martes, septiembre 29, 2009

Dos resentidos y un inmerecido homenaje





Entre el último 11 de septiembre y el primer debate presidencial, pudimos ver que el resentimiento es lo que más aflora en los políticos auto proclamados ‘progresistas’.

En efecto, durante esa semana la Presidenta Bachelet siguió el 15 de este mes sostuvo: "nos ayuda a ser una sociedad más democrática, y la muerte del presidente Allende demostró la intolerancia de la sociedad”. Si los intolerantes eran ellos, pues como afirmó el Partido Socialista en su famoso congreso del siglo pasado: “2.- La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y, a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista”; aunque algunos no les guste recordar esta etapa del socialismo chileno.

Luego agregó: "una tragedia como sociedad, de incapacidad de las fuerzas políticas de resolver sus contradicciones e intereses diversos a través de un mecanismo democrático pacífico". Si quienes eligieron la violencia y el terrorismo fue la izquierda. ¿Acaso quiere la Presidenta que se quedaran de brazos cruzados?

Y a propósito del estreno de la película ‘Isla Dawson’, la Presidenta manifestó: “la miseria que puede existir, lo brutales que podemos ser los seres humanos" Con la expresión ‘brutal’ se refiere al terrorismo del Mir, a la violencia que la propia Unidad Popular generaba. Nosotros hemos conocido la miseria del humanismo socialista, cuando al terrorismo que eligió la izquierda queda en la impunidad, cuando quisieron esclavizar por el estómago a través de las JAP, cuando militares mayores de 70 años que están en prisión injustamente no los dejan libre porque el resentimiento es más fuerte en el ‘progresismo’, cuando condena por delitos que no existen en nuestra legislación, cuando la justicia aplica la prescripción en el caso de un implicado en el caso Guzmán y le niega la misma prescripción a los militares, cuando cometen perjurio en los tribunales para acusar a los militares que combatieron el terrorismo.

Lo mismo puede decirse del candidato a la Presidencia independiente y socialista, Marcos Enríquez Ominami, quien afirmó en esa semana: "quiénes en el pasado fueron cómplices de lo más malo y de lo mejor, quiénes, a través de sus declaraciones, participaron por ejemplo, de operaciones políticas que fueron bastante feas y quiénes en el pasado fueron cómplices de la impunidad y del divorcio entre los chilenos”. La izquierda antes del 11 de septiembre dividió la sociedad chilena con su proyecto totalitario. La izquierda como he dicho antes se comportaba igual que los nazis antes de llegaran al poder. La izquierda es la que le gusta la impunidad, pues no le interesa las muertes de las personas que murieron bajo la violencia del socialismo marxista-leninista. Y la izquierda pasado veinte años del terminó del Gobierno Militar sigue dividiendo el país, ya sea con declaraciones como las de la Presidenta o del propio candidato, ya sea al querer reabrir los Informes Rettig y Valech. No sé de dónde sacaron algunos comentaristas de derecha al sostener que Marcos Enríquez no era resentido, si menciona la muerte de su padre cada vez que puede. Su padre no era un angélico ni un ‘joven idealista’, sino un terrorista. Hasta le han salido defensores como lo expresa el señor Ricardo Lazcano Espejo en una carta a ‘La Tercera’: “Es lógico que a un hombre al que le mataron a su padre, que le quitaron su nacionalidad y que ha tenido que luchar muchísimo para recuperar sus derechos en algún momento pueda haber sentido que su patria no era para él.” El padre murió en un enfrentamiento y portaba balas bum-bum prohibidas en los tratados internacionales. Si se trata recordar impunidad de la izquierda, su padre adoptivo el terrorista del Mir y actual senador, Carlos Ominami es un de los responsables del atentado del puente Queronque, donde setenta personas murieron en el tren en 1986. Naturalmente, esas muertes no constituyen violaciones a los derechos humanos, ni genocidio.

Si los socialistas criollos hubiesen sigo coherentes y consecuentes como tantas veces les gusta afirmar, se darían cuenta que al imponer una estado marxista leninista por la violencia, uno de los bandos iba perder. Con el consiguiente exilio como les pasó a los rusos que se exiliaron en Francia, como le ocurrió a los chinos, vietnamitas que se exiliaron en Hong-Kong y Australia, respectivamente y como le ocurrido a los cubanos exiliándose en Miami. Ser izquierdista o ‘progresista’ o como quieren llamarse en Chile significa posar de mosquita muerta.

Además, el candidato socialista mencionó que por la chilenidad se torturaron. Hay que recordarle, que a fines de la década del sesenta del siglo pasado, el Mir secuestró y torturó al director del diario ‘Las Últimas Noticias’ del Sur, el cual después fue botado desnudo al frente de la Universidad de Concepción. Como dicen los progres desde 1990 en democracia.

En fin es un resentido como su admirada Presidenta.

Ahora bien, con respecto al homenaje que le hicieron al ex rector de la Universidad Chile el demócrata cristiano, Edgardo Boeninger , conviene recordar las palabras de este señor a propósito de la Unidad Popular: “El golpe era muy necesario, Allende necesitaba ser removido, no importaba quién lo removiera. Me parecía imposible que funcionara ese Gobierno. Yo tenía un juicio extremadamente negativo en aspectos políticos y económicos respecto del Gobierno de la Unidad Popular”. Esas palabras refutan las palabras de los dos resentidos. En las dedicatorias en la prensa nadie mencionó esa cita, ni los socialista ni los DC.

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lunes, septiembre 14, 2009

El otro 11 y una película















¿Qué relación guarda la propuesta de los ‘progresistas’ de cambiar el escudo nacional con la gesta del 11 de septiembre de 1973? Hasta el momento, no he encontrado ningún comentario de algún político o analista de derecha que vea un lazo entre los dos. He leído el comentario de Hermógenes Pérez de Arce oponiéndose al cambio. El escudo nacional reza así: “Por la razón o la fuerza”.

Desde que Chile llegó a la democracia, la Concertación y sus intelectuales orgánicos se han empeñado en cambiar la historia y los emblemas patrios, con el único propósito de no reconocer que el socialismo marxista tuvo tres cruces: fracaso, perdió y fue derrotado. ¿Y a quién apunto los dardos su estrepitoso fracaso? Uno de ellos es recurrir a la CIA, otro que las Fuerzas Armadas estaban sedientas glorias desde la Guerra del Pacífico, el otro es el escudo nacional. Si uno revisa la literatura que se publicaban a principios y mediados de los noventa, verán que los intelectuales de izquierda como los filósofos Martín Hopenhayn y Humberto Gianini culpan al escudo nacional, como el responsable de la intervención militar. Por ello, parte de la estrategia gramsciana ha sido, pues, colocar en los edificios públicos cuadrados con cubos. La propuesta del senador Nelson Ávila del PRSD viene de antes.

En este reciente y el último 11 de septiembre que le tocó presidir a la Presidenta Bachelet ha quedado demostrado que ella gobierna solamente para su sector político, no para el país. Sigue los pasos de Allende. Así como al marxista leninistas Salvador Allende le han vendido la imagen de ‘Presidente Constitucional’, cuando quebró la ley y la Constitución, así también se han empeñado en hacer creer al mundo que Bachelet es la ‘Presidenta de la Reconciliación’. El que diga lo contrario es un mentiroso. Por cierto, dicha campaña la comenzó la Iglesia Católica cuando salió electa Bachelet. En efecto, días previo al 11 de septiembre, la Presidenta asistió a la premier de la película ‘Dawson Isla 10’del cineasta Miguel Littin, basada en un libro del ministro de Allende, Sergio Bitar. Este último en el ‘avant premier “destacó la presencia de la Presidenta Bachelet y por ser un ejemplo de la superación humana y "la reconciliación". Nada más falso, pues la Presidenta ha sido la Presidenta del Odio. Después, el mismo 11 Michelle Bachelet volvió reiterar su mentira al homenajear y parafrasear a Allende: “Lo que aquí ocurrió no fue sólo una gesta histórica, fue un ejemplo que sirvió para la lucha contra la dictadura y a partir de ese ejemplo, 36 años después los chilenos hemos gestado un reencuentro mucho más genuino". La reconciliación ha significado venganza y tergiversar la historia, ya que no se ha aplicado la igualdad ante ley. Solamente, hemos presenciado veinte años de resentimiento y odio. Si ella hubiese mostrado gestos de reconciliación, hubiera indultado o bien amnistiado a los militares; cosa que el ‘progresismo’ se ha opuesto.

A propósito de película ‘Isla 10’, las palabras del actor Benjamín Vicuña que personifica a Sergio Bitar son hilarantes y absurdas: "Es una película que contribuye a la memoria, a saber de dónde vinimos para poder también construir un futuro mejor y no volver a equivocarnos. Para las nuevas generaciones que tuvimos que vivir con esta herencia, con esta mochila de lo que pasó, es una bonita película para poder debatir y reflexionar sobre la historia de nuestro país". En una entrevista a la CNN Chile, Vicuña dijo que la película era “tributo a muchos chilenos que soñaron con un país diferente”. Antes había dicho en los medios que se quería censurar esa parte de la historia. La izquierda ha convertido en tabú la violencia que ellos iniciaron en 1966. Otrosí, de censurar el período de 1966-1967 hasta el septiembre de 1973. Los izquierdistas sueñan, los otros tienen intereses. Afortunadamente, el sueño no se realizó o seríamos otra Cuba y una Corea del Norte.

De hecho, el actual aspirante a la Presidencia de la República, el socialista Marco Enríquez Ominami sostuvo que era “repugnante escudo nacional”.

La Presidenta Michelle Bachelet expresó manifiesto rechazo al emblema del escudo nacional, cuando fue el 58º aniversario de la Democracia Cristiana chilena: “Nos hemos unido para que nunca más la fuerza se imponga sobre la razón, para que prime el respeto a la dignidad de los ciudadanos, para que la cultura de la libertad sea la base de nuestra convivencia, para buscar la prosperidad del país,”.


Además, las palabras de la Presidenta son contrasentido, pues el partido que milita, esto es, el Partido Socialista y sus amigos, el grupo terrorista Mir, optaron por la violencia para imponer la dictadura del proletariado o un régimen totalitario de corte marxista leninista.

La situación era tan grave, que el ex Presidente Eduardo Frei Montalva y presidente del Senado señaló: "Nada puedo hacer yo, ni el congreso ni ningún civil. Desgraciadamente, este problema sólo se arregla con fusiles". Se había acabado la razón hace tiempo en la República. Dicho sea de paso, es deplorable el comportamiento de los DC en estos 11 de septiembre.

Ahora bien, puesto que la revolución tal como la entendía Lenin y Ernesto ‘Che’ Guevara’ no les funcionó, han intentado por todos los medios quitarle legitimidad a la victoria de sus enemigos. Del mismo modo, que le quitan legitimidad a los oficiales y suboficiales que combatieron el terrorismo guevarista, llamándolos ‘terroristas de Estado’. El socialismo leninista guevarista veían a los burgueses como enemigos, no eran adversarios, como después se vino a decir. Lo que hubo en Chile hace 36 años fue simplemente una rebelión contra un Gobierno que paso a llevar las leyes y la Constitución. Después de todo, a los ‘progresista’ o socialistas le gusta tener el monopolio de la rebelión. En Chile, gracias al almirante Merino tuvimos nuestra propia versión de la rebelión de Kronstad. La rebelión la comenzó la Marina.

El filósofo español don José Ortega y Gasset señalaba en uno de sus ensayos, cuyo nombre no recuerdo, “que la fuerza es la última ratio” en la política. En efecto, cuando ya no sirve la persuasión, ni el diálogo, lo único que queda es la fuerza, sobre todo, cuando un grupo minoritario quiso imponer un sistema totalitario en el país.

Parafraseando a la Presidenta, gracias al 11 de septiembre gozamos de la “cultura de la libertad” y no de la esclavitud.

Espero que el día de mañana por el bien de la República saquen la estatua de Allende y le cambien de nombre al Salón Blanco de La Moneda, ya que Allende dijo: “Yo no soy el presidente de todos los chilenos, soy el presidente de la Unidad Popular”.

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viernes, septiembre 04, 2009

La derecha descafeinada y la última venganza de la izquierda

La Guerra Fría terminó. El comunismo fue derrotado en Chile y en otras partes del mundo. Sin embargo, la Guerra Fría continua en su forma gramsciana y en tergiversar el pasado que no le conviene a la izquierda. Y en perseguir a quienes los derrotaron hecho y derecho. La izquierda acepta el mercado por pragmatismo, pero si puede le gusta llevar la economía de mercado a capitalismo crony, como le gusta llamar a los intelectuales de izquierda, para luego culpar al mercado de las fallas del Estado. La sangre ya fue derramada, perdiendo los auto denominados ‘progresistas’. En el mundo de la post-comunista, la batalla es cultural.

El candidato a diputado por Vitacura, el nieto del general Augusto Pinochet, Rodrigo Pinochet ha dicho que la pelea no es económica, pues ‘Los empresarios aman a Lagos’. O sea, el Centro de Estudios Públicos (CEP) ama a Chile21 y Expansiva. Precisó que el bloque opositor era débil en lo valórico.

Valores y coherencia

Antes de ser nominado candidato presidencial, el demócrata cristiano, Sebastián Piñera por la UDI, el senador Longuiera militante de ese partido, elogió por la prensa al joven candidato de la izquierda oficialista, Marco Enríquez Ominami en la Fundación Jaime Guzmán: "Miren cómo ha prendido la candidatura de Marco Enríquez. Un joven de la izquierda chilena que lo único que muestra a los chilenos es coherencia". Es justamente lo que no ha sido los representantes de la derecha en estos últimos veinte años, es mostrar coherencia. La incoherencia es lo que más ha brillado. Ha sido tal incoherencia que apoyaron y aprobaron la estatua de Salvador Allende por la reconciliación, el propio Longuiera sugiero el Informe Valech por la Reconciliación y borrarle el prontuario criminal al Mir y al FPMR, “participar en la destrucción de la “Llama de la libertad”, dejar sin trabajo al jefe se seguridad de congreso, por haber participado en el asalto a la Moneda el 11 de septiembre de 1973, aceptar las mentiras del Informes Valech, contribuir a la industria de DDHH, legitimando indemnizaciones o reparaciones a familiares de “víctimas” de los DDHH.., ignorar la “lucha contra la dictadura” que la propia Bachelet confesó que hizo en los ’70, ignorar las actividades Bachelet en el exilio, permitir que Bachelet no se pronuncie sobre el genocidio del que fue testigo voluntaria en la Alemania Comunista, no insistir en que esta precise su supuesta tortura”, aceptar sin previo examen el Informe Rettig, haber aprobado el ingreso al TPI, permitir las funas, ser cómplice de la reinterpretación de la Ley de Amnistía y la última movida de la derecha es, pues, haber aprobado el Instituto de los DD.HH., con la facultad de querellarse; como si no bastara las querellas del Consejo de Defensa del Estado contra los propios funcionarios del Estado y las eternas querellas de los abogados de los DD.HH., y finalmente, haber permitido los jueces prevaricadores y el perjurio en los tribunales. Con todos ejemplos se ve que la derecha tiene un graves problemas valóricos.

Cuando fue nominado el DC, Sebastián Piñera por la UDI, aquél dijo: “Nuestro futuro Gobierno no va ser neutral en materias valóricas”. En efecto, la crisis valórica de la derecha se refleja al haber nominado a Piñera como candidato presidencial, quien en tiempos del Régimen Militar intentó entrar por la puerta ancha de la DC. No me produce resquemor el hecho de que haya votado por ‘No’ en el plebiscito, pues era una alternativa. Como le fue mal en la DC, después del plebiscito ingresó al partido de derecha Renovación Nacional y apoyó al ministro de Hacienda de Pinochet, Hernán Büchi en la elección presidencial de 1989, para años más tarde calificar dicho gobierno como ‘el peor de la historia de Chile’, el mismo gobierno que le permitió trabajar con las tarjetas de crédito y enriquecerse con el Banco de Talca. Piñera aprobó la subida de impuesto durante el primer gobierno de la Concertación y la Reforma Laboral. Ambas cosas han contribuido al descrecimiento. Y ahora quiere hacernos creer que con él, Chile volverá a crecer. Además, cuando fue senador se opuso a que un juez que había aplicado la Ley de Amnistía llegara a la Suprema.

Los propios derechistas, cuando han muerto personajes connotados de la izquierda, que comulgó con la violencia y el totalitarismo, llueven los elogios de ‘consecuente’. En cambio, si derechista es consecuente o coherente, se expresa con claridad y lógica, entonces, es fanático y extremista.

Pues bien, la derecha perdió la batalla cultural al no haber revindicado a sus muertos que murieron previos al 11 de septiembre de 1973, ni mucho menos la verdad histórica, como si nada hubiese pasado. Así, no les importó a los políticos de la derecha de a principios de los 90 que haya muerto asesinado el militante de la juventud del Partido Nacional, Rolando Matus, entre otros que no recuerdo. Compañero generacional de Pablo Longuiera, Andrés Allamand, mientras Bachelet estudiaba en la universidad. También la perdió, cuando la izquierda derrotada en el frente militar, empezó hablar de ‘militares involucrados en violaciones a los DD.HH.’ o ‘terrorismo de Estado’ por haber enfrentado al terrorismo. O sea, un individuo es prejuzgado con la etiqueta de ‘violador de los DD.HH’ antes de ser juzgado. En otras palabras, tribunales populares a través de la prensa escrita y la TV. Así, vemos que cuando la ministra de Defensa, Michelle Bachelet le pidió la renuncia de los brigadieres (r) Miguel Krassnoff y Jaime Lepe Orellana al comandante en jefe del Ejército, con estas palabras: "Hemos manifestado la no conveniencia de la permanencia de personas que estuvieran involucradas en este tipo de juicios y procesos". Ambos estaban retirados, pero trabajaban para el Ejército. En el antiguo sistema judicial, ‘estar procesado’ no significa ser culpable. A la entonces ministra de Defensa no le importó mucho la presunción de inocencia de ambos brigadieres. Lo importante era hacer una purga en el Ejército.

La derecha en estos últimos veinte años no se ha atrevido a desafiar a la izquierda. De modo que ésta última tiene el monopolio del lenguaje, ya sea sobre los derechos humanos, reconciliación, la reconciliación a base de la justicia y la verdad. ¿Cuál verdad? ¿Cuál justicia? ¿Cuál reconciliación? Aquellos que creen en el relativismo absoluto, cuando le ponen entre dicho sus verdades, se convierten en dogmáticos, cuyas verdades no se puede cuestionar. Además de tergiversar la propia historia. Así, si un abogado como Javier Couso de Expansiva-UDP sostiene por TV en una entrevista que a la derecha previo al 11 de septiembre sólo le interesaba la propiedad y no la democracia y los derechos humanos, como si la propiedad no fuese un derecho humano. Y la izquierda, le interesaba la revolución. No hay periodista que haga un mero análisis de tanta tontera. Luego habló del tópico de los derechos humanos inculcados bajo el Gobierno Militar, cuando la universidad privada en la que trabaja nació durante ese periodo, respetándoseles los derechos humanos a los opositores que estudiaban en dicho plantel. ¿Qué es revolución? Totalitarismo. A la derecha le preocupó los DD.HH., como señala en Acuerdo de la Cámara de Diputados.

La nueva generación o el redescubrimiento de la rueda

La batalla cultural igualmente se ve en las declaraciones de los nuevos políticos de la derecha, que ya sea en una frase cliché que es usual escuchar, es que ellos tenían 5 o 6 años para el pronunciamiento, que no participaron en el plebiscito, ya sea la juventud, como si esta última condición fuese neutra. El diputado por RN, Francisco Chahuán y el analista y profesor universitario Cristóbal Bellolio argumenta así, lo cual es absurdo. Asimismo, pensamiento parecido tiene la doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Aachem e investigadora por el Instituto Libertad y Desarrollo, ex panelista del programa ‘Estado Nacional’ y actual candidata independiente por la UDI en la región de La Araucania, Ena Von Baer, quien afirmó en la revista Ya: “Tengo amigos de ideas opuestas. A mi generación la cruza una mirada transversal, nosotros no alcanzamos a vivir un Chile polarizado. Nos corresponde renovar el espacio político tendiendo puentes”. La negrilla es mía. Sin embargo, la izquierda sigue anclada en el pasado y con su odiosidad. Si le preguntan a un ‘progresista’ entre los 39 años y los 18 años si estarían dispuestos a indultar a los militares, se encontrará con una negativa del porte de portaaviones. Si acusan a la izquierda de totalitarismo y terrorismo, eso sería ‘ideologismo’ y de atentar contra la reconciliación. Ahí termina ‘la renovación del espacio político’. Si fuese cierto, el argumento de la juventud, no se entiende por qué jóvenes veintañeros destilan tanto odio en el mundo de la izquierda. Basta a escuchar al panelista Alfredo Joignant. En otras palabras, la nueva generación teme encararle a la izquierda que ella estuvo en el lado equivocado.

Asimismo, el diputado y abogado Francisco Chahuán junto con los diputados Alejandro Sule (PRSD), José Miguel Ortiz (DC), Álvaro Escobar (Ex PPD) y Marco Espinosa (PRSD) presentaron un proyecto para modificar el Código de Procedimiento Penal basándose en los recientes acuerdo internacional suscrito por Chile, para eliminar el principio de cosa juzgada cuando los tribunales hayan sacado una confesión bajo tortura, en que se pretende reabrir casos emblemáticos de los DD.HH y , “no se cierre ningún proceso de investigación sobre casos referentes a la violación de Derechos Humanos”. Omitiendo que rige el principio de cosa juzgada. ¿Alguien va creer en su sano juicio que un izquierdista, después de 36 años, sea intelectualmente honesto, para decir que dijo la verdad, sin ser torturado? Los recientes detenidos desaparecidos aparecidos que fueron presos por pocos días en recintos militares, nunca han dicho que ha sido torturados. Y con todo, así afirma el diputado Chahuán que le importa los temas de futuro, no los del pasado. Después de todo, para el diputado Sule, “nuestro ordenamiento jurídico remedia situaciones de cosa juzgada cuando esta tiene algún origen espurio”. Y aún así, si eliminan tal artículo del Procedimiento Penal, no puede tener efecto retroactivo que es la esencia del Derecho. Chahuán como Rubilar y el abogado liberal e investigador de http://www.cep.cl/ , Lucas Sierra que participó en el Informe Valech le creen toda a la izquierda que al general Contreras. Y no se toman en serio el manual del guerrillero del ‘Che’: “Los muertos o heridos que logren evacuar de la zona de combate, y que después mueren, deben ser reportados como detenidos desaparecidos en poder del enemigo. Cuando se hace desaparecer a un traidor o a un delator, o a un asesino, se debe informar que se trata de detenidos hechos desaparecer por el enemigo después de haber sido torturados". Al parecer, Al Qaeda imita al terrorismo latinoamericano de los 70, pues un manual de ese grupo encontrado en Manchester, Inglaterra en el 2005, afirma: “Al abrirse el proceso judicial... los hermanos tienen que insistir en demostrar que se les practicaron torturas por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Han de quejarse de maltratos estando en prisión".

Por otra parte, el diputado por RN se vanagloria de que él junto con Marcos Enríquez-Ominani, Rodrigo Álvarez, José Miguel Kast, Rubilar, Álvaro Escobar y otros de su misma edad han llegado acuerdos. Se tienen empatía entre ellos. Recién la política del consenso comienza con ellos. La expresión que emplean es ‘otra forma de hacer política’. Así lo dijo en el programa en ‘Libertad de Responder’. ¿Nunca oyó hablar mientras estudiaba Derecho de la expresión acuñada por la oposición ‘la democracia de los acuerdos’ que, por cierto al oficialismo nunca le ha gustado? La base de la estabilidad que ha tenido el país se debe al consenso que no nació con la Concertación, sino con Pinochet antes de entregar su gobierno: “El Presidente Pinochet anuncia en marzo de 1989 que ha instruido al ministro de Interior para que le informe sobre la conveniencia de modificar la carta política, con la condición de un absoluto consenso entre todas las corrientes.” (Chile, eligió la libertad, pág, 777). La negrilla es mía.

Por su parte, el joven profesor de filosofía del Derecho de la Universidad de Valparaíso y columnista del ‘El Mercurio de Valparaíso’, el liberal Claudio Oliva escribió en su artículo ‘El Momento de Piñera’ que: “Su programa no buscará encoger al Estado, sino modernizarlo y volverlo más eficiente, algo que, en la era Bachelet, el país ha empezado a echar especialmente en falta y que él parece particularmente capacitado para encabezar”, en tanto los liberales de la centro derecha han aprobado los ministerios de Energía, de la Juventud, del Deporte, de la Cultura, el Instituto de los DD.HH., del Medio Ambiente, la nueva superintendencia de la educación y proponen para la superación de la pobreza un ministerio contra la pobreza. Muy liberal la creación de burocracias.

La restauración de la amistad cívica o la última venganza

Hace una semana y media, en el programa ‘Estado Nacional’, el cientista político del CEP, Oscar Godoy sostuvo que ‘se había restaurado la amistad cívica’. Él como Harold Bayer; Eliodoro Matte, Presidente del CEP, ex Asesor del Ministro de Salud; Bruno Philippi, Presidente saliente de Sofofa, ex Director Comisión Nacional de Energía; Carlos Cáceres, Presidente de LyD, ex Ministro de Hacienda;Cristián Larroulet, Director de LyD, ex Jefe de Gabinete del Ministro de Hacienda; Luis Larraín, Sub Director de LyD, ex Superintendente de Seguridad Social; Hernán Felipe Errázuriz, columnista de El Mercurio, ex Ministro de RR.EE.; Herman Chadwick, Prdte de la Asociación de Concesionarios de Obras Públicas, ex Alcalde de Providencia; Juan Hurtado, Prdte de ENTEL, ex Asesor del Ministro de Economía., ni el mismo José Piñera que defendió los derechos humanos bajo el Régimen Militar han callado ante la persecución de los militares. Muchos ayudaron a izquierdistas después del 11. Desde hace buen tiempo le dieron la vuelta a la espalda a los militares y a los principios liberales y del Derecho.

La restauración de la amistad cívica se hundió en el Día del Desaparecido o del Odio –día que instauró la Presidenta como el equivalente al minuto del Odio de ‘1984’-, cuando se supo que para el Ejército trabajaban oficiales en retiro del la ex DINA y ex CNI- .Ello provocó la ira de diputados y senadores como Isabel Allende, Camilo Escalona y el DC Latorre. Ahora sabemos vía Internet que la Concertación contrató para llamada ‘Oficina’ y la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) a los terrorista del MIR y del Frente. Pero, como de costumbre, la derecha calló.

Más aún, después apareció un columna de Luciano Fouilloux, ex miembro de la comisión Valech, quien escribió:” La cuestión no radica en la legalidad de contratar en las FFAA a ex uniformados procesados, sino en su legitimidad. Esto, de cara a la renovación de las ramas castrenses en materia de violaciones a los DDHH, a las que tan penosamente estuvieron vinculadas”.

Lo que me llamó la atención es que los parlamentarios de derecha, cuando han colocado alguien terrorista como Goñi y el subsecretario de aviación en un cargo del Gobierno no llaman a la prensa para manifestar su disconformidad. Esta vez el único que saco la voz fue el diputado Cardemil de RN, quien dijo que: “si hay contratadas personas con problemas de investigación policial y que han sido declaradas inocentes no hay problema, en el país se presume la inocencia antes de ser juzgado. Si hay algo incorrecto se dará a conocer tal como siempre lo ha hecho el Ejército”. Y agregó: “Las instituciones funcionan y parece que la izquierda está acostumbrada que cuando funcionan a favor de ellos se declaran contentos, pero si funcionan para los chilenos encuentran que hay faltas a la ética”. Si las instituciones funcionaran, Miguel Krassnoff y otros no serían marcados como “violadores de los derechos humanos”. Además de estar libre por la Ley de Amnistía. Después de todo, cuando un terrorista mató a un civil o militar no constituyó una violación a los DD.HH.

¿Cuándo ha salido a la prensa para manifestar su rechazo a que el grupo terrorista Mir recibo una pensión los senadores Alberto Espina, Andrés Allamand, Pablo Longuiera, el actual presidente de la UDI, Evelyn Mathei, Andrés Chadwick y Antonio Horvath, entre otros? Así hace pocos años, los derechistale quitaron el prontuario a los terroristas del Mir y del FPMR, ¿harán lo mismo a los militares quitándole el estigma social de ‘violadores de los Derechos Humanos? Me pregunto si Jaime Guzmán se la hubiera jugado por los militares, porque los así llamados ‘coroneles’ de la UDI no hacen nada.

La señora María Elena Astorquiza de RN y cercana a Piñera escribió en un blog: “Con respecto a los juicios a los militares, lamentablemente hay que esperar lo que la Corte dictamine, lo que sea de absoluta justicia.” Y agregó: “Creo que es bueno dar vuelta la página, confiar en la justicia y tratar de construir como con dolor aprendimos a hacerlo”. ¿Cuál justicia? Lo que hay es una injusticia. Si la izquierda no quiere dar vuelta la página. Se dará vuelta la página cuando los militares estén libres, pues ese es uno de los talones de Aquiles de la izquierda. Y para ello se necesitan personas valientes y no las veo, ya que veo puras niñitas en los representantes de la derecha en el Parlamento.

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