domingo, mayo 19, 2019

El sexto gobierno de la Concertación


    No voté por Sebastián Piñera a sabiendas del temor a convertirnos en “Chilezuela”. Finalmente, los chilenos optaron por el empresario millonario más por el temor a que Chile se convirtiera en la Venezuela comunista o para los más viejos que se volviese la Unidad Popular a por los méritos del candidato. Piñera pensó que en la elección presidencial ganaría a la primera vuelta y no fue así. No recuerdo cuando, si después de la primera vuelta o antes de la segunda vuelta dije que esté gobierno sería el sexto gobierno de la Concertación. 
   Y en efecto, a casi un mes leí la siguiente noticia, en abril pasado: “ChileVamos reivindica el legado de la Concertación”. 
   No hay que asombrarse, pues el dirigente de RN, Andrés Allamand había dicho que este gobierno sería como los de la Concertación.
   En el primer gobierno de Piñera, su ministro de Interior, el abogado Rodrigo Hinzpeter se pavoneaba que la derecha había ganado con las banderas del adversario. Además, insultaba a los electores de la derecha que vivieron las nefasta Unidad Popular sacándose una foto con el retrato de Allende al fondo. Ese gobierno se enorgullecía de haber hecho lo que no hizo la Concertación en veinte años. Y la guinda da la torta fue cerrar el penal Cordillera y llamar a los que habían trabajado en el Gobierno Cívico Militar de ‘cómplices pasivos de las violaciones a los derechos humanos’. 
   Ya que el primer gobierno de derecha no fue de derecha, entonces apareció el Foro Republicano a quien lo comparaba con Tea Party norteamericano.
  En el medio citan las palabras del actual presidente de Renovación Nacional, Mario Desbordes y la de la senadora de la Unión Demócrata Independiente, Ena von Baer. La política de la UDI antes de trabajar en el primer gobierno de Piñera había trabajado en el Instituto Libertad y Desarrollo. También aparecen las palabras de Jaime Bellolio de la UDI y de Luciano Cruz-Coke de Evolución Política (Evópoli). 
   La parlamentaria Ena von Baer dijo: “Chile Vamos es el heredero de la Concertación, porque estamos orgullosos del país que la Concertación, en conjunto con nosotros, construyó”.
   La parlamentaria de la UDI debiera enorgullecerse de la obra del Gobierno Militar, porque gracias al sistema binominal, la ex Concertación tenía que llegar acuerdos con la oposición de derecha. La Concertación cosechó lo que los militares sembraron con mucho esfuerzo. La gran clase media que surgió fue gracias al sistema económico liberal y no a la inversión social. Ni a bonos. 
  El ex actor Luciano Cruz-Coke dijo: : “Creo en el compromiso de una sociedad que valora la gobernabilidad y el encuentro en los valores de la democracia liberal, el respeto a los DD.HH. y las economías abiertas, pero, por sobre todo, que descree de extremismos y populismos. Hoy, claramente, el depositario de ese relato es Chile Vamos, como lo fue durante mucho tiempo la Concertación. Por supuesto que ahí se recogen una tradición y legado que han dado estabilidad a Chile”. 
   Por las palabras del actor se desprende que la ex derecha aprendió los derechos humanos de la Concertación. Por tanto, avalan los inconstitucionales Informes Rettig de Verdad y Reconciliación  y el Valech de Prisión política y tortura respectivamente. A los políticos que alaban al conglomerado de centro izquierda, o de izquierda, pues la palabra ´centro’ en la política, es izquierda, lo cual es una redundancia, hay que recordarles que la Constitución de 1980 prohíbe expresamente comisiones extra judiciales, que vulneran los derechos de las personas: “Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que le señale la ley y que se halle establecido con anterioridad por ésta”. 
   Si ChileVamos comparte la visión o el significado de los derechos humanos tal como lo planteó la ex Concertación, entonces significa que no acepta el principio de igualdad ante la ley, que acepta la figura ficticia del secuestro permanente, que acepta que a los militares se los juzgue con delitos que son no retroactivos como el crímenes de lesa humanidad, que acepta el delito de la prevaricación de los jueces, que acepta la reinterpretación de Ley de Amnistía de 1980. Y, por último, sólo los militares cometen violaciones a los derechos humanos, y no los terroristas o guerrilleros. La ex derecha no comparte los principios del Estado de Derecho como el pro reo, entre otros. 
 Si tanto admiran a la Concertación, entonces ante un grupo violento, prefieren dejarse extorsionar tal como hizo el primer presidente, el demócrata cristiano, Patricio Aylwin, quien prefirió transar con la extrema izquierda, la cual quiso el sesgado e inconstitucional el Informe Rettig y a los militares a la cárcel. Ese es el secreto de la transición. 
    Cuando los militares entregaron el poder, se acabo la transición hacia la democracia. Con todo, para la Concertación la expresión ‘transición hacia la democracia’ significaba desmantelar la institucionalidad política y económica que dejaron los militares. Ahí tenemos las continuas reformas a la Constitución de 1980 hasta llegar a que el socialista Ricardo Lagos se expropie de la Carta Magna, poniendo su firma y borrando la del general Augusto Pinochet. 
    Mario Desbordes dijo: “un hecho sintomático de los últimos años es que quienes defendíamos a Ricardo Lagos y su legado éramos los líderes de centroderecha”. 
  ¿Cuál es el legado del Lagos? Corrupción y el Transantiago, entre otros. La lista es larga. Se olvida al presidente de RN, que Lagos quiso terminar la obra de Salvador Allende. Sólo que la circunstancia no se lo permitieron. Ricardo Lagos apoyo la retroexcavadora de Bachelet 2.0. El Informe Valech de Prisión Politica y Tortura se basa en el criterio de levantar falsos testimonios contra una persona, en primer lugar. En segundo lugar, el acusado no tiene derecho a defenderse. Para Lagos, los terroristas del Mir y del FPMR no violaron los derechos humanos. 
  Haciendo memoria, la Concertación estuvo formada por la Democracia Cristiana y los ex partidos y movimientos de la ex Unidad Popular, que se tradujo en el Partido Socialista y el Partido por la Democracia. Además, del Partido Radical, la socialdemocracia, los Humanistas y Verdes. Estos partidos eran los pequeños de la coalición nació gracias al plebiscito de 1988. Sin el plebiscito, los partidos de izquierda no se hubieran unido. Estaba excluido el Partido Comunista. Sin embargo, durante los gobiernos de la Concertación, los comunistas presionaban, sobre todo, en el tema de los derechos humanos. 
     Asimismo, dentro de la Concertación existían dos almas: los autoflagelantes y los complacientes. Los primeros querían cambiar el modelo económico liberal. Los segundos aceptaban el modelo por puro pragmatismo, no porque se convencieran del orden liberal. La ex Concertación desde que llego al poder quiso corregir el modelo, hasta que llegamos a la alianza pública privada, esto es, corporativismo. Acuerdos entre los grandes empresarios y los políticos de turno que estaba en el poder.
    ¿Con cuál el grupo se identificará el oficialismo: los autoflagelantes o los complacientes? Quizás la derecha social que se siente macanuda por el hecho de ser social se identifique con los autoflagelantes, mientras los winners al estilo de Sebastián Piñera se identifiquen con los complacientes. ¡Qué más complaciente es el hecho de que el país pertenezca al club de la OECD! Es como subirse a un Mercedes Benz o un BMW. 
    En fin, cualquier auto de lujo. La ex Concertación no trajo reconciliación. Basta leer el blog de Tomás Bradanovic y en su buscador escribir Concertación o reformas, y se darán cuenta que todas las grandes reformas que se hicieron desde que se tomaron el poder en 1990 han sido, pues, un rotundo fracaso: el Transantiago, la jornada escolar completa, las reformas a las universidades, el programa de salud Auge y la reforma procesal penal, entre otros. 
    La ex derecha que ahora se identifica con la Concertación, se olvido que justo antes de que fuese electo Piñera y la derecha llegase al poder después de varios años, el Instituto Libertad ligado a Renovación Nacional saco un informe de Corrupción de la Concertación desde 1990 al 2008. La corrupción comenzó con el desmalezamiento en la planta de Con Con. Era los tiempos de la derecha tuitera. La corrupción que vemos en el tribunal de Rancagua, en realidad comenzó cuando los jueces llamados ‘derechos humanos’ no aplicaron las leyes.
    A los líderes de la Concertación les convenía un Jaime Guzmán muerto. Desde luego que lo van a negar. 
  Puesto que no hay derecha en el gobierno, entonces está el movimiento de José Antonio Kast, Acción Republicana.

Etiquetas: , , , , , , , , ,

jueves, mayo 09, 2019

Caso cerrado: Nicolás Maduro es Salvador Allende


    La obsesión de los políticos, intelectuales y artistas de izquierda con el Gobierno cívico militar chileno que gobernó el país entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990 no tiene paragón. Llega ser enfermiza. Además, no les interesa la verdad. Por eso, se empeñan al comparar el gobierno militar chileno con el gobierno marxista que regenta Venezuela por veinte años. 
    Algunos como el actual canciller y escritor, Roberto Ampuero proponían una salida o transición al estilo del gobierno del general Augusto Pinochet. También el actual presidente de la República, Sebastián Piñera. Olvidándose el ex comunista, que las Fuerzas Armadas y de Orden se fijaron un itinerario apenas derrocado Salvador Allende, devolver el poder a los civiles. La hoja de ruta quedo trazada en los artículos transitorios de la Constitución de 1980. Ese detalle al novelista no le importa. Primero, había que refundar el país, pues el debacle no dejo nada. 
  Aún no entiendo esa comparación. Menos aún, cuando comparan el gobierno cívico militar con la dictadura comunista cubana, cuando aquél fue una respuesta para no ser la segunda Cuba en América Latina. Los chilenos civiles y militares se rebelaron ante un gobierno que llevo al país a las mismas condiciones de la actual Venezuela. Además, se salió de la ley y la Constitución. Con el agravante que ad portas al 11 de septiembre, la mayoría del país, esto es, aquellos que se oponía al gobierno marxista de Salvador Allende temían una guerra civil o la instalación de una dictadura comunista.
  Importa más los mitos, las leyendas urbanas o la leyenda negra que la izquierda ha realizado en torno al gobierno militar chileno que la verdad. 
   En la Venezuela o “Cubazuela” existen las tarjetas de racionamiento igual que en la Unidad Popular. 
    En el país que gobierna Nicolás Maduro existen los llamados ‘colectivos armados’, en la Unidad Popular tenían las diversas fuerzas de choque como el VOP, la Brigada Ramona Parra y los que tenían los diversos partidos de ese conglomerado: el Partido Socialista, la Izquierda Cristiana, el Mapu, etc. Si hasta el Partido Comunista tenía sus fuerzas de choque, aunque según ellos, el país no estaba todavía para hacer una revolución marxista violenta.
   La Alta Comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet condenó a los colectivos armados más no al régimen.
   Salvador Allende confiaba que teniendo al general Prats en el ministerio del Interior más los otros comandantes de las otras ramas de la Defensa, las Fuerzas Armadas se iban a cuadrar con él. La versión del Prats venezolano es, pues, el general Vladimir Padrino López. 
   Si Guaidó es chavista, también lo es el Leopoldo López, Lilian Tintorini y la oposición en general. Los opositores a Maduro son todos socialistas.
   A fines de la Unidad Popular, los civiles opositores a Allende le lanzaba arroz en los cuarteles para que hicieran algo al respecto y en Venezuela los civiles a se agrupan en torno a los cuarteles con el mismo objetivo. 
    Lo que hay en Venezuela es comunismo o socialismo duro, no una dictadura militar o un narco estado. Cuando hay una revolución, quien tiene la última decisión son los militares, y no revolucionarios civiles. 
    Antes del famoso twitter del líder opositor al gobierno de Nicolás Maduro, Juan Guaidó en que se declaro seguidor del marxista Hugo Chávez, el novelista venezolano ganador del Premio Tusquets del 2015, Alberto Barrera Tyskza dijo en una entrevista al diario El País de España a propósito de Maduro: “Él también representa un poder que pueden ser los cubanos, o los militares, o ambos. Es impresionante el poder que Maduro ha dado a los militares, ha militarizado la sociedad más que Chávez, que era militar. Si uno piensa en términos de la izquierda latinoamericana, Maduro está mucho más cerca del [el dictador chileno Augusto] Pinochet que Salvador Allende”. 
   Alberto Barrera es autor de la novela “Patria o Muerte”. 
   Siempre intelectuales y políticos de la izquierda culpan al gobierno militar chileno de militarizar la política. Es falso. La izquierda militarizó la sociedad, cuando optaron la vía armada y la lucha de clases, donde no existían los adversarios políticos, sino los enemigos de la revolución marxista leninista: la burguesía y su aparato militar. Ahora bien, es muy distinto calificar a un grupo políticos de enemigos, cuando éstos intentan arrebatarnos las libertades políticas como económicas. En tiempos del segundo gobierno de Bachelet, la coalición que la respaldaba y el gobierno eran los enemigos de los chilenos. Esto último no es militarizar la política para que quede claro.
   El escritor venezolano Barrera Tyskza muestra su ignorancia. La izquierda latinoamericana de la década del sesenta y hasta que cayó la ex Unión Soviética estaba al lado del dictador comunista Fidel Castro. La izquierda de este continente no estaba al lado que de cualquier líder de la socialdemocracia de Europa Occidental. Si hasta la socialdemocracia chilena de la década del sesenta apoyo a Salvador Allende y su programa, o sea, respaldaron a personas y grupos marxistas leninistas, cuando en Europa, habían quebrado con los comunistas de Rusia hace tiempo.
    Hay suficientes declaraciones de Allende para mostrar que él no veía a los opositores de la Unidad Popular como adversarios, sino como enemigos. Siendo senador propuso la Organización Latinoamericana de Solidaridad conocida como las Olas en La Habana, la cual proponía la vía armada. Peor aún, siendo presidente de senado abuso de la valijas diplomáticas para traer armas del norte de África y así ayudar al grupo que lideraba Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia. Después suscribiría la declaración del Congreso Socialista de Chillán de 1967. La misma que fue ratificada en el Congreso de La Serena de 1970. Allende tenía un ejército paralelo y apoyaba al grupo guerrillero o terrorista, Movimiento Izquierda Revolucionaria (Mir).
   La actual Venezuela es manejada por Cuba. En el Chile de la Unidad Popular estaba los cubanos, que por cierto, no habían venido a vender puros de La Habana. Allende introdujo armas traídas desde la isla cárcel.
    Hugo Chávez le rindió un homenaje a Allende. La filial de la Fundación Allende de Venezuela identificaba la experiencia socialista de ese país con la Unidad Popular. 
   Ahora por los medios nos enteramos, que un nieto de Salvador Allende es partidario es chavista y partidario de Maduro. Se trata de Pablo Sepúlveda Allende , hijo de Carmen Paz Allende y Héctor Sepúlveda, la hija mayor del líder de la Unidad Popular. Estudió medicina en La Habana. Cuando Hugo Chávez llevaba una década en el poder, se traslado a Venezuela, esto es, en el 2009. Según él: “Acá estamos preparados para cualquier cosa, pero las Fuerzas Armadas venezolanas se mantienen cohesionadas, en casi todos los mandos de dirección, y no han cedido al llamado que ha hecho el mismo gobierno de Estados Unidos (…) para hacer un golpe de Estado. Juan Guaidó no ha tenido en ningún momento gran convocatoria en la calle”. 
    El medio nos informa que tiene una relación sentimental con una de las hijas de Hugo Chávez, María Gabriela Chávez. Por tanto, no sólo hay vínculo con la Revolución Bolivariana, sino también sentimental y emocional. 
    Según él, los opositores no tienen respaldo popular: “Ellos manipulan y engañan a sus bases haciéndoles creer que el chavismo no tiene apoyo popular, pero eso no es así. Además no hay ningún tipo de fractura en las Fuerzas Armadas y el pueblo está en la calle, apoyando a una fuerza popular que respalda al chavismo y al gobierno bolivariano de Nicolás Maduro. La oposición queda desorientada y desanimada por los engaños de sus dirigentes y por subestimar al chavismo”. Mientras buscaba una foto del nieto de Allende, encontré la siguientes declaraciones hechas por él, en 2015, a raíz del apoyo de la parlamentaria Isabel Allende a Leopoldo López : “El Partido Socialista chileno no es socialista es un partido social neoliberal”. Por otra parte, para Pablo Sepúlveda “la transición fue pactado con el dictador”. Se refiere a la chilena.
   Las palabras del nieto refutan lo que dice el escritor venezolano y confirma lo que dije más arriba: “ayudó a la guerrilla del “Che” y fue él mismo a buscar a sobrevivientes de la guerrilla en Bolivia, ayudó a los guerrilleros argentinos que llegaron a Chile durante su gobierno y también tuvo cercanía con el MIR, o sea hay una anécdota que es muy sabida, que él estando en La Moneda “el 11”, le dice a Tati (hija de Allende) que le dijeraa Miguel (Enríquez) que “ahora le tocaba a él, él quería mucho a Miguel””. 
    El político y escritor Hermógenes Pérez de Arce se ha referido más de una vez que Allende ayudó a la guerrilla del ‘Che’ siendo presidente del senado. A los políticos y a los intelectuales de la ex derecha la historia no les interesa. La Democracia Cristiana salvó al líder socialista en esa oportunidad. Eso no está en el Museo de la Memoria. 
   Llega ser delirante lo que dice Pablo Sepúlveda Allende sobre su abuelo, luego de la ruina en que dejo en el país 
  Al contrario de lo que sostiene el escritor venezolano, Hugo Chávez y Nicolás Maduro son Salvador Allende. Y Salvador Allende es Hugo Chávez y Nicolás Maduro. 
  Caso cerrado.

Etiquetas: , , , , , ,