lunes, julio 31, 2006

Izquierdistas capitalistas

La última vez se me criticó por mostrar la declaración del patrimonio de nuestras autoridades, como si ello fuese una señal de resentimiento de mi parte. Lejos de mi aspirar a la envidia igualitaria, sobre todo de personas que aún consideran que la sociedad en que vivimos es peor que hace 5000 años. En esta sociedad lo que se da, si uno observa y no fantasea con utopías es, pues, la libre interacción de los seres humanos intercambiando diariamente bienes y servicios, sin que nadie les apunte con una pistola.

Simplemente quise señalar la incongruencia entre sus dichos y sus actos. Sin embargo, los socialistas criollos más que por pragmatismo que por convicción han aceptado el famoso “modelo” que han modificado paulatinamente, al ver las nefastas consecuencias de sus ideales en el resto de América Latina.

En revistas y bitácoras liberales se ha puesto de manifiesto la incoherencia de algunos iconos de la izquierda contemporánea.

Uno de los iconos es Noam Chomsky. Chomsky es conocido en la lingüista, siendo profesor del MIT.

El profesor Chomsky es partidario de subir los impuestos al patrimonio y la redistribución de los ingresos. Con todo, Chomsky solicitó ayuda a un buffer de abogados blancos y anglosajones para que pusieran un fideicomiso irrevocable, de ese modo defenderse del gobierno.

Además, ofrece conferencias por un valor de US$ 12.000 la pieza. Si alguien quiere escuchar la voz de Chomsky, tiene que pagar 79 céntesimos. Naturalmente pueden adquirir los CD de sus conferencias por el valor de 12,99 dólares.

Él critica los derechos de la propiedad privada. No obstante, en su web dice lo siguiente: "El material de este sitio está sujeto a derechos de autor propiedad de Noam Chomsky y/o Noam Chomsky y sus colaboradores. Ningún material de este sitio puede ser reimpreso o republicado en otros sitios web sin permiso escrito".

Otro icono de la izquierda es Michael Moore. Así Moore se cambió de Nueva York a Michigan por los impuestos. En efecto, los impuestos en Nueva York es de 7,7%, mientras en Michigan es de 3,9%.

Para Moore los malvados son las grandes corporaciones. Reacuérdese el documental “The Corporation” en que aparece él. Moore, sin embargo, tiene acciones en: “Pfizer, Merck, Genzyme, Elan PLC, Eli Lilly, Becton Dickinson, Boston Scientific, Pharmacia, Tenet Healthcare, Sunoco, Noble Energy, Schlumberger, Williams Companies, Transocean Sedco Forex, Anadarco, Halliburton (¡horror!), Ford, General Electric, AOL Time Warner, McDonald’s, Honeywell, Boeing, Loral.v”.
Por último, Moore está a favor de los sindicatos; aunque él despide a sus empleados que están en uno.

Y en Chile podrías agregar las millonarias indeminizaciones que ha tenido que pagar el Estado a ex terroristas o los propios militares también a los familiares de los terroristas.

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lunes, julio 24, 2006

Así comenzó el holocausto

Un demócrata cristiano chileno comentó en mi en post sobre los impuesto y mencioné Friedman y Rothbard: “Sinceramente no me extraña este pensamiento de judíos como Friedman y Rothbard , todos saben lo avaros y el amor por el dinero de esa raza”.

Como típico socialista (cristiano) desprecia el dinero y creer que la sociedad capitalista es el peor de los mundos posibles, por así decirlo. Por tanto, el lucro es malo.

Sin embargo, este socialista que admira la social burocracia europea, no se da cuenta que a los judíos en la Europa no tenían derecho a la posesión de tierras. Y ello significa que para vivir debían buscar otros medios. Ellos eligieron el comercio y ser prestamistas de los Reyes de Europa. Por tanto, optaron por trabajo.

En la misma situación de los judíos en Europa la vivieron los chinos que llegaron al siglo XIX a los Estados Unidos. Los chinos no podían ser dueños de una hacienda. Estamos hablando de California. Con todo, el gobierno de los Estados Unidos les respetaba sus derechos de propiedad al formar Chinetown. Allí la comunidad china era fuerte y ayuda a los chinos que llegaban al continente. Quizás nunca sabremos si hubo algún chino o grupo de chinos que tuviese una fortuna grande como los millonarios blancos y protestantes del siglo XIX. No podían ostentar.
Asimismo, me han contado personas que han negociado con los chinos actualmente, que a ellos les velan por su propio interés (egoísmo) .

Ahora bien, si este socialista cristiano y seguidor de Maritaen, se creyese su cuento, uno no entendería por qué los ministros de la República y la propia Presidenta al declarar su patrimonio, tiene más de dos viviendas, algunos tienes acciones en sociedades, otros invierten en fondos mutuos, arriendan sus propiedades y tienen depósitos a plazos. No se entiende los ejemplos dados como producto de la envidia igualitaria.

En otras palabras, intentan sacarle el jugo a su dinero, esto es, quieren su dinero se multiplique en la medida de lo posible. Ahorran para el futuro. Los socialistas quieren su dinero le rinda más.
Los mismos que critican el “ultraliberalismo” actúan como liberales con su economía doméstica. Los socialistas cuando invierten en acciones y en fondos mutuos sencillamente lucran. Si invierten en el banco, esperan como toda persona sensata y con sentido común, que el interés sea bueno (en beneficio del ahorrante) .

El título de este post es “Así comenzó el holocausto”, porque en la Europa Central, esto es, lo que era el Imperio Alemán y el Imperio Austro-Húngaro, los demócrata cristianos de a principios de siglo XX, eran antisemitas. El culpable era el judío. Esto último se puede leer en el libro “Los tiempos modernos” de Paul Johnson y en la película “Hitler”, en la actúa el escocés Robert Carlyle.

Quizás el siglo XXI no sea tan bueno como su predecesor.

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lunes, julio 17, 2006

Comentario de Libro: Robert D. Kaplan



Cuando se trata descalificar a una persona que, por supuesto, intenta dar cuenta la posición en que se encuentra su país, si es norteamericano, se lo descalifica por ser neocon o republicano, como si los comentarios que intenta formular no tuvieran una base sólida. Más bien decir que tal estudioso, como Samuel Huntington o Fukuyama son neocon, me parece revivir la antigua crítica de la izquierda, en que los adversarios de éstas practican ideología, menos ellos. Creo ambos autores dan algunas luces sobre la política internacional. Ahora bien, que algunos no les guste la palabra ‘Choque’, como en el caso de Huntington o la expresión ‘fin de la historia’ encarnada en la democracia liberal y la economía de mercado, es harina de otro costal.

¿La crueldad es propia del siglo XX o es rasgo de todas las épocas? Varias veces he leído “Los Nueve Libros de la Historia” de Herodoto. La crueldad que describe nos parece lejana. Sin embargo, ¿es así? Kaplan intenta explicar la crueldad del mundo moderno apoyándose en los antiguos.

Robert D. Kaplanes cierto que es un periodista y fue corresponsal en varios países en conflicto. A raíz de esto último lo llevo a escribir “El retorno a la Antigüedad: La política de los guerreros”. Su experiencia vital como diría Ortega y Gasset lo condujo a los clásicos, como dice: “Fue el impacto de presenciar directamente guerras, agitación política y pobreza en el tercer mundo lo que dirigió hacia los clásicos de la filosofía y la política, con la esperanza de encontrar justificación para los horrores que veía con mis ojos”. Él mismo reconoce que no es un experto. Y por escribir este libro no deja ser periodista. Kaplan es columnista en el Washingtonpost.

Ahora bien, ¿Qué plantea Robert D. Kaplan? Por una parte, la discusión sobre el nuevo siglo tiene que comenzar con lo viejo. Por otra parte, Kaplan si identifica con los políticos y pensadores del llamado ‘pesimistas constructivos’, que creen que la naturaleza humana es mala, porque los hombres no pueden redimirse. Solamente hay que comparar unas ambiciones con otras. Por eso, cita a Madison, quien escribió en The Federalist: “Si los hombres fueran ángeles, no sería necesario un gobierno”. Y esa sería, además, la explicación del origen del sistema político norteamericano a diferencia de los ilustrados franceses. Las palabras de Madison nos retrotraen al filósofo Thomas Hobbes y su leviatán.

Otro aspecto de Kaplan es que los políticos y pensadores que él analiza, como el General Marshall, Churchill, Maquiavelo, Tito Livio,Thomas Hobbes, Madison, Sun-Tzu, Raymond Aron, Hamilton, Polibio y Tucídides fueron pesimistas con respecto a la naturaleza humana. “La característica definitoria del realismo político es que las relaciones internacionales son dirigidas por principios morales distintos a los que rigen la política interior..”
Un rasgo de los autores y políticos estudiados por Kaplan, es que todos tenían por libro de cabecera “La Guerra del Peloponeso” de Tucídides. De hecho, por ejemplo, el filósofo inglés Thomas Hobbes tradujo dicho libro al inglés, siendo todo un clásico de la literatura anglosajona. Madison era lector de Tucídedes. De hecho, los padres fundadores de Estados Unidos a raíz de su lectura de “La Guerra del Peloponeso”, se inspiraron en el sistema mixto de gobierno de Esparta y no en la democracia ateniense.

Kaplan plantea a grandes rasgos que el triunfo de la democracia liberal y la economía de mercado (capitalismo) va generar más conflictos por la irrupción de las masas en los países emergentes. Parte del supuesto de que la libertad política genera violencia que los occidentales desprecian, que no se puede implantar la democracia, por ejemplo, en los países africanos, si hay no orden. Desde ese punto de vista, mas vale un líder autoritario que un líder democrático débil. Otro problema que plantea es cuán las naciones poderosas realmente están interesadas en intervenir en un conflicto, a menos que sea por su propio interés, por ejemplo: ¿Por qué intervieron en Yugoslavia y no en otro país como Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno-Karabaj, donde también había limpieza étnica? Kaplan pregunta. Basta recordar la intervención chilena en Haití, pues primero orden y luego democracia.

Kaplan se separa de las teorías teleológicas o finales, como las de Fukuyama u otras: “Las teorías sociales tienden a ser lineales. Describen una serie de incidentes y procesos que conducen hacia un fin definible. Sin embargo, el mundo se caracteriza por la simultaneidad: incidentes y procesos muy diferentes llevan a fines distintos:

Kaplan plantea o nos hace ver distintos escenarios de la política internacional. Desde las ciudades estados de Mesopotamia, del imperio Han del siglo II a.c o el Imperio Maurya del siglo IV a.c que era el contrapunto del estado Egipto, el posible surgimiento de una “autoridad mundial” que ponga coto a la anarquía. Por cierto, dicha ‘autoridad’ no la personifica la ONU, sino un país como Estados Unidos o China u otro país.

Una cosa que me llamó la atención fue el siguiente párrafo en un mundo multicultural: “Ningún otro cuerpo militar imperial ha sido tan manifiestamente multiétnico, vinculado por los valores de una Constitución en vez de lazos de sangre. Entre los alimentos precocinados que consumen las tropas de las fuerzas especiales de Estados Unidos hay paquetes que contienen halal, adecuado para las restricciones dietéticas de los musulmanes, y comida kosher, para los judíos. En el momento de escribir estas líneas, el jefe del Ejército de Estados Unidos- uno de los miembros de la Junta de Jefes del Estado Mayor- es el general Eric Shinseki, un estadounidense de origen japonés cuya familia vivió en un campo de internamiento durante la Segunda Guerra Mundial”.

Lo bueno de Kaplan, según mi parecer, es que podemos recuperar la tradición humanista de leer a los clásicos de la Antigüedad.

Robert D. Kaplan, “El retorno a la Antigüedad: la política de los guerreros”, Barcelona, Ediciones B, 2004, 237 páginas

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lunes, julio 10, 2006

Tres visiones sobre la Historia

Cuando Europa quedó desarmada moralmente después de la I Guerra Mundial, surgieron diversas teorías sobre la historia o filosofía de la historia. Primero, “La Decadencia de Occidente” del filósofo alemán Oswald Spengler, segundo la historia del historiador inglés Arnold Toynbee, las reflexiones sobre la cultura de las masas en Ortega y Gasset y las reflexiones de Heidegger en torno a la técnica americana. Todas esa reflexiones atacaban la visión rectílena del la historia procedente del siglo XIX.

Por eso, tanto Toynbee como Spengler contraponía los ciclos de las civilizaciones a la visión eurocentrista del positivismo, en que la Europa se veía a sí misma como el paradigma de cultura. En fin de cuentas, Europa no era el centro después de la Gran Guerra.

Ahora bien, cuando terminó la Guerra Fría quedó como única potencia planetaria, por primera vez en la historia de la humanidad, los EE.UU. Por primera vez, una nación unía prosperidad económica, un poder militar planetario y un alto desarrollo tecnológico.

Para entender esa posición, surgió la teoría hegeliana de “¿el fin de la historia?”, que Fukuyama escribió en la Revista “The Nacional Interest” en el verano de 1988. En ese artículo que luego fue la base del libro, Fukuyama retoma la idea del fin de la historia del filósofo alemán Hegel, en que la cumbre de la civilización sería la democracia liberal en la política y la economía de mercado en lo económico. En esa artículo tan controvertido que a la izquierda partidaria del totalitarismo comunista no le agradó, Fukuyama recuerda que Marx sostenía que el fin de la historia terminaría con la sociedad comunista. Sin embargo, algo que siempre me llamó la atención es porqué la izquierda se enfurecía con el planteamiento de Fukuyama, si los acólitos de Marx también creían en el fin de la historia. Que terminase la historia con el paraíso comunista y todos aburridos no les importaba. Nótese que Fukuyama nunca dice en ese artículo que los conflictos terminarán. Recuerdo a propósito de esto mismo, que mi profesor y filósofo Sergio Vuskuvick Rojo estaba encantado, por ejemplo, por el surgimiento de la guerrilla en Chiapas. Cualquier conflicto internacional satisfacía a la izquierda que no le gusta la democracia liberal, ni menos la economía de mercado. Yo lo encontraba francamente estúpido, pues la izquierda no se caracteriza por resolver problemas, sino para crearlos. En vez de la paz prefieren la guerra. Otra cosa, es que Fukuyama prevé o reconoce que la única ideología que podría desafiar la democracia liberal es el fundamentalismo islámico.

Fukuyama para sostener que la democracia liberal constituye el fin de la historia se basa, además, en el comentarista Alejandre Kojève, quien dirigirió unos seminarios sobre Hegel en la Ecole Pratique des Hautes Eludes, en la década del 30 del siglo pasado. Para Kojéve “el Estado Homógeo Universal” del cual Hegel hablaba eran los países que había desarrollado el liberalismo, a saber: Norteamérica y Europa (occidental en términos de la Guerra Fría). La Europa Occidental fueron “aquellos países blandos, prósperos, satisfechos de sí mismos, volcados hacia adentro y de voluntad débil”. Así en la Europa Occidental no hay conflictos. Según Kojéve, el Mercado Común Europeo encarnaba el fin de la historia. Por esa razón, Fukuyama observa que Kojéve siendo consecuente con su planteamiento, deja la filosofía y se convierte en burócrata de la Comunidad Europea, hasta 1968. Esa sería la teoría universalista de la democracia liberal.

Con todo, la respuesta o contra argumento a la visión de Fukuyama no ha venido los pensadores de la izquierda, sino más bien del mismo sector político a que pertenece Fukuyama.

Así, al poco tiempo, en 1997 Samuel P. Huntington publicó “El Choque de Civilizaciones”. Esta propuesta se acerca más a las teorías de Arnold Toynbee y Spengler. De nuevo la izquierda encontró agresivó la palabra “Choque” entre las civilizaciones. Por ello, sacaron a relucir el multiculturalismo o ”la alianza de civilizaciones” de Zapatero, que sostiene que todas las civilizaciones valen lo mismo, menos la cultura Occidental.

Huntington plantea a diferencia de Fukuyama que “es el hecho de que la cultura y las identidades culturales, que en su nivel más amplio son identidades civilizacionales, están configurando las pautas de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la posguerra fría”. Ello implica que el mundo es multipolar y multicivilizacional, que Occidente está perdiendo poder y que éste se esta desplazando, que la sociedad que comparten parentescos comunes o culturales cooperan entre sí, que la pretensión universalista de Occidente (democracia liberal y economía de mercado) entra en conflicto con otras civilizaciones, como el Islam y China. También por los conflictos locales que Huntington dice se encuentran en la “línea de fractura”. Huntington reconoce que el mundo es anarquíco en el que reina los conflictos tribales y nacionales que, por cierto, durante la Guerra Fría se creían superados por la razón. Alguien argumentará que son simples criterios para ordenar el mundo lo que nos ofrece Samuel P. Huntington. Sin embargo, él refuta esa perspectiva con los siguientes ejemplos: “la confrontación en la Conferencia sobre los Derechos Humanos de Viena entre Occidente (encabezado por el secretario de Estado de los EE.UU., Warren Christopher), que condenaba «el relativismo cultural», y una coalición de Estados islámicos y los confucianos que rechazaban «el universalismo occidental»; “el anuncio por parte del Ministerio de Defensa de los EE.UU. de una nueva estrategia de preparación para dos «importantes conflictos regionales, uno contra Corea del norte, el otro contra Irán o Irak"; el llamamiento hecho por el presidente de Irán en favor de alianzas con China e India, para que «podamos tener la última palabra en los acontecimientos internacionales».

Con todo, Samuel Huntington nos hace ver que la modernizacion o industrialización llevado a cabo por los otras civilizaciones no significa occidentalización. Recuérdese el Irán de Sha que conllevó un resurgimiento cultural y religioso contra Occidente.

Aun cuando la superioridad de Occidente es notable en los siguientes ámbitos: Poseen y dirigen el sistema bancario internacional, controlan todas las divisas fuertes, son el principal cliente del mundo, proporcionan la mayoría de los productos acabados del mundo, dominan los mercados internacionales de capital, ejercen un notable liderazgo moral dentro de muchas sociedades, tienen capacidad para llevar a cabo una intervención militar en gran escala. controlan las rutas marítimas, dirigen la experimentación e investigación técnica más avanzada, controlan la educación técnica puntera, dominan el acceso al espacio,dominan la industria aeroespacial, dominan las comunicaciones internacionales y dominan la industria armamentística de alta tecnología. Sin embargo, su talón de Aquiles es la baja natalidad, que bloggeros ya han anunciado.

Otra cosa que nos hacer Huntington es que Occidente lo identifican con los Estados Unidos, siendo éste país el mejor representa los valores Occidentales. Para muchos eso último no les agrada, ya sea por envidia u otra razón que desconozco. El filósofo alemán Edmundo Husserl en una conferencia dictada en la Asociación de Cultura de Viena, entre el 7 y 10 de mayo de 1935 escribió en su ensayo “La Filosofía en la Crisis de la Humanidad Europea”: “Formulemos la pregunta: ¿Cómo se caracteriza la estructura de Europa espiritual de Europa? Es decir, Europa entendida no geográfica o cartográficamente….En el sentido espiritual pertenecen también a Europa los Dominios Británicos, los Estados Unidos”. Y termina su conferencia que explica la actitud pasiva de Europa a principios del siglo XXI:”El peligro más grande que amenaza a Europa es el cansancio”.

La tercera teoría sobre la historia es la del periodista norteamericano Robert D. Kaplan, quien en su libro “El Retorno de la Antigüedad: La política de los guerreros”, plantea una tesis que se acerca a la Huntington y sirve de contrapunto a la teoría hegeliana de Fukuyama. La democracia liberal no resuelve, por sí misma, los conflictos étnicos que se remontan a cientos de años de lucha. Kaplan nos hacer ver que lo moderno que implica futuro, y por tanto, negación del pasado, es del todo equivocada. Kaplan se considera seguidor de la tradición pesimista sobre la naturaleza humana, que se remonta al historiador griego Tucídedes con su “Guerra del Peloponeso”. El conflicto es parte de la naturaleza humana y la tarea de la política exterior de un país: “También la política exterior suele concebirse a la luz de guiones pesimistas”. Él se enmarca en los pesimistas constructivos, como fueron Madison, Churchill, Maquiavelo, Hobbes y Tucídedes. Asípor ejemplo, el hecho de que los Estados Unidos u otros país intervenga en países convulsionado, lo que equivale volver a los protectorados de la Antigüedad. Kaplan dice: “De hecho, en una época en que el gobierno democrático recién instaurado en Sierra Leona implora al Reino Unido que no retire sus comandos, en que la comunidad internacional mantiene protectorados en Bosnia y Kosovo para impedir un surgimiento del genocidio étnico, en que el cuerpo ocupación australiano contribuye a salvaguardar los derechos humanos en Timor Oriental, es difícil condenar a Churchil por haber apoyado intervenciones colonialistas que aportaron estabilidad y una mayor calidad de vida a los lugareños”. En otro capítulo sostiene que los grandes complejos urbanos recuerdan a las ciudades estados de la antigüedad. La experiencia de los historiados clásicos nos ayuda a entender el futuro.

Las tres teorías sobre la historia intentan dar cuenta de las relaciones de Occidente con el resto del mundo. Ninguna niega los conflictos.

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lunes, julio 03, 2006

Liberales y libertarios

En los Estados Unidos surgió el termino libertario para volverle dar su sentido liberal europeo y latinoamericano. En los Estados Unidos “liberal” se asocia al Partido Demócrata que comulga con ideas socialdemócratas. La palabra socialista siempre ha caído mal en los Estados Unidos.
Ahora bien, dentro del mundo liberal hay diversas tendencias: tenemos el libertismo moderado de Adam Smith, el ultradiminuto estado del filósofo Robert Nozick o Artur Seldom y la escuela individualista estadounidense. He aquí las diferencias entre un liberal y un libertario.

¿Cuáles son las diferencias?

Economía política: “Podríamos afirmar que los liberales tienden a cuestionar las políticas y a sugerir soluciones basadas en la eficiencia económica. Los individualistas-anarquistas, por el contrario, se basan en las dos premisas ya señaladas para juzgar las políticas desde una perspectiva moral”.

Impuestos: “Los libertarios adversan los impuestos porque con ellos se viola el sagrado principio del derecho a la propiedad. Según ellos, el impuesto es inmoral por dos razones. Primero, porque viola el derecho que debe tener todo individuo a disponer del fruto de su labor, sin tener que pagar por ello. Segundo, porque impone costos emocionales a los ciudadanos”.
Los liberales por otro lado, “claman por bajos impuestos y por eficiencia en los gastos y la recaudación, porque reconocen que el esquema impositivo genera costos económicos importantes. Por ejemplo, el gobierno incurre en altos costos administrativos y de tipo policíaco para realizar la recaudación, los negocios e individuos deben gastar en contadores o asesores fiscales y en todo lo necesario para cumplir con los impuestos, y la sociedad se empobrece a causa de las distorsiones económicas que estimulan un mal uso de los recursos productivos.”

Deuda Pública: “Para el libertario, la deuda pública -de cualquier monto- es inmoral, porque el individuo es soberano y nadie debe arrogarse el derecho de endeudarse en nombre de otro sin su consentimiento, aunque sea un alto jerarca electo por el pueblo. La deuda pública como acto de agresión resulta evidente cuando se analizan los hechos”.
Los liberales se oponen a la deuda -más bien al exceso de ella- por los efectos económicos negativos que produce. Adversan al uso de la deuda para financiar gastos en vez de inversión, porque esa acción implica que se come en el presente la producción futura de los hijos y nietos”.

Monopolios estatales: “Los liberales y los individualistas-anarquistas cuestionan por igual los monopolios estatales, no importa de qué tipo, porque la imposición de esas estructuras de mercado en favor del estado (entiéndase, los políticos) ocasiona grandes costos económicos, tanto a la sociedad entera como a sus miembros individuales. Esos costos surgen porque: (1) los servicios que brindan los monopolios son inferiores en cantidad y calidad, comparados con los que brindan las empresas en competencia; (2) dichos monopolios exigen precios más elevados que las empresas en competencia, y (3) absorben recursos económicos que el gobierno podría invertir en actividades socialmente más productivas, tales como la infraestructura y los servicios de salud, educación y seguridad ciudadana.”
los libertarios repudian los monopolios estatales porque a través de ellos los gobernantes realizan una doble violación de la libertad económica de los ciudadanos. Primero, se le prohíbe al individuo su participación en el mercado como proveedor del bien, infringiendo su derecho a brindar servicios a sus conciudadanos; se le impide una acción que es vital tanto para la prosperidad como para la convivencia pacífica. Segundo, se le impide aprovisionarse del bien o servicio de otra fuente que no sea el monopolio, negándole así el derecho a la elección; un aspecto medular de un sistema basado en la libertad.”

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