Mediocridad socialista
En el diario ‘La Tercera’ el lunes pasado entrevistó al ex ministro de Economía del primer gobierno de la Concertación y hoy presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara alta, el senador socialista Carlos Ominami.
La entrevista abordó varios puntos. Sin embargo, me quedaré con una pregunta y su correspondiente respuesta. El o la periodista formuló la siguiente pregunta al honorable senador: “Además está el principio general de que las empresas públicas no disponen adecuadamente de incentivos en relación con el sector privado”.
La respuesta del senador fue: “El problema es que le pedimos resultados a estas empresas. Mucha gente llama escándalo las pérdidas de EFE y no entienden que ciertas empresas tienen también una dimensión de servicio público que les impide poner por delante sólo criterios de rentabilidad como lo hacen los privados”.
Analicemos la frase a igual como lo hacía el filósofo inglés, Bertrand Russell con los discursos de los políticos de su época.
En primer lugar, el economista nos dice que a las empresas públicas no hay que exigirles resultados. Ello supone que al senador Ominami que le importa un comino la calidad del servicio. O bien, si al usuario no le gusta la calidad del servicio, no puede quejarse.
En segundo lugar, nos dice a sus conciudadanos que ,si la Empresa Ferrocarriles del Estado (EFE), padece pérdidas, las personas no tiene por qué escandalizarse. Si fuese una empresa privada, los políticos ‘progresistas’ alzarían las voces al suelo.
En tercer lugar, afirma una supuesta antinomia entre una empresa de servicio y la rentabilidad. La excusa para tener pérdidas, es por ser una empresa pública.
Ahora bien, ¡Cuántas empresas conocemos en nuestro diario vivir que ofrecen un servicio y se preocupan de que funcione! Por ejemplo: una empresa de limpieza; un gimnasio: un periódico que supuestamente nos informa; un servicio de salud rápido, el servicio de comida rápida, una farmacia, etc.
Luego dice una frase que en realidad se presta a confusión, aun cuando su propósito es aclarar el rol de la empresa y su contabilidad. Así, la empresa estatal debe fijar su rol de servicio público. Luego como consecuencia de lo anterior que: “el Estado subsidie lo que es servicio público directamente, para que no haya confusión en la contabilidad de la empresa.”
A partir de ahora, los conceptos de contabilidad habrán de ser deformados. En la dimensión desconocida del mundo socialista, los números negativos son positivos y los positivos son negativos. De ese modo, cuando el resto de los mortales lee pérdidas en los balances anuales de las empresas, hay que leerlos como ganancias.
El problema que plantea el senador me recuerda un evento relacionado con ferrocarriles. Hace un buen tiempo, los trabajadores de EFE le solicitaron al director que le reajustará los sueldos. Aquí viene lo interesante. El director le dijo que el ministerio de Hacienda no le había dado más recursos. Por tanto, debían conformarse con lo que había. Yo esperaría, que la empresa les pagase con sus recursos a los empleados. ¿Qué tiene que ver el ministerio de Hacienda con esa empresa? Ferrocarriles del Estado es tan poco rentable, que ni siquiera tiene plata para pagarles a sus empleados. Por esa razón, el senador en su infinita sabiduría e inteligencia, propone el subsidio.
Y el subsidio es la forma en que el socialista nos muestra su mediocridad.
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