

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jueves, junio 21, 2007

Izquierda irracional

Al parecer estamos condenados a vivir para el pasado, mas no para el futuro. Si es para el futuro, volvemos a las practicas antiguas, donde el Dios Estado es todo y el individuo nada. El eterno retorno que hablaba Nietszche.

Soy de las personas que apoyan la decisión del general en retiro Iturriaga Neumann de rebelarse contra la Justicia. Conste que no soy abogado. Y se supone que la leyes se basan en el sentido común y la lógica. No se va a condenar a alguien por robar una gallina a cadena perpetua. Eso nos parece un contrasentido y desproporcionado al delito que se cometió. Por eso, mismo la figura ficticia que inventó la izquierda de ‘secuestro permanente’ es no nosense, en el sentido inglés. Es una manera de encerrar a alguien bajo cualquier medio. Incluso usando los Derechos Humanos para violarle los Derechos Humanos. . Pues, con esa figura ilegal el acusado es culpable antes que no se pruebe lo contrario. Justamente al revés de lo que sostiene la Declaración. Hermógenes Pérez de Arce también muestra el absurdo de la situación, basándose en la misma declaración del general.


Los actuales inquilinos de La Moneda, acusa al general de cobarde, como el Ministro de Interior, José Antonio Viera Gallo, quien fue subsecretario de Justicia de Salvador Allende. Viera Gallo cuando tenía el poder y lo usó mal dijo: "De ahí que si la izquierda desea realmente tomar el poder no se puede seriamente plantearse su triunfo sino en base a su capacidad en el plano de la violencia, de hacer frente y derrotar al enemigo armado" (Revista Punto Final, 22/11/1967). Probablemente, Viera Gallo se creía Lenin o Beria. A Lenin le encantaba intimidar a sus enemigos. Luego Viera Gallo junto a otros señores convertidos ahora ya sea en filósofos mesurados, como el actual embajador en España o en cientistas políticos que escriben semanalmente en ‘La Tercera’, se escondieron ya sea en la sotana de los obispos partidarios del colectivismo comunista, y otros más valientes saltaron a las embajadas. En esos actos terminaron sus días de revolucionario o comisario político. La teoría insurrecional ya sea objetiva de Lenin o subjetiva del ‘Che’, que describe Moulian en su libro de catecismo político ‘El socialismo del siglo XXI’ les salió el tiro por la culata.

El acto del general es una muestra que la izquierda se está repitiendo el plato, ya que está actuando más allá de las leyes con los uniformados, como lo hiciera en la UP. Véase artículo 10, inciso a) del Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973.

El ex terrorista y fascista del Mir, Max Marambio sostiene: “No se puede banalizar el golpe -desde la óptica que sea y yo ciertamente tengo la mía muy clara- como una decisión irracional de un grupo de militares”. Marambio se olvida que el pueblo llamó a las FF.AA, a través del Acuerdo mencionado, exigiéndoles “encauzar la acción gubernativa por las vías del Derecho” para poner fin a una serie de atropellos que realizó la UP.

Marambio llama ‘irracional’ de la decisión de los militares, mas no es irracional que él haya integrado las Brigadas Internacionalista que dirigía el dictador Fidel Castro, promoviendo guerras civiles urbe et orbi. Después de todo, el ingresó a las Tropas Especiales de Castro. La guerra de guerrillas es la paz. Me suena a 1984.

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martes, junio 12, 2007

El complejo del simio

Nunca he entendido por qué la izquierda latinoamericana, en particular la argentina y la chilena no admiten que usaron la violencia para imponer una dictadura comunista. Como de costumbre, tienden a miminizar sus crímenes. Además, ellos le exiguen a sus adversarios un ‘Nunca más’, pero ellos no se retractan de sus actos. Como si el ‘Nunca más’ fuese una garantía que parase las guerras civiles futuras. El ex Almirante Vergara dijo que él no podía responder por el futuro. Por decir una verdad, los medios izquierdista lo criticaron. Los otros son los monstruos, no ellos. A eso lo llamo ser egoísta. Egoísta el intelectual que avala la política de Allende de expropiación, sin embargo, se asombra luego porque los militares entraban sin permiso en sus propiedades. Egoístas porque piensan solamente en las víctimas de izquierda, y no la de ambos lados.

Al tratar de buscar una explicación, no me queda otro recurso que apelar al cine, pues en él encuentro alguna luz, que me da cuenta de esa conducta. Entonces, me acuerdo de la segunda parte de la triloguía ‘El Planeta de los Simios’, en los cuales los simios se sentían superiores a los humanos, porque el simio no mataba a otro simio. Esa era su ley fundamental, hasta que uno de los gorilas mata a un simio. El ser humano era de naturaleza destructiva, según los simios. Aquellos que habrán visto la película se acordarán.

También aprovecho para solidarizar con un suboficial de carabineros en retiro , el cual cumpliendo simplemente con su deber, líquido a un terrorista que portaba 12 panes de dinamita. La justicia en su tiempo lo sobreseyó definitavemente en 1974. Sin embargo, treinta años después, los familiares basándose en el Informe de la Corporación y Reconciliación, lo acusan de asesinato, esto es, que había sido víctima de la violencia política. La justicia lo acusa de ‘crímenes de lesa humanidad’ y lo condenan a cinco años. Los magistrados no le creen al suboficial que se enfrentó cuerpo a cuerpo con un terrorista. El suboficial no sabía quién era el sujeto. Simplemente cumplió su función al ver individuo que le parecía sospechoso. Por eso, a muchos no nos gustó ‘el tribunal popular de cuello y corbata’, como dijo un militar, que es la Comisión Rettig; aunque hayan participado personas de derecha.

Lo único que han hecho es provocar nuevas injusticias. Esos son los crímenes de lesa humanidad que tanto le gusta citar a la ex mirista y arpía Michelle Bachelet. No constituye crímenes de lesa humanidad, el atentado al intendente Carol Urzúa realizado por el Mir y los otros tantos donde murieron civiles y militares bajo la violencia de izquierda en América Latina.

Ahora bien, si Bachelet fue del Mir, ella creía en lo siguiente: “La aplicación de una línea estratégica que busque el enfretamiento de clases en el marco de una guerra civil debe partir en la situación actual en la que se encuentra el movimiento de masas” (Los Orígenes de la Violencia Política,Conclusiones del MIR luego de la Presidencia de 1970). Como ella era mirista, solamente ella podía usar la violencia contra los burgueses, más no los burgueses contra ella. Ella me puede pegar, yo no le puedo pegar.

Aquí y en Argentina, la justicia no considera la muerte y el secuestro por parte del los montoneros como un delito de ‘lesa humanidad’, como nos hacer Rubén Benedetti . El hijo de un militar asesinado Argentino Larrabure, quien estuvo 372 días en cuativerio por los terrorista de izquierda, le dice al juez: “Pido a Vuestra Señoría que por un momento se sitúe en mi piel, padeciendo conmigo. Que piense que ese hombre torturado, flagelado, ahorcado vilmente, que ve en las fotos, es su padre. Pregúntese qué sentiría si al tener finalmente la causa en sus manos, hubiera comprobado que tan sólo tenía un cuerpo, sin interrogatorios, sin procesamientos, sin condenas".

El complejo del simio aparece también, cuando acusan a los militares del ‘secuestro permanente’, lo que significa que ellos los tienen secuestrados hace treinta y tantos años. Y además, los tiene secuestrados estando los militares presos. En los hechos, el secuestrado está en la cárcel junto el militar, siendo que en la cárcel está solamente el militar.

El complejo del simio se nota, cuando la izquierda habla de la superioridad moral de la ésta sobre la derecha, aquí, en Argentina o España. La izquierda fue la que más provocó guerras civiles en el siglo XX.

La Presidenta terrorista en su último discurso a la nación el 21 mayo, planteó resolver el problema de la herencia, que afecta a los familiares de los detenidos-desaparecidos. Lo que significa, que los familiares no pueden hacer nada con las propiedades, porque el familiar no se encuentra muerto. Esa propuesta, si recordarán la planteó en su oportunidad el senador institucional o designado y ministro de Interior de Pinochet, Sergio Fernández. En esa oportunidad, la izquierda la rechazó, porque eso significaba acabar con la tesis del ‘secuestro permanente’. Yo, espero, que por el bien de la República, que la oposición vote en contra, y no se reformulé una ley para algunos con nombre y apellido. Si la izquierda quiere seguir con el cuento del ‘secuestro permanente’, que asuma una vez en su vida las consecuencias. Lamentablemente, los familiares no pueden verder la propiedad y la herencia, porque la actual legislación no contempla esa figura. ¡Qué asuman!

La izquierda tiene un gran complejo de culpa. Y no sabe cómo quitarse ese peso de encima. Mientras tanto, siguen lucrando, como en reciente fallo en que la Corte obliga pagar $6 mil millones al Estado, a quienes despreciaban tanto el capital
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martes, junio 05, 2007

Ad portas a la Revolución

El fin de semana tuve que ir a Santiago. Llegué al terminal y luego entre a un negocio. Lo primero que me dijo la señora que atendía: “Las personas se han vuelto agresivas”. Después tomé el metro para dirigirme a la estación ‘Los Héroes’, y de allí cambiar a la línea 2, que me encaminaba al metro-estación 'Ciudad del Niño'. La ida no tuve ningún problema. Encontré el tráfico de personas normal. Creo que normal. Sin embargo, a la vuelta, esto es, entre las 15:30 y las 14:00 horas de la tarde, me encontré con una sorpresa. El primer vagón que paso y que me devolvía a la estación ‘Los Héroes’ estaba saturado. Tuve que esperar el siguiente. Llegó por fin. Iba tan saturado como el anterior. Los usuarios literalmente se habían convertido en sardinas enlatadas. Lo cuento, porque las veces que había ido a Santiago el sábado, la línea 2 estaba prácticamente vacío. ¡Y que decir del esfuerzo por subirse al metro-tren en ‘Los Héroes’!. Los usuarios o las personas, por una parte, no esperan a que desciendan del vagón. Al final, hay dos fuerzas se contraponen en esa experiencia de tomar el metro.

La semana pasada, la señora Marta Lagos de la encuesta Mori escribió: “Es por ello que el Transantiago es tan importante, porque no necesita noticia, cada cual tiene su experiencia. Una experiencia extraordinaria, que pone a cada cual en el centro de la discusión. No es posible influir en la opinión que la gente tiene de su propia experiencia. Nada es más violento que la indiferencia y el olvido, a los cuales ha estado sometida históricamente una parte importante de la población del país. El Transantiago los saca de esa violencia, aunque no funcione”. (La Segunda, 31-05-2007)

Como le comentaron en ese diario, su artículo era un verdadero insulto a las personas, ya que para la señora Lagos, las personas se habían acostumbrado a la Concertación. La señora Marta Lagos todavía no ha tenido la experiencia de ‘ser una sardina enlatada’.

Una conocida que vive en Santiago, me dijo que por primera sentía el peso del Estado con el Transantiago. Y como es madre solicitaba que volvieran las micros amarillas con los antiguos recorridos. Ella me dijo que a los Santiaguinos no le preguntaron si querían hacer trasbordo o tomar varias autobuses (micros), para llegar a un destino. Eso se llama despotismo ilustrados de la Concertación: "todo por el pueblo, pero sin el pueblo". Por lo menos decía, uno podía estar viajando una hora de un extremo a otro de Santiago, y tener una viaje relajado en el antiguo sistema. Además, porque había espacio en los antiguos buses. Me hizo notar a igual que la señora que me atendió, que los capitalinos se han vuelto agresivos. Criticaba que los capitalinos estaban muy pasivos. Quería una manifestación. Y que obviamente rodara alguna cabeza del Gobierno. Más aún, quería incendiar el Palacio de Gobierno con una molotov. Quede anonado ante tales palabras subversivas. Si eso está en las mentes de los capitalinos, habrá pronto una revolución que saque a los despótas ilustrados de La Moneda.

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